1. El niño que gritaba lobo

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Paso cuando tenía doce años,  visitaba a sus abuelos en un pequeño pueblo en Singwan-ri  cerca del bosque de Odaesan, aunque a esa edad lo único claro era que estaba bastante lejos de  Seúl.

Había pasado el verano ahí junto con sus padres y tenido mucha diversión. Podía hacer muchas cosas con sus primos en el bosque cercano, siempre que no se adentraran mucho en este y estuvieran a la vista de un adulto no había problema. Jugaban en los árboles y los muchos arroyos que por ahí corrían. 

Cuando las vacaciones se acercaban al final la familia decidió ir a una caminata por una de las muchas rutas de alpinismo del bosque de Odaesan que llegaba a un pequeño claro elevado desde el cual se tenía una buena vista de parte del bosque. Habían empezado con la caminata poco antes del mediodía y era el atardecer cuando descendían. Para ese momento Doyoung, que desde niño no era especialmente afecto al ejercicio, iba al final del grupo. 

- Descansemos un poco – dijo el padre de Doyoung cuando vio que su hijo caminaba lentamente hasta el final, todos estuvieron de acuerdo e hicieron una pausa para descansar y tomar agua – 

Doyoung hacia justo eso cuando escucho un ruido extraño, miro alrededor pero no vio nada y tampoco pareció que alguien más lo notara. Estaba a punto de ignorarlo pero escucho de nuevo el sonido, era como un gemido de dolor, curioso empezó a buscar la fuente de sonido y sin darse cuenta empezó a caminar. 

No supo cuánto camino a través del bosque siguiendo el ruido pero entonces llego a un pequeño claro donde vio un bulto en el suelo, eso producía el sonido que había estado siguiendo, con cautela lo rodeo. Noto que era un lobo, un cachorro, lo sabía por los que había visto en los documentales en la televisión. El lobo era pequeño, su pelaje de un café oscuro con matices de gris, lucia suave, entonces noto que causaba sus dolorosos gemidos, una de sus patas traseras estaba en una trampa. 

Se acercó al animal herido que había tenido su vista fija en el en todo momento, cuando se acercó al lobo este le gruño para que no se acercara, debió sentir miedo pero extrañamente no lo hizo. Con cautela siguió acercándose, cuando estuvo cerca de la pata que estaba atrapada saco la navaja que sus padres no sabían que tenía y rápidamente intento soltar al cachorro, el animal pareció sorprendido con sus acciones y detuvo sus gruñidos, en cambio lo miro fijamente mientras el niño intentaba liberarlo. 

Después de un par de minutos y varias cortadas en sus manos la trampa finalmente se abrió, cuando el lobo se sintió libre se puso rápidamente de pie encarando a Doyoung que se fue de espaldas y cayó  sobre su trasero. El lobo no le gruñía, solo lo observo antes de acercarse, Doyoung sabía que debía sentirse asustado pero no lo estaba pese a que su corazón latía muy rápido. Entonces sintió algo húmedo en su mano, al mirar hacia abajo vio que el lobezno lamia sus heridas, cuando pareció satisfecho con su trabajo lo miro directo a los ojos. 

“Eres mío”

Fue el lobo quien hablo, era una locura pero Doyoung estaba absolutamente seguro de eso, el lobo hablo, pese a que su hocico no se había movido, aun cuando sabía que los animales no podían hablar. 

“¿Cuál es tu nombre?”

- ¡Doyoung! ¡Doyoung! – 

Antes de que pudiera pensar en responder escucho a su padre llamando por él, el lobezno le dirigió una última mirada antes de echar a correr hacia los árboles, lo siguió con la mirada hasta que lo perdió de vista. 

- ¡Cielos! ¡¿Estas bien?! – su padre corrió hasta él y se agacho a su lado revisando por heridas – Nos asustaste tanto, estabas ahí un minuto y al siguiente no, no hagas eso de nuevo, jamás –

- Lo siento – murmuro Doyoung – 

- Lo importante es que estas bien, ahora vamos a casa – el niño asintió y ambos empezaron el camino de vuelta, Doyoung volteo para dar una última mirada al claro y le pareció ver un par de ojos amarillos observándolo – 

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