Capítulo 40

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—No me amenaces. Yo no tengo nada tuyo. No me jodas más, salí.—digo y la empujo un poco para que me deje salir del baño.

(...)

Me encuentro almorzando en el comedor de afuera, sola porque quiero pensar y no tengo ganas de hablar con nadie.

¿Qué voy a hacer con el Ruso?

La está pasando mal ya por su padre y ahora también por mi...

La carita con la que me miró hoy me partió el corazón.

Sufrir por alguien era duro... pero ver sufrir a alguien por vos, juro que es mucho peor.

—¿En qué pensas tanto vos?—sientoa voz de Mariana y veo que se sienta conmigo.

—En el Ruso... me da un poquito de pena...

—¿Pena por qué? Si mal no recuerdo el año pasado eras vos la que llorabas por él.

—Sí, pero... no es solo por eso...

—¿Por qué? ¿Qué le pasa al Ruso?

—No puedo contarte por ahora Mar... perdón.

—¿Contarle qué?—pregunta Rebeca y se sienta también.

—Si no se lo puedo contar a ella, a vos tampoco colorada.—digo y ella levanta una ceja.—Ah... con vos tengo que hablar...—le digo a Rebeca.

—¿Qué hice ahora?

—¿Por qué le dejaste de hablar a Máxima? Está muy mal por vos.

—Ya le dije a Máxima que no quiero nada serio con ella, Luisana... No es culpa mía que no esté enamorada.

—Bueno... pero ella quiere ser tu amiga nada más...

—Si me vuelvo a acercar a ella, se va a enganchar de nuevo y es lo que no quiero.

—Mm...—musita Mariana.—¿Es eso o a vos te gusta alguien más?

—¿Qué?—pregunta Rebeca y veo que se pone medió nerviosa.—No... ¿Quien me va a gustar? Nada que ver.

—Ay Rebeca, te conocemos y sabemos muy bien que cuando te gusta alguien te lo guardas. Alguna vez vas a tener que hablar de eso con nosotras.

—No, no puedo. Chau.—dice y se levanta de la mesa dejando su comida ahí.

—Tenemos que averiguar quién le gusta.—dice Mariana.

—¿Para qué? Déjala...

—Para ayudarla Luisana.

—Hola bombones...—reconocemos la voz de Camilo y se sienta en la mesa con nosotras.

—Hola Cami...

—¿Cómo están las dos chicas más lindas del colegio?—pregunta y las dos nos miramos sabiendo que viene a pedirnos algo.

—¿Qué necesitas Camilo?—pregunto yo.

—¡Eh! ¡Nada! ¿Uno no puede estar de buen humor ya?

—Lu...—levanto la mirada y veo a Martin parado en frente.

¿En serio justo cuando quiero estar sola viene todo el mundo a molestarme?

—Hola Martín.—contesto.

—¿Podemos hablar?

—¿No ves que está con nosotros nene?—contesta Mariana por mi.

—Deja Mar...—digo y me levanto de la mesa.—Yo también tengo que hablar con vos.

Después de todo tengo que pedirle perdón por acusarlo de haberme mandado un oso de peluche, cuando en realidad fue Mateo quien lo hizo.

—¿Qué pasa?—pregunto y empezamos a caminar por el patio en el solcito, ya que hace frío y eso nos calienta un poco.

Meto mis manos en los bolsillos y lo miro.

—Eh... no... habla vos primero.—me dice.

—Bueno... te quería pedir perdón... por lo del otro día. Que me metí en tu cuarto y... todo eso.

—Ah... no pasa nada... pero yo no te mande nada Lu, posta.

—Ya sé... ya sé. Por eso quería disculparme con vos. Fui una pelotuda impulsiva.

—No te preocupes... yo no vine a hablar de eso en realidad.

—¿De qué viniste a hablar?

—Me enteré que cortaste con el Ruso...—dice y yo aprieto los labios.

—No tengo muchas ganas de hablar de él...

—¿Por qué? ¿Te hizo algo malo? Decime porque te juro que lo mato...

—No... no me hizo nada. Yo lo dejé.

—¿Y se puede saber por qué?

—No estaba enamorada de él. Nada más.

—Ah bueno... entonces... ¿Te jode si te pido que vayas conmigo a la fiesta de hoy?

—¿Qué fiesta?

—¿No te dijeron? Ah bueno, pensé que ya sabían todos... Agustin va a hacer una fiesta en su casa.

—Ah... no sabía nada...

—Y bueno... ¿Queres ir conmigo o...

—Mira Martín... la verdad no estoy para nada ahora... yo...

—No, pero como amigos. Ya sé que no queres nada conmigo... me quedo claro el otro día.—dice y se ríe un poco y siento lástima por todo lo que le dije.

—Bueno, vamos juntos.—digo y veo que me sonríe.

—¿En serio?—pregunta y yo asiento con una sonrisa.

—Buenísimo, ponete linda temprano así vamos a comer algo primero... Bueno, aunque debe ser difícil ponerte más linda de lo que ya sos...—dice y yo me río.—Nos vemos más tarde...—sin más se va.

—Nos vemos...—digo aunque no me escucha y me muerdo los labios.

A Mateo no le va a gustar para nada esto...

Siento que alguien rodea mi cintura abrazándome por atrás y me doy la vuelta para ver a Mateo.

—Hola negrito...—le digo y le doy un beso.

—¿Donde estuviste todo el día? Tenes una carita... ¿Me podes decir que te pasa?

—No sé... tengo mil mambos en mi cabeza...—digo y él me agarra la mano y hace que nos sentemos en un banquito en medio del patio.

—Contame... capaz te puedo ayudar...

—Es que no sé muy bien que me pasa... anoche hice que Luciano y Eva se peleen por mi culpa y me siento mal por eso... sumado que me siento mal también por el Ruso... hoy me miro con una cara de dolido y te juro que me dio muchísima pena... Tampoco te estoy prestando mucha atención a vos ni a las chicas... estoy re pelotuda y no sé porque.

—Bueno nena... tenes que dejar de tomarte todo tan a pecho y dejar de pensar un poco... deja de preocuparte por los demás y preocúpate un poco más por vos misma...

—Eso intento, pero es muy difícil... Aparte me preocupa que el padre del Ruso se vuelva a zarpar con él y no tenga a quien contarle ni nada... 

—Mirá, si te soy sincero... yo también estoy muy mal por el Ruso... no me gusta estar peleado con él... pero lo que siento por vos es mucho más fuerte... Si tengo que elegir, me resulta imposible elegirlo a él...

—Sos un divino ¿Sabes?—digo y acaricio su mejilla.

—Bueno... hagamos una cosa... hoy es viernes... ¿Por qué no hacemos algo a la noche así te olvidas de todo esto? Mañana es mi cumpleaños... por si te olvidaste, me gustaría empezarlo con vos.

Uy la puta madre. Si me re olvidé... ¿Cómo mierda le digo que no puedo?

[...]

Mañana es el cumple de nuestro bebito❤️❤️

violencia adictiva » trueno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora