El Día A Día De Dios

El juicio

- Ángel de la paz, custodía de la armonía, vigilante de la justicia, Gela, te despojó de tu puesto, por tu mente corrompida me temo que empeores, has de convertirte desde hoy y siempre en el ángel de la guerra, todo lo contrario a lo que fuiste destinada a ser, pues tus acciones no me han dejado ninguna otra opción - No podía levantar mí mirada simplemente derramaba mis lágrimas en el blanquecino suelo mientras escuchaba atenta toda mí sentencia - ¿Deseas quedarte o acaso planeas cumplir toda la sentencia en la tierra? Antes que continúe quisiera oírte opinar - Mis lágrimas me hacía sonar de manera torpe.

- Me iré, no merezco seguir aquí - Era verdad, pero aún no entendía porque no me había enviado directo a la Tierra, sería un misterio para mí - Envíame a la Tierra y ahorremonos mis palabras sin coherencia - Está vez me pare para continuar con esto.

- Te sentenció a vagar por vidas enteras hasta que descubras que hiciste, en este momento no lo sabes, pero lo tendrás que averiguar, solo así podrás volver a este que es tu hogar - Un enorme portal se abrió que iba directo hacia abajo, intenté tomarlo pero una enorme fuerza me atrajo haciéndome caer a la nada.

Horas después me encontraba tirada en algún lugar, no sabía en donde pero solo había arena y más arena, Quien sabe dónde caí, quise pararme pero un enorme ardor me detuvo, observé mí cuerpo buscando el causante de tan ingrato dolor y solo observé como mis alguna vez hermosas alas chorreaban sangre y despedían plumas al aire.

Lloré insesantemente por varias horas sin tomar en cuenta que aquí el tiempo si existía, cuando lo noté empecé a caminar, cada paso era un infierno de dolor pero aún así continúe hasta una vereda solitaria rodeada de inmensos árboles que cubrían todo a su paso, me senté y como pude rasgue mís ropas ensangrentadas y vendé mis alas, con ello logré disminuir un gramo el dolor, no pude hacer más pues cai desmayada entre la espesa hierba perdiendo por completo la noción de todo.