Cap.22

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Un Misterio Conduce a Otro

MARCAS DE DIENTES! —repitió Ombric—. ¿Pero de quién? —La barba se le retorcía mientras reflexionaba.

Su exclamación resonó por todo el pueblo. Las criaturas del bosque, erizadas con energía acumulada después de haber sido convertidos en muñecos durante tanto tiempo, unieron sus fuerzas para ayudar a Ombric a encontrar alguna pista. Las libélulas y las polillas volaban a través de cada centímetro de bosque. Las arañas y las hormigas se adentraban en cualquier resquicio oculto de la Gran Raíz. Los pájaros y las ardillas revisaban las copas de los árboles. También los padres se unieron a la búsqueda, peinando cada casa y cada patio, levantando colchones y jardineras.

Ombric examinó los pedazos de papel roídos con un microscopio.

—¿Quién se habría comido mis libros? Luz Nocturna tiene algo que ver, de eso estoy seguro, ¿pero qué...? —se preguntaba.

Se apretó los dedos contra las sienes. No quería admitirlo, pero su último viaje en el tiempo le había costado caro. El largo y lento proceso de liberar todo el pueblo del conjuro de Sombra había aumentado su fatiga. Por primera vez en su larga vida, Ombric no se sintió viejo, sino anciano. No podía detenerse en aquel sentimiento desconocido: los niños lo necesitaban, ya fuera más o menos viejo. Así que se sacudió la fatiga y examinó de nuevo los trozos de papel.

El señor Qwerty nunca habría permitido...

Ombric se interrumpió a media frase. Las cejas, la barba, el bigote, el pelo, los zapatos e incluso las pestañas se le empezaron a mover.

—¡SEÑOR QWERTY! —gritó Ombric, levantándose de un salto—. ¡SEÑOR QWERTY! ¡¡¡SEÑOR QWEEEEERTY!!! —No había visto al gusano de luz desde que volvió al pueblo. Y ahora sabía la razón—. ¡El señor Qwerty se ha comido los libros! ¡Para evitar que cayeran en manos de Sombra!

Lo primero es lo primero. Recordó que los búhos habían afirmado haber visto un resplandor antes de que todo se volviera oscuro. Ombric abrió la caja donde la luz de luna reposaba y preguntó:

—¿Luz Nocturna estaba sujetando algo cuando Sombra se lo llevó?

La luz de luna, notando el nerviosismo de Ombric, reunió sus fuerzas y brilló: Sí.

—¿Era blanco? ¿Algo oblongo? ¿Del tamaño de mi mano?

La luz de luna se encendió dos veces.

—¡Eso es! —dijo Ombric echándose hacia atrás, asintiendo con complicidad—. ¡El señor Qwerty se comió los libros! ¡Después se envolvió en un capullo! El resplandor de Luz Nocturna protegió a los niños y le dio tiempo al señor Qwerty de comerse los libros. ¡Siempre tuvo hambre de conocimiento, pero esto es verdaderamente épico! —Ombric estaba al borde de la risa—. ¡Luz Nocturna se llevó al señor Qwerty! Todavía lo tiene. La biblioteca está en el estómago del señor Qwerty.

El viejo mago se atusó la barba, que todavía se retorcía.

—Delante de las narices de Sombra...

El Conejo de Pascua y su ejercito en el centro de la tierra Donde viven las historias. Descúbrelo ahora