1

1.4K 35 18
                                    

Me gusta contarme mi historia para convencerme de qué este que está aquí acostado soy yo. Me llamo Eduardo. Hace cinco años que murió mi papá. Yo tenía siete pero me acuerdo bien de que lo primero que sentí fue mucho miedo y ganas de irme a acostar. Cuando se quedó así, como dormido, mamá me dijo que no sabía que iba a pasar, si iba a despertar para volver con nosotros o no. Mi mamá no me miente nunca. Desde que era chico me repite siempre lo mismo. "Eduardo, aunque sea fea, te voy a decir la verdad. Porque yo quiero que me creas siempre, siempre." Como esa vez de papá. Por eso ahora le puedo creer. Aunque ella no me escuche, aunque ella no lo sepa, yo estoy aquí creyéndole. La siento con mis ojos cerrados. Con los ojos cerrados siento su mano en mi frente y su boca que me hace cosquillas en la oreja y me gustaría reírme no para que deje de hacerme cosquillas, sino para que sepa que me gusta. Antes, cuando podía mirarla y decirle y era verdad yo, no me gustaba, pero ahora si, ahora no quiero que pare. A veces hasta tengo ganas de saltar y agarrarla fuerte, pero no sé cómo se hace cuando uno está dormido. Bueno yo digo "dormido" porque así deben verme, pero no es lo mismo... porque antes, cuando estaba dormido en mi cama, yo no sabía si mi mamá me hacía cosquillas en la oreja; y ahora que estoy dormido en este hospital si sé. Antes, cuando estaba dormido en mi cama, no sabía si mi mamá me tocaba la frente con la mano y ahora que estoy dormido en este hospital si sé. Pero eso era antes. Antes. Cuando dormía en mi cama, pero con la oreja y la piel funcionándome.

-Síndrome de Melas, Mónica- me había dicho Fabián, el amigo médico de Federico. -no te voy a volver más loca con explicaciones médicas pero el asunto viene con toda la mala suerte del mundo. Primero porque es una enfermedad rarísima, algo que no anda bien en el código del ADN. Y después porque es hereditaria, pero en el 98 por ciento de los casos de madre a hijo. A Federico seguramente se lo transmitió su madre. Pero que el se lo haya trasladado a Eduardo es todavía más increíble. Salió todo mal, Moni.
-¿Puede volver- le pregunté.
-Puede- me dijo -. Hay derrames internos y eso provoca esta especie de coma. El cuadro puede revestirse, pero también puede pasar lo contrario. No sabemos. No está muy estudiado.

Yo lo escuchaba a Fabián pero estaba como volando. Mi amor grande estaba en una habitación de ese hospital horrible como todos los hospitales, durmiendo en un por ahora que podría ser un para siempre, y mi amor chiquito estaba sentado afuera y ahora yo tenía que decirle que quien sabe si el papá... Pero de él, no. Del resultado de sus análisis, no. Nunca. Que el futuro hable y entonces hablaré yo, me dije. Pero como me había advertido Fabián, siguió saliendo todo mal. Federico no pudo volver con nosotros y ahora Eduardo, como buen varón que rechaza que la mamá le haga mimos, quiere seguir al papá. O sea, el futuro volvió a hablar y ahora soy yo la que tiene que hacer oír su voz. ¿Cómo es de fuerte una palabra que grite más que el tiempo? No lo sé. Pero sí sé que la voy a encontrar. Que los médicos hagan su trabajo. Yo voy a hacer el mío.

Estoy hablando con él, con Eduardo. Lo estoy trayendo de vuelta. Si él necesita de mi vos la va a tener toda, así el mundo ensordezca.
-Aquí estamos los dos, chiquito mío. Yo y tus doce años que pronto van a ser trece. Te prometí que no te iba a mentir nunca y voy a cumplir mi promesa aunque ya la rompí una vez, cuando me enteré de que tu cuerpito de siete tenía lo mismo que el de papi y no te conté nada porque me había informado los médicos que tal vez todo siguiera bien para vos. Que tal vez no pero que tal vez si, me aclararon. Y yo me agarré con todas mis fuerzas de ese "tal vez si", porque ya no quería más partidas en mi alma. Pero fue tal vez no, y por eso estamos ahora los dos solos en esta pieza de hospital, hablándonos. Ya no voy a mentirte más ni a ocultarte nada. Lo que tenes se llama Síndrome de Melas. Es una enfermedad muy rara que ataca tu cerebro y te crea allí como pequeñas heridas. Por eso estás dormido. Vos ya sabes que se puede no volver, así que no voy a engañarte. Pero también tenés que saber que si se puede volver, y yo voy a estar aquí para decirte cómo. Todos los días voy a estar aquí para decirte cómo. Todos los días voy a estar aquí para ayudarte a regresar, vida. El viaje de vuelta lo vas a hacer vos, pero yo voy a ser como una especie de mapa con los caminos que tenés que seguir para volver. "Ahora voy a acercar mi boca a tu oreja aunque sé que no te gusta porque te hago cosquillas, pero no me importa porque quiero que me escuches bien. Oíme. ¿Ves? Eso es lo primero que tenés que hacer. Nunca dejar de oírme. Aunque no estés de acuerdo, aunque pienses que es una tontería lo que te digo. Después, cuando sepas qué puerta es la que hay que abrir, me peleas todo lo que quieras. Por ahora vas a tener que obedecerme sin protestar. ¿Por qué? ¿Como por qué? Porque para eso soy su madre, jovencito. Le falta tomar mucha sopa para mandarse solo, ¿estamos?.

Ya me viene con eso de que todavía soy chico. A ver cuántos tipos con tus años se aguantarían esto que me dijiste, que tengo lo mismo que papá. Bueno yo ya me lo sospechaba. Era mucha casualidad que me quedara dormido como él y que fuera otra cosa. Y si miedo tengo,¿por qué te voy a mentir si vos prometiste de nuevo decirme siempre la verdad? Yo voy a hacer lo mismo, ma. Así, cada vez que nos decimos, sabemos que es cierto lo que nos decimos y no nos complicamos con el asunto ese de los engaños. Ah, sobre eso de que me molesta que me hagas cosquillas en la oreja con la boca, creo que ya te dije que ahora si me gusta. Bueno, en realidad no te lo dije, lo pensé, pero no te hagas problemas. Es decir, podés seguir, que no están mal después de todo. Y ya que estamos: no pienso irme a ningún lado (je, a ver cuántos tipos con tus años hacen bromas con esto; si, muy chiquito...) y voy a empezar a confesarte algunas cosas que no sabías.
¿Te acordás de aquella vez que apareció el cuadro de la gorda bailando hecho moco en el piso y preguntaste quién había sido porque esa tarde estuvieron los primos en casa, y yo dije que había sido uno de ellos porque total ya no estaban y vos no los ibas a castigar por teléfono? Bueno. No fueron ellos. Fui yo con un pelotazo. Ustedes se fueron con los tíos a dar una vuelta y nos quedamos jugando adentro y un tiro se me escapó y le di con todo al cuadro ese de la gorda. Después  escondimos los pedazos para que no nos retaran y cuando ellos se fueron los saqué para que los vieras porque ya había decidido culpar a los primos. Y estuvo bien. Jugamos y nadie salió perjudicado. Bueno, la gorda, pero esa nunca me gustó, se merecía el golpazo por gorda y fea y por meterse justo donde fue mi tiro. Encima ni gol fue...¿Qué me estas diciendo? Ah, qué te vas a ir a trabajar. Pero ¿podés dejar de hablarme en la oreja, si sabes que no me gusta? Qué ganas de hacerme enojar al cuete. Bueno,te acabo de decir que me gusta y ahora te digo que no. Me parece que me estoy haciendo demasiado lío por todo. Voy a tener que ser más cuidadoso con lo que pienso o no me voy a entender nada. Sí ya te oí, te vas a ir a trabajar. Andá, pero volvé pronto, ¿eh, grandecita?.



○______________________○

Perdonen las faltas de ortografía.

Cuando la letra aparece así, es lo que piensa Eduardo (al estar en "coma" no puede hablar, por obvias razones).

Es tan difícil volver a Ítaca {Terminada}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora