Lejos

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-De... Dentro, supongo- murmuré- prefiero entrar. 

-Entonces, entra y siéntate. No esperaba encontrar a nadie por aquí, la verdad. 

"Yo tampoco" pensé. Mientras entraba  en el pequeño molino empecé a hacerme preguntas. ¿Sabía aquel anciano dónde me encontraba?¿Cuánto tiempo llevaba en el valle?¿Me acogería a mí dentro del molino y me haría dormir en el suelo o tendría que  refugiarme en el bosque a merced de las bestias? ¿Qué pintaba aquel anciano en el valle? ¿Y yo? 

Todo escapaba a mi compresión y mis dudas eran cada vez más inquietantes. Intenté olvidarme de esas cuestiones y me senté en una silla mirando siempre hacia el anciano como si fuera a atacarme en cualquier momento. 
-Bien, ahora podemos hablar.-dijo él, mientras se sentaba tranquilamente en el suelo.- Tanto tiempo en soledad aburre. Me estaba empezando a plantear salir del molino a explorar, pero ahora ya no es necesario. ¿Me puedes decir qué es lo que hay fuera?
-Fuera hay un valle inmenso —comencé a explicar (no me parecía buena idea ignorar las preguntas de aquel hombre.)—también un bosque y unas montañas.
-Un río, tal vez?
- Si, hay un río atravesando el valle.—¿Cómo lo supo?—
-Bien, eso es todo lo que necesitaba saber.
-Perdone, ¿sabe usted dónde estamos?
-Claro que sí, chico. Lejos, muy lejos de casa. Debe ser la única respuesta posible a tu pregunta. ¿Como te llamas, niño?
-Me gustaría decírselo, pero no lo recuerdo. ¿Usted cómo se llama?
- Por favor, háblame de tú. Necesito a un amigo después de tantos años. Yo tampoco recuerdo mi nombre, pero puedes llamarme C, es una letra muy bonita. Deberías escoger una  para ti, es muy fácil de recordar. ¿Oye, te apetece verte la cara?-
El anciano debió de notar mi extrañeza, porque rápidamente aclaró:
-Te preguntarás cuál es tu aspecto, a menos que te hayas visto en el río, bueno, tal vez no, el valle cambia mucho la manera de pensar de las personas. De todas maneras, hay un espejo en el quinto piso, por si te interesa, lo descubrí ayer mismo.
¿En el quinto piso? El anciano debía llevar demasiado tiempo dentro del molino. Él me miraba fijamente, como esperando a que subiera al "quinto piso" así que empecé lentamente a subir las escaleras de caracol pensando que me pasaría un tiempo observando el mecanismo del molino y luego volvería como si nada a ver si obtenía respuestas. Las palabras del anciano resonaban en mi cabeza. Algo no cuadraba.

No volvíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora