Capítulo 39

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El despertador empieza a sonar y lo apago rápido antes de que Rebeca haga el mismo lío de todos los días.

—Despiértense ya. Que tengo que hablar con ustedes...—digo y me siento en la cama sobandome los ojos.

—Es muy temprano para hablar... dormite.—dice Rebeca y se tapa con la colcha porque hace mucho frío hoy.

—Lu...—habla Mariana con el antifaz para dormir puesto.—Prende la calefacción que me congelo...—dice y siento como respira con la nariz un poco tapada.

—Ey... posta que hace frío ¿no?—dice Rebeca.

—Chicas me mandé una cagada...—hablo al fin y las dos se sientan en la cama preocupadas.

Saben que cuando yo me mandó cagadas, me las mando en serio.

—¿Qué hiciste Luisana?—pregunta Rebeca.

—No... no me digas que rompiste la planchita de nuevo...—prosigue Mariana tapándose el rostro de la angustia.

Exagerada.

—No... no es eso...

—Te lo cogiste al Ruso y Mateo se enojo...—agrega Rebeca.

—¡No! Creo que boquie un poquito lo que leyeron ayer en el diario de Eva... y capaz la flashe con su culo roto.—digo y Rebeca se empieza a reír.

—¡No! ¿Ustedes saben lo que eso significa?—exclama Mariana poniéndose de pie.—¡Me va a hacer la vida imposible esa mujer! ¡Miren si le hace algo a mi pelo! ¡Me muero!

—Ay no le va a hacer nada a tu pelo nena... no sabe que leímos el diario...—digo.—piensa que Luciano contó lo que pasó entre ellos...

—Uff... menos mal...—dice Rebeca.

—No chicas... tenemos que decir la verdad. Pobre Luciano... él no hizo nada...

—¿Desde cuando te importa Luciano?—pregunta Mariana.

—No es que me importe él... pero no sé, me da cosa.

—No Luisana. Eva no se puede enterar de esto... me va a matar. ¡Sabes que me odia! —exclama Mariana y yo bufo para después irme de la habitación.

(...)

Me dirijo a mi locker para buscar las cosas de la clase de Biología, cuando veo a Luciano buscando sus cosas también.

—Luciano...—digo yo y me mira.

—Hola Lu... ¿Qué pasa?

—¿Pudiste arreglarte con Eva?

—No... no hay caso... piensa que yo conté todo lo que pasó entre nosotros... y nada que ver... yo nunca le dije nada a nadie.

—Bueno yo...

—Lu... por fin te encuentro.—siento esa vocesita ronca reconocida y me doy la vuelta para ver a Mateo.

—Hola negrito...—digo y cuando quiero decirle una última cosa a Luciano, veo que ya no está.

—¿Pasó algo?—me pregunta.

—No... nada... ¿Como estás de la boquita?—digo y le acaricio la mejilla.—¿Te duele?

—No mucho... pero me voy a sentir mejor si me das un beso.—dice con esa sonrisa hermosa que tiene y yo le sonrío también para después darle un beso. El me abraza por la cintura y aprieta mi cuero al suyo.

—Que lindo es no tener que escondernos más...—digo yo y él me da otro beso.

—Era lo que más quería...

violencia adictiva » trueno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora