Capítulo 15

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—¿Cómo te enteraste?—pregunta sorprendida.

—Sabes como corren los chismes por este colegio lleno de caretas...

—¿Y de qué queres hablar?

—Quería preguntarte si sabías... porqué Beca nunca nos contó nada... si somos sus amigas...

—Porque tiene miedo que la rechacen...

—Ay pobre... que tonta para pensar eso... si nosotras la amamos tal cual es... bueno, si la ves, después decile que me busque a mi también.—le digo y ella asiente formando una sonrisa sin mostrar sus dientes.

Vuelvo con el Ruso y me siento en la silla de al lado ahora.

—¿Soy yo o a la lesbianita le gusta Rebeca?—pregunta él y yo lo miro indignada.

—¿Qué dijiste?

—Perdón... me olvido que estoy hablando con mi novia la feminista y no con mis amigos...

—Lautaro, no me gusta que hables así de nadie...

—Perdón amor... no lo hago más...

—Bueno... sí, me parece que a Máxima le gusta Rebeca...

—¿Y Rebeca?

—No sé.

(...)

Narra Mariana:

Me encuentro en el baño, retocando mi maquillaje, ya que ya pasó la mañana entera y siempre después de almorzar hago esto...

—Uy... miren quien está tapando sus poros para que no se le escape la neurona...—siento una voz irritante y me doy la vuelta frunciendo el ceño para ver a la insoportable de Eva, Belen y Sofía...

—No me jodas Eva. No estoy para tus chistesitos...

Una cosa es que mis amigas me molesten con eso, y otra que la imbecil esta lo haga.

—¿Y Sofi? ¿Ya le dijiste a Agus lo de tu fiesta de hoy?—pregunta Belén y yo las miro cruzándome de brazos.

—Sí... me dijo que con gusto va a ir... no veo las horas de verlo ahí... mi papá me trajo un vestido importado de las gemelas Olsen... de su tienda Elizabeth & Jones... esta divino...

—Agustín se va a volver loco con ese lomaso que tenes...—agrega Belén y juro que me muero por matarlas a las tres en este instante.

—¿Y vos huequita? ¿Qué te vas a poner para mi fiesta?—me pregunta Sofía.

—Yo no pienso ir a esa fiesta llena de caretas.

—¡Ay, obvio que no vas a ir! Si te vas a morir cuando veas a tu noviesito chapando con Sofi... estás muerto con ella aunque esté con vos... ¿Sabes?

En ese momento uno de los cubiculos del baño se abre, dejándome ver a Rebeca enojada.

—¿¡Por qué no la dejan de molestar!? ¡Si el gil de Agustín se fija en vos, es igual de careta y pelotudo que todas ustedes!

—Ay nena... que grasa que sos por Dios...—dice Belén y las otras dos se ríen.

—A esta grasa si que no la invitamos... va a ahuyentar a todos los chicos de la fiesta...—agrega Eva.

—Ay sí, sí... mira como me importa tu fiestita de conchetos... ¿Por qué no se van? Antes que las reviente a las tres juntas.—dice Rebeca y las tres se ríen, para después irse.

—Vinieron a joderme nomas...—me quejo y Rebeca me mira.—Gracias por defenderme...

—De nada.—dice seria.

—¿Seguís enojada?—pregunto y ella me ignora. —¿Por qué me defendes si estás enojada?

—Porque no me gusta que se aprovechen de la sin cerebro.—dice seria y yo me río.

—Rebe... no seas así... sabes que Lu y yo no te vamos a juzgar por tus gustos... si... si te gusta Máxima no te escondas... aparte es re buena chica, es una de las pocas personas que valen la pena en este colegio de mierda.

—Ya sé.

—¿Y por qué lo ocultas entonces?

—Porque en un colegio lleno de formaditos insoportables, no se puede hacer libremente lo que uno quiere sin que te critiquen o hablen mal de vos...—dice y sin más se va de ahí.

(...)

Narra Luisana:

Nos encontramos en el taller de Literatura... y la insoportable de la profesora no para de dictar cosas ni un segundo.

—¡Ay profe! ¡Me duele la mano de tanto escribir!—exclama Camilo.

—Cállese y escriba, Moretti.

—Uy Dios... ¿Para qué mierda nos dan taller de literatura? ¿No es suficiente con las clases de lengua?...—le digo a Mateo y de reojo miro sin querer su hoja y pierdo mi mirada en la mía.

—Les gusta jodernos los fines de semana también.

Vuelvo a mirar la hoja más atenta y me doy cuenta de algo...

¿Cómo no me di cuenta antes?

La cartita que venía con el osito... era la letra de Mateo... no de Martín...

Con razón se me hizo tan conocida...

Ósea que Martín no me mando nada y lo bardie totalmente al pedo.

Me quedo mirando a Mateo procesando toda la información.

¿Por qué me mando un osito tan tierno con una notita así?

Siempre fuimos muy cariñosos el uno con el otro... pero eso ya es otro tema...

Mateo se da cuenta que deje de escribir y me mira y ve que yo también lo estoy mirando.

—¿Qué pasa?—me pregunta confundido.

—Eh... nada.

No puedo decirle nada.

¿Qué le voy a decir? ¿Qué por qué me dejó eso?

¿Y si el Ruso tiene razón?

¿Y si la chica que le gusta a Mateo soy yo?

¿Y si por eso las chicas no quieren que esté con el Ruso?

La cabeza me da vueltas y me pongo de pie.

—Bustamante... ¿Qué le pasa?—dice la profesora.

Probablemente estoy pálida.

—Profe... no me siento bien... ¿Me puedo retirar de la clase?

—Sí, pero vaya a enfermería señorita. Gianetti, acompáñela.—le dice a Mariana y ella se pone de pie.

—Profe... ¿Puedo ir yo?—pide el Ruso.

—No, Recalde, usted siga copiando que tiene que levantar la nota.

Salgo del taller rápidamente y corro hacia nuestro cuarto, seguida por Mariana.

—¡Luisana para! ¿¡Qué te pasa!?—dice después de entrar y cerrar la puerta de la habitación.

—¿¡Por qué no me dijiste que Mateo estaba enganchado conmigo!?

[...]

Por fin te diste cuenta amiga

violencia adictiva » trueno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora