Cap. 14

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Una Luz de Luna, un Misterio y un Embrollo


LA LUZ DE LUNA estaba exhausta y, tumbada sobre las palmas de las manos de Katherine, se oscureció. 

Ombric, Norte y Katherine estaban intentando dar sentido a lo que la luz de luna les había contado. Sabían que la situación era nefasta, pero seguían sorprendentemente tranquilos. Se habían vuelto más y más seguros desde que hicieron el juramento al Hombre de la Luna. Y ahora los tres trabajaban como uno, como una sola mente. Ombric había leído que la amistad podía producir cierto tipo de magia. Para Norte era un concepto nuevo, pero sabía de sobra sus posibilidades, y Katherine, la más joven, era, en ese campo, la más sabia. Sabía en el fondo de su ser que la amistad era una magia con poderes superiores a las palabras y a las posibilidades. Y así la magia se había fortalecido. Podían sentir los pensamientos de los otros uniéndose, siguiendo cada uno de los hilos del relato de la luz de luna, descubriendo preguntas, buscando juntos las respuestas. Aquella curiosa unión les sorprendió por completo, en especial a Ombric. 

En todos los siglos que había pasado haciendo conjuros, nunca había sentido esa clase de objetivo compartido. Pensó que debía tratarse de algún tipo de unión mental. Era extraño y emocionante. Katherine formuló en voz alta la primera pregunta:

—¿A dónde se ha llevado Sombra a Luz Nocturna y a los niños?

—¿Qué clase de espada empuña, que es capaz de devorar la luz? —preguntó Norte después—. ¿Y por qué demonios quería Sombra la biblioteca?

—¡La daga de diamante está hecha añicos! —exclamó Ombric—. Todo es extraño.

La mente del mago se concentró totalmente mientras intentaba comprender ese embrollo, ese misterio que la luz de luna les había presentado. El bigote y la barba empezaron a retorcérsele por sí mismos a toda velocidad. Sintió que Katherine y Norte conectaban con sus pensamientos. Ombric de pronto se dirigió hasta sus estanterías vacías y empezó a examinar cada una con atención. Solo quedaban unos pedazos minúsculos de papel, un fragmento de Conjuros de los antiguos egipcios, otro de Interesantes misterios de la Atlántida, así como algunas andrajosas esquinas de mapas y planos al azar. Incluso el libro de cuentos de Katherine había desaparecido. Era innegable: la biblioteca que Ombric había estado reuniendo durante cientos de años había desaparecido completamente. Ombric cerró los ojos y se concentró en busca de restos de magia.

—No veo señales de un conjuro de desaparición —dijo con cierto alivio en la voz—. No se ha usado la magia. Los libros siguen existiendo... en alguna parte. — Entonces se le abrieron los ojos como platos. Sus zapatos estaban apoyados en las puntas. Katherine y Norte lo miraron con desconfianza


—. ¡Los ha llevado al centro de la Tierra! —proclamó Ombric triunfante—. De allí ha sacado el plomo. ¡Con él se ha hecho el sable y la capa!

Norte inclinó la cabeza y dijo:

—¿Plomo? ¿Qué tiene de especial el plomo?

—El plomo que hay en el centro de la Tierra lleva allí desde la formación del planeta —explicó Ombric—. Nunca ha visto ningún tipo de luz, así que la luz no puede penetrarlo. Él la absorbe. Así es como Sombra ha podido atacar a Luz Nocturna y a la luz de luna. Les ha robado parte de su luz.

—¡El loco se está volviendo cada día más ingenioso! —exclamó Norte—. ¿Y labiblioteca? ¿Por qué ha venido a buscarla?

Ombric habló con más cuidado, como si lo averiguara a medida que hablaba.

—Sombra necesita todos los conjuros y encantamientos de mis volúmenes parahacerse más poderoso. Quizá para hacerse invencible —añadió, algo sobrecogido—.Pero la biblioteca había desaparecido antes de que pudiera cogerla. —Ombric fruncióel ceño—. Y esa es la parte para la que no encuentro explicación.

—Sin magia, ¿cómo pueden haber desaparecido todos esos libros? —preguntó Norte.

—¡Exacto! —dijo Ombric—. Ese es el misterio.

Katherine asimiló toda esa nueva información. Su mente trabajaba con la velocidad del rayo mientras intentaba que todas las piezas encajasen: el relato de la luz de luna, lo que habían encontrado allí, y lo que ella pensaba que significaba. Entonces, de repente, lo supo.

—¡Ha sido Luz Nocturna! —gritó—. Le dijo a la luz de luna que no creyera en loque veía. ¡Encontró una manera!

Norte y Ombric consideraron esa idea, y los dos se perdieron en sus pensamientos. Entonces el bigote de Norte empezó a retorcerse solo, del mismo modo que el de Ombric poco antes.

—Si Sombra está en el centro del planeta, ¡es una trampa! —exclamó Norte, conteniendo su ira—. Sabe que iremos a rescatar a los niños. —Desenvainó la espada—. Pero no se ha enfrentado a esta espada desde la Edad de Oro, ni a mí empuñándola. —Se volvió hacia Ombric y añadió—: ¿Cómo llegamos al centro de la Tierra, viejo?


Ombric se sentía muy orgulloso de ellos. Se estaban convirtiendo en un equipo potente y poderoso. Pero esa euforia dio paso rápidamente a la decepción. No sabía la respuesta a aquella pregunta. 

—La verdad es que ese es un viaje que ningún hombre ha llevado a cabo —dijo con el ceño fruncido. 

Entonces la espada de Norte empezó a resplandecer y a hacer ruido. La cazoleta sobre la empuñadura se puso a girar y a desplegarse como había hecho anteriormente. Una de sus gemas empezó a brillar con intensidad. Los tres se quedaron mirando aquello. El corazón de Norte latía con fuerza. 

—¡Esto es lo que empecé a contarte antes, viejo! —gritó. En un revoltijo de palabras les expuso su anterior descubrimiento sobre los poderes de la espada—: La espada nos está diciendo a dónde tenemos que ir, dónde se encuentran las reliquias. Ombric asintió con sabiduría. Su ceño se desfrunció. Casi sonrió. Casi se echó a reír. 

—¿Qué ocurre, viejo? —preguntó Norte con impaciencia.

—¡Es un mapa de la Tierra! —replicó el mago—. ¡Tenemos que ir a la Isla dePascua!

—¿La Isla de Pascua? —inquirió Norte.

—Sí. Según la leyenda, allí vive el pooka.

El trío empezó a devanarse los sesos. Los bigotes, las barbas y las cejas de los hombres se retorcían sin parar cuando se concentraban. En cuanto a Katherine, aunque ella no se había dado cuenta, un solo rizo en medio de su frente también había empezado a retorcerse.


El Conejo de Pascua y su ejercito en el centro de la tierra Donde viven las historias. Descúbrelo ahora