café

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Misuk se acercó con algo de timidez a la mesa de aquel chico. Hace unos días comenzó a  trabajar como camarera en una cafetería y todavía no se acostumbraba a la atención a los clientes, tenía miedo de arruinarlo todo con su torpeza.

—B-buenos días, ¿Qué le sirvo? —tartamudeó.

A Park Jimin, ese apuesto chico que siempre frecuentaba el café, le sorprendió en buena forma el nuevo rostro entre los trabajadores del lugar. No pudo evitar mirarla fijamente causando que ella se sonroje notablemente.

—Café negro y dos tostadas de pan francés por favor. —pidió con amabilidad.

Él era un hombre de negocios, siempre bien vestido y con su computadora portátil bajo el brazo. Sucesor de su padre en una empresa de automóviles muy famosa en Corea. Por mas raro que pareciera, le gustaba ir al café a trabajar desde su laptop mientras se deleitaba con las delicias que servían en el lugar. Esa cafetería, con su bullicio de fondo y las personas entrando y saliendo, era mucho más acogedora y tranquila que la soledad de su gran casa.

—Enseguida —dijo Misuk apenas terminó de anotar el pedido. Le regaló una sonrisa y se fue.

Al rato volvió con todo lo que el hombre pidió y con sumo cuidado comenzó a depositar todo en su mesa.
El señor Park paró de escribir en su computadora y la hizo a un costado para que no estorbase a la camarera.

Park Jimin era de esos que no le prestaban mucha atención a las personas, pues tenía cosas más importante que fijarse en desconocidos. Buscaba pareja pero no estaba tan al tanto de ello, creía que el amor llegaría solo y de forma inesperada. Aún así, cuando vio a Misuk por primera vez le llamó mucho la atención. Tal vez fueron sus ojos grandotes y brillosos o tal vez fue la suavidad de su voz al pronunciar las simples palabras "¿Qué le sirvo?". Sea lo que sea, Jimin no pudo terminar su trabajo porque sus ojos se desviaban hacia la bonita camarera quien hacía su trabajo. Intentaba disimular concentrándose en su computadora cada vez que ella pasaba cerca de su mesa, pero en cuanto Misuk se iba más lejos él volvía a observar los movimientos delicados de la chica.

La tarde pasó en un santiamén y Jimin seguía allí adentro, pues de tanto embobarse con Misuk se atrasó en su trabajo y ahora lo estaba terminando en apuros. El sol comenzaba a esconderse y la hora de cerrar la cafetería se aproximaba. La mesa de Jimin y otra más eran las únicas dos ocupadas.
Misuk terminó de juntar las tazas vacías de una mesa desocupada y se sacó el delantal. Suspiró con cansancio y tomó su mochila, saludó con un grito al dueño de la cafetería y finalmente se fue de allí dando por concluido su día de trabajo. El joven empresario la siguió con la mirada, esperando tal vez un "adiós" de su parte, pero no fue así.

—¡Niña! ¡Tu abrigo! —gritó de repente el dueño del local. Éste salió del mostrador con una sudadera gris en su mano derecha, corrió hacia la salida pero no vio a la chica por ninguna parte.

—Señor Oh —lo llamó el joven Park. El hombre de 75 años se acerco sonriente a él. Jimin, al ser un cliente regular de la cafetería, era bastante cercano al dueño. —¿Quiere que le lleve el abrigo a la camarera? —se ofreció con cortesía. En parte porque sabía que el viejo hombre no tenía las energías suficientes para alcanzárselo él mismo, y además porque esperaba poder ver a la chica una vez más.

—¿Tú podrías hacer eso? —el chico asintió y el señor Oh le entregó la prenda de ropa. 

—Claro. Sólo necesito su dirección y se la llevaré ahora mismo —contestó Jimin. 

El anciano tomó lápiz y papel y escribió el nombre de la calle en la que Misuk vivía. Se lo entregó a Jimin y éste lo miró por unos cuantos segundos. Finalmente pagó lo que había consumido en la cafetería y salió de ahí. 

Mientras Jimin conducía su auto el abrigo de Misuk yacía sobre el asiento del acompañante. Desprendía olor a café mezclado con perfume de mujer; una combinación rara pero agradable. El GPS indicó que la casa de la chica se encontraba a su derecha y estacionó el auto ahí mismo. Tomó el abrigo y se dirigió a la puerta de entrada de la casa. Suspiró, acomodó su cabello y toco timbre. Se preguntó si lo que estaba haciendo era raro o no, es que ni siquiera la conocía y ya había conseguido la dirección de su casa, temía que Misuk pensara que era un pervertido o alguien peligroso. Sus pensamientos lo convencieron de que parecía un degenerado y prefirió irse de allí, total le daría la prenda el lunes. No llegó a darse la vuelta antes de que la joven abriera la puerta así que no tuvo más opción que quedarse en el lugar.

—¿Hola...? —dijo ella escaneando el rostro de Jimin. 

—Uh, hola... —contestó él. Se rascó la cabeza y desvió la mirada con incomodidad. Parecía haberse olvidado como hablar con alguien. 

—¿Te conozco? —preguntó ella con desconfianza. Volvió a mirarlo con intensidad descifrando su rostro. Entreabrió la boca cuando recordó a Jimin. —¡Ah! ¿Usted estaba en la cafetería, verdad? 

Jimin asintió con la mirada clavada en el suelo, extrañamente se sentía nervioso. —Te olvidaste el abrigo allí. El dueño me conoce y me ofrecí a traértela. —le entregó la prenda gris y Misuk la tomó. —Discúlpame por haber venido tan tarde en la noche...

—¡Muchas gracias! —la chica observó su sudadera con una sonrisa. —Es mi sudadera favorita, fui tan tonta al habérmela olvidado... 

El joven rio apenas. —Bueno, pues ahí la tienes...

—Oye, de verdad gracias. Si no hubieras venido a traérmela probablemente no la hubiera recuperado hasta el lunes. Te debo una. —Misuk sonrió en agradecimiento. 

—Lo único que me debes es tu nombre —respondió Jimin con una sonrisa coqueta. 

—Misuk ¿y el tuyo?

—Jimin.

—¿Ah? ¡El señor Oh me habló de ti! —ella lo señaló con su dedo índice. —Sueles ir bastante a la cafetería, huh? 

El chico asintió reiteradas veces. —Soy un cliente VIP. —dijo él y ambos rieron. 

—Que bien, supongo que nos veremos seguido. 

—Eso creo —Jimin metió ambas manos en los bolsillos de su pantalón y miró a la chica con media sonrisa. —¿Entonces nos vemos el lunes? 

—Claro —Misuk sonrió. 

Jimin le dedicó una sonrisa y con la mano la saludó. Ella cerró la puerta y él finalmente subió a su auto. Si antes disfrutaba de ir a la cafetería, ahora lo haría incluso más. No podía esperar a que llegara el lunes. 

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Quedó raro, es que no tengo creatividad para nada pero aún así quiero actualizar seguido :( prometo compensarles con mejores cosas.


bts jimin ; historiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora