Día #1

652 72 6
                                        

 DÍA #1

Mi interior era una cápsula que mantenía dentro encerrado todo tipo de emociones juntas que jamás había sentido. Había impotencia, enojo, tristeza, dolor, desesperación, histeria. Pero después aparecía su imagen en mi mente y esas emociones se mezclaban con felicidad, nervios, amor.


Así pase toda la noche contradiciéndome internamente. Con demasiados sentimientos juntos que se rehusaban a parar por un momento para que descansara.


–El horario de visita aun no ah comenzado.


Volvió a repetir la secretaria del hospital mientras masticaba de una forma irritable un chicle, causando que mis nervios se eleven aun más. No dejaba de teclear en la computadora sin prestarme atención.

No me importo si eran las 6 de la mañana cuando no pude más y decidí dejar de intentar conciliar el sueño, levantarme, tomar un taxi y llegar al hospital.


–Pero yo necesito verla – protesto exasperado.

– Lo siento, no puede pasar.


Ninguna estúpida secretaria iba a impedirme verla. Giro apoyado en el escritorio y visualizo como la puerta del ascensor se abre. Sin más corrí por los largos pasillos dirigiéndome al ascensor. No tenía pensado parar ni aunque dos gorilas de seguridad corrían detrás de mi intentando atraparme. Para mi desgracia el ascensor se cerró justo cuando llegue. Justo en mis narices.

Los dos guardias me atraparon causando que intentara zafarme de ellos como un demente en un episodio de locura mientras gritaba que necesitaba verla.


–¿Qué pasa aquí?


Reconocí esa voz en el instante en que la oí. Raquel se acercaba a nosotros con un ceño desconcertado. La mujer que se había encargado de mi pequeña Luz por tanto tiempo era bajita, llevaba el cabello rojizo y corto con un rostro amable acompañado de muchas arrugas.


–Necesito verla – repito con suplica en mi voz.

–Déjenlo pasar. Tiene permitido venir cuando y a la hora que quiera – ordena firmemente haciendo que los tipos me suelten y se vayan. Raquel me dijo que lo siguiera y ambos entramos en el ascensor.

– ¿Qué haces aquí muchacho?

– Yo...solo necesito verla. No. Necesito estar con ella –  confirmo pasando mi mano por mi cabello desordenándolo un poco.

La mujer calla por un momento como si estuviera pensando.


– ¿Sabes...?


Asiento inmediatamente seguido por un suspiro triste. Lo sabía, por supuesto que sabía que la chica que me hizo sentir las cosas más hermosas que alguna vez sentí en tan solo unas horas, iba a morir muy ponto.


La mujer asiente viéndose muy triste.


–Ella estará enfadada contigo – murmura.

–Lo sé – vuelvo a asentir – ¿Cree que el helado ayude? – levanto mi mano dejándola echar una rápida mirada a la bolsa en esta.

Three days © a.iDonde viven las historias. Descúbrelo ahora