Capítulo 26.

27 2 0
                                    

—Para,para.—Me alejo de el. Seco las lágrimas de mi cara. Por más que las quitara seguían saliendo.

—No me dirás ¿Qué te has enamorado de ese imbécil?. —Me respaldo en el lavamanos. Apoya sus manos a cada lado mío, acercándose.

—¿Quieres la verdad?.—Mentiría, mentiría toda mi vida si hiciera falta.

Tendría dos hijos de alguien que nunca quice. Me alejaría de el lo que hiciera falta. Pero nunca le diría la verdad.

—Si.

—Estoy enamorada de Louis.—Finjo sonreir.

Se queda unos segundos mirándome. Va a alejarse. Pero se queda parado.—No te creo.

—Zayn tengo que irme.—Intento caminar,pero me agarra con sus brazos.

—Si tanto le quieres. ¿Por qué lloras? ¿Por qué todavía siento el temblor de tus brazos al tocarte? ¿Por qué cada vez que me acerco a ti escucho tu respiración agitada?.—Tan cerca de mis labios que me impulso a besarle. La tentación era enorme. Igual que mis ganas de no parar de llorar.

—Zayn.—Pongo mis manos en su pecho para separarlo.—Sienta lo que sienta, estoy con Louis. Y el me hace feliz.

—Yo también te puedo hacer feliz.

—¿Para después largarte?.—Le miro a la cara. Nuestros ojos no se separan en unos segundos. Hasta que intenta besarme.—No. Contesta a la pregunta.

—No puedo pensar. —Susurra.—Fui un estúpido, pero siempre quise estar a tu lado.

Apreta mi cintura y me sube al lavamanos. —Pueden estat buscándome.

—Los fuegos duran quince minutos. Todavía los escucho.—Sonríe. —Me da tiempo.

Vuelve a mis labios. Resisto lo que puedo. Se inclina hacia a mi haciéndome curvar. Perdóname Louis. Busco el cinturón de su pantalón y lo desato, levanta mi vestido hasta dejarlo por la cintura. Baja mis braguitas lentamente.

Antes de bajar su pantalón meto la mano y busco un preservativo. Lo consigo. Bajo sus calzoncillos y le coloco la gomita. Me coloco más hacia el bordillo del lavamanos.

—Date prisa. —Digo volviendo a besarle.

Coloca su birilidad y la introduce dentro de mi. Ya no hay vuelta atrás. Busco sus labios para poder consolarme. Cada vez va más rápido. Apreta más mi cuerpo contra el suyo.

—Dios nena.—Susurra en mi oido.

Unas embestiadas más y llegamos al clímax. Bajo las piernas al suelo. Coloco mis braguitas y el vestido.

—Sal tú primero,para que no nos vean juntos. —Susurro.—No se lo cuentes a nadie.

—Vale.—Se pone los pantalones. Se acerca y me besa verozmente.—Hasta otra nena.

Sale por la puerta. Yo la cierro. Me miro al espejo. Eres una miserable puta. Lloro sin descanso. Me siento en el suelo hasta que mis ansias de llorar terminen. Me levanto. Coloco mi pelo y me maquillo un poco.

Bajo las escaleras y salgo al jardín. El ultimo volador sale.

—¿A qué fueron preciosos?. —Dice Zayn detras de mi.

—No tiene gracia.—Camino hasta Louis. —Perdoname amor, es que tuve que vomitar.

—Drew me dijo que corristes con un chico al lado.

—A sí. —Digo en un murmuro.—Fue un amigo que se iba a ir y necesitaba que le ayudara a buscar su móvil.

—¿Y dónde estaba?.—Pregunta.

—¿El qué?

—El teléfono Leticia. —Dice algo enfadado.

—Debajo del sillón.

—Vale.—Se acerca a mi y me besa.—¿Por qué apesta tu boca a cigarro?

—Antes me besastes y estabas fumando.—Digo lo primero que se me ocurra.

—Ah.—Sonríe.

Rodea mis hombros con uno de sus brazos. Me apreta a el haciendo que le abrace. Miro hacia atrás. Zayn me está sonriendo. Ojala que te salga una jodida infección de ovarios Leticia, te lo mereces. Mierda. Otra vez a llorar.

—¿Qué te pasa?—Pregunta Louis.

Alzo mi mirada. Me quito las lágrimas.—Me entró algo en el ojo.

—Haber.—Me agarra la barbilla y mira detenidamente.—Abrá sido algún bicho. —Me da un suave beso.—En serio,tengo que dejar de fumar.

—¿Por qué?—Digo nerviosa.

—Tus labios apestan a cigarro.—Me sonríe.

Caminamos por todo el parque. Había puesto una escusa de que me estaba agobiando al lado de tanta gente. Lo peor es que ahora si que me agobiaba, la presión era enorme. Estabamos solo, y hacía más de 10 minutos que no se decía nada.

—Leticia...—Susurra.—¿Qué te pasa?Te noto distante.

—Tengo algo de sueño.—Me cruzo de brazos.—Y el frío que hace, y estos tacones que tengo, no ayudan.

—Toma.—Se desamarra la chaqueta y me la pone.

—Gracias.

—¿Te lo pasastes bien hoy?

—Si.—Digo sin importancia.

Me estaba comportando como una guarra.

—¿Vamos a casa ya?—Pregunta.

—No.—Le miro.—Quiero quedarme contigo un rato más.

—Vale. Como quieras.

Entrelacé nuestras manos. Lo único que no quería era echarme abajo.

Tú eres mi problema.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora