Cap.29

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La Voz

OMBRIC HABÍA ESTADO PREPARANDO febrilmente el viaje al centro de la Tierra.

Desde el momento en el que se dio cuenta de lo que le había ocurrido a su biblioteca y el papel del señor Qwerty en su desaparición, trabajó sin descanso para hacer una copia perfecta de todo. Cada libro, cada historia, cada cálculo, gráfica, mapa, mezcla, ferroprusiato, plano y conjuro fue duplicado y pasado a papel. El pueblo entero había estado ocupado encuadernando los textos que Ombric les había dictado a los búhos (que tenían grandes dotes para escribir y dibujar con ambas patas al mismo tiempo). Fue una suerte que Ombric pudiera apoyarse en su inigualablememoria para recitar todo el tesoro de su conocimiento.

Cuando el último volumen se hubo cosido y encuadernado, Ombric se echó haciaatrás en su asiento para asimilar todo. Era como si su biblioteca estuviera intacta,tenía un aspecto perfecto. Pero todo era falso. Había introducido errores en cadaunidad de información. Gracias a su memoria perfecta, sabía exactamente dóndehacer un cambio aquí, un retoque allá. Todo parecía al pie de la letra, pero ningúnconjuro de los descritos funcionaría.

Ombric no tenía ni idea en qué estado se hallaba su biblioteca desde que el señor Qwerty la devorara con valor. El mago estaba impresionado ante la estrategia del señor Qwerty y el papel de Luz Nocturna, pero tenía que asegurarse de que Sombra no se apoderaba de la biblioteca real: había que utilizar la falsa para engañar al villano.

Había sido una tarea agotadora, y todavía tenía que reunir fuerzas paraproyectarse astralmente junto con la inmensa biblioteca hasta el centro de la Tierra.Se sentó en su silla preferida y pensó en el conocimiento que había acumulado.Recordarlo había sido tan satisfactorio como agridulce. Se sentía como si hubieserevivido toda su vida. Recordó cuándo había aprendido cada conjuro: dónde habíasido y con quién había estado por entonces. Se dio cuenta de que había tenido unavida rica, estimulante e intensa. Había vivido según sus creencias. Había visto yconocido más maravillas que cualquier otro mortal. Y eso le produjo una satisfacciónfatigada. Necesitaba descansar la mente un rato.


Ombric se echó hacia atrás un poco y se atusó la barba. Los búhos lo miraban preocupados. Nunca habían visto a su maestro tan cansado, tan frágil.

La respiración de Ombric se volvió silenciosa y rítmica mientras se quedabaprofundamente dormido.

Soñó con cuando no era más que un niño en la ciudad de la Atlántida. Hubo un día de su infancia que siempre le había inquietado, el día en que realizó su primer conjuro. Y parecía estar reviviéndolo. No debía de ser mucho más joven que el menor de los Williams, y había estado escuchando a escondidas las lecciones de los niños mayores. Había accedido a un conocimiento que aún no debía poseer. Aprendió el secreto de cómo hacer que una ensoñación se haga realidad.

El joven Ombric se encontraba en un campo abierto y empezó a recitar el conjuro.Era un encantamiento difícil y requería mucha concentración, pero él era un niño contalento para eso. Se concentró con todas sus fuerzas, hasta que su mente se liberó decualquier distracción. Entonó las palabras lenta y pausadamente. Una ensoñaciónhabitual de Ombric era volar. Y al cabo de un rato empezó a alzarse en el aire, alprincipio sobre las puntas de la hierba alta y verde, después más alto, hasta llegar alfin hasta el cielo. Voló a través y alrededor de las nubes, subiendo y trazandoespirales como una especie de pájaro fantástico.

Pero había volado demasiado rápido y demasiado alto. Su joven mente se cansó. Ya no podía mantener el conjuro y empezó a caer. El miedo se apoderó de su pensamiento mientras se desplomaba hacia el suelo. Sabía que debía olvidar el miedo y concentrarse en el conjuro, pero tenía el pulso acelerado y el pánico se apoderó de él.

Fue dando volteretas sin control, cayendo en espiral de un lado a otro a unavelocidad vertiginosa. Todo era terrible y confuso. Cayó con tanta velocidad que seestaba desvaneciendo.

Pero se alegraba. No podía soportar sentir un terror tan total, y no quería enfrentarse al momento que se avecinaba: el momento en el que se estrellaría contra el suelo y dejaría de existir. A medida que perdía el conocimiento, sintió una especie de tranquilidad extraña. Una aceptación de lo que iba a ocurrir. Entonces oyó una voz que le susurraba: «Tengo fe. Tengo fe. Tengo fe». Era una voz agradable. Una voz que no reconocía, pero que al mismo tiempo le resultaba familiar. Y dejó de sentir miedo. Entonces, cuando todo se volvió negro, supo... realmente supo... que todo iría bien.

Y así fue. Abrió sus jóvenes ojos un rato después. Seguía en aquel campo verde.No estaba herido. No tenía ni un rasguño, ni un moretón. Solo tenía el pelo rojizoalborotado. Ombric nunca supo cómo había sobrevivido o quién había susurradoaquellas palabras mágicas. Pero aquel día aprendió el poder del miedo, y que elmiedo es un enemigo al que siempre hay que vencer.El recuerdo finalizó, pero el sueño continuaba...Luego Ombric se vio en aquel campo de su juventud. Ya no era un niño, sino un

anciano. Estaba tumbado sobre la blanda hierba. Era fresca y cómoda. Había una brisa agradable y el cielo sobre él estaba poblado de nubes blancas que volaban como enormes galeones.

 Estoy tan cansado... Quizá me quede aquí para siempre, pensó. Se está tan a gusto...

Pero ahora oyó las palabras de nuevo, resonando desde muy lejos. Aunque estavez la voz era distinta.

Era la voz de una niña. Intentó incorporarse, y cuando lo hizo, vio a Katherine en pie junto a él. Entonces Norte apareció a su lado. Le hicieron señas para que fuera con ellos.

Hablaron, pero Ombric no pudo oírles. Solo oía la voz misteriosa de hacía muchotiempo: «Tengo fe. Tengo fe. Tengo fe».

Se despertó repentinamente. Miró la biblioteca a su alrededor, sorprendido.

Todavía podía oír la voz, pero solo los búhos estaban allí.Y por segunda vez sintió las mentes de Katherine y de Norte llamándole. Suspensamientos se conectaron. Sintió... no, supo... que corrían un grave peligro y quetenía que actuar al instante.

Agarró la caja donde estaba la luz de luna de Luz Nocturna y los pedazos rotos de la daga de diamante. Entonces movió su bastón sobre los montones de libros. Se volvía a sentir fuerte. Joven de nuevo. Como en los viejos tiempos. ¿Podría proyectarse hasta el centro de la Tierra? ¡En un instante! ¿Y los libros? ¡Por supuesto! ¡Sus amigos lo necesitaban! Podría disfrutar de la paz de su sueño más tarde.

Pero aquella voz del pasado... la voz que le había salvado aquel fatídico día en elque descubrió la gloria y el terror de la magia. Ahora sonaba de lo más familiar.¿Quién... o qué... era?

El Conejo de Pascua y su ejercito en el centro de la tierra Donde viven las historias. Descúbrelo ahora