the nurse

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Tocaste tres veces la puerta de la habitación 013 y al cabo de unos segundos se abrió la puerta dejando ver a un chico alto y de cabello castaño.

—Aquí está la enfermera, Jimin... —se giró para gritarle al chico postrado en la camilla del hospital. —Adelante, se despertó hace unos minutos.

Sonreíste como respuesta y el chico se hizo a un lado para dejarte pasar. Te acercaste al supuesto Jimin y lo observaste de arriba a abajo como parte del chequeo.

—Hola... Jimin ¿Verdad? —el chico asintió con la boca entreabierta. —Soy la enfermera a cargo tuyo —le mostraste una sonrisa amable. Le diste una leída rápida a la ficha del paciente. —Así que... ¿Apendicitis? —preguntaste y él volvió a asentir.

—¿Por qué no hablas, tonto? Te sacaron el apéndice, no la lengua... —exclamó el otro chico que se encontraba con ustedes.

Jimin lo fulminó con la mirada y por fin se dignó a hablar. —Cállate, hyung. ¿Por qué no te vas?

El castaño alto rio y negó con la cabeza.

—¿Son hermanos? —preguntaste a la vez que te fijabas si el suero de Jimin estaba bien.

—No, soy uno de sus mejores amigos —explicó el castaño. —Su familia vive en la otra punta del país así que todavía están de viaje. Mientras tanto el resto del grupo y yo nos turnamos para acompañarlo.

Mientras el chico te comentaba el parentesco, tú lo escuchabas con atención a la vez que cuidabas de Jimin. Lo posicionaste de tal manera que estuviera cómodo, hiciste un control de sus signos vitales y le administraste un poco de medicación para aliviar el dolor post-operatorio. Jimin, por otro lado, no escuchaba a ninguno de los dos, pues estaba embobado observándote desde el segundo en el que entraste por la puerta de la habitación. Miraba cada uno de tus movimientos con un sonrojo imperceptible, cuando te acercabas un poco más a él se ponía nervioso pero lo disimulaba pretendiendo no importarle que estuvieras ahí.

—Eso es muy tierno —miraste a ambos chicos. —Eso es tener una verdadera amistad...

El castaño rio avergonzado. —Deberías poner en la planilla que la operación le afecto un poco, míralo ni habla —lo señaló.

Soltaste la carcajada y negaste levemente con la cabeza. Apoyaste suavemente tu mano en el hombro de Jimin y él te miró. —¿Cómo te sientes, Jimin?

Luego de unos segundos, el paciente habló. —Si hubiera sabido que los ángeles como tú te cuidan en este hospital, entonces me internaría más seguido...

Un poco sonrojada desviaste la mirada y sonreíste, estabas acostumbrada a escuchar a personas mayores darte halagos, pero nunca te pasó con un chico de tu edad.

—Ahí está el Jimin que conozco —dijo su amigo y se puso una mano en el pecho. —Ya volvió a la normalidad, no hace falta que anotes nada.

—Jin hyung ¿Qué tal si te vas a comer algo? ya hiciste mucho por mi —dijo Jimin y le hizo una no tan sutil mueca la cual su amigo captó al instante.

—¡Claro! mejor los dejo, estoy que muero de hambre —con una muy mala actuación se tocó la barriga y finalmente se fue de la habitación.

—Bien, Jimin, necesitarás hacer reposo durante una semana —te sentaste al borde de la camilla. —Lamentablemente no lo puedes hacer en tu casa, porque debes esperar a que te saquen los puntos para poder irte finalmente —le explicaste.

—No me importa, con tal de que tú vengas a verme todos los días... —respondió en forma coqueta.

—Ah, ya veo, cualquier oportunidad te viene bien para coquetear —bromeaste rodando los ojos. —Voy a tener que subir la dosis del sedante —volviste a bromear.

—Ey, me ofendes —rio el rubio. —¿Por quién me tomas?

Negaste con la cabeza restándole importancia y te acercaste un poco más a él. Jimin pasó de lucir prepotente a ruborizarse por completo.

—Voy a chequear como está la herida y voy a limpiarla —le avisaste, él asintió dándote lugar a que levantaras su camiseta.

La bolsa del drenaje estaba casi llena así que la cambiaste por una nueva. Retiraste el apósito viejo y tomaste una gasa para empaparla en agua con jabón y con cuidado la pasaste por sobre toda la herida para limpiarla. Jimin se estremeció al sentir el líquido frío sobre su piel y miró hacia el otro lado porque le causaba impresión ver semejante tajo en su abdomen.

—Te debe haber dolido horrores antes de la operación ¿no? —tomaste un apósito nuevo y se lo colocaste.

—Si, es un dolor insoportable.

—Te entiendo, yo también tuve que operarme de apendicitis a los 15 años.

—Estar aquí apesta, pero no apesta tanto con mi enfermera a cargo —volvió a decir en un tono seductor. —Me siento un privilegiado.

—Tú y otros 6 pacientes más...

El chico soltó una pequeña risa. —Vas a hacer que me ponga celoso —bromeó.

Terminaste de curarlo y te levantaste de la camilla, acomodaste todos los productos sanitarios y te sacaste los guantes de látex. Le regalaste una sonrisa dulce y el rubio te devolvió otra.

—Ya está, volveré a pasar a la hora de la cena para traerte la comida. —anotaste unas cosillas más en la ficha y lo volviste a mirar. —Si necesitas algo más puedes apretar ese botón y vendré enseguida. —señalaste dicho botón y él apenas lo vio lo apretó.

Te cruzaste de brazos, confundida y esperando respuesta de Jimin.

—Necesito algo más.

—¿Qué?

—Tu nombre y tu número. —exclamó con cara de inocente.

Rodaste los ojos y negaste con la cabeza. —Mejor descansa... —dijiste por última vez antes de salir por la puerta.

bts jimin ; historiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora