crush

202 17 1
                                    

—Tendré que separar al grupito del fondo si siguen hablando —amenazó la profesora sin siquiera darse vuelta a mirarlos. Escribía en la pizarra una ecuación matemática que poco entendías.

Los siete jóvenes sentados allá atrás, dejaron de murmurar y reír cuando escucharon la voz de la mujer. Uno de ellos vociferó un "lo siento" y la clase volvió a quedar en completo silencio. La paz no duró mucho, tan solo unos dos minutos después, los chicos volvieron a bromear entre ellos y hablar estupideces. Los profesores ya los conocían y entendían lo difícil que podía ser lidiar con un grupo como ese, el resto de los compañeros también los conocían y, a pesar de que muchas veces no dejaban trabajar al resto, no eran malas personas y muchos los tomaban como los payasos de la clase. El resto de los alumnos, con el paso del tiempo, lograron crear un interruptor para callar sus voces en sus mentes y así poder sobrellevar las clases sin interrupciones, pero para los educadores seguía siendo un problema. No sólo atrasaban a sus compañeros, también se atrasaban ellos mismos en las lecciones.

La hora de matemática pasó bastante lenta, pero pasó al fin y al cabo. Después de un rápido y corto receso para comer algo e ir al baño, la clase volvía a su salón de siempre para esperar la llegada del profesor de artes. Durante la espera, conversabas animadamente con tu mejor amiga y compañera de banco, por ahí se sumaba a la conversación otro de tus amigos sentado en la banca de adelante y volvía a usar su teléfono. El grupo de amigos más famoso de la escuela carcajeaban y hablaban en voz alta como si fueran los dueños del lugar. Tu amiga, sentada frente a ti y con la vista hacia ellos, dejó de hablarte de la película que vio el fin de semana para mirar a los chicos con el ceño fruncido. Te giraste para ver que estaba pasando y, al hacerlo, los viste reírse y mirarte de reojo. Volviste a ver a tu amiga y ella te miró confundida.

—Estaban observándote. 

Te giraste de nuevo, esta vez para observarlos tú a ellos. Si tenían un problema contigo, que te lo dijeran en la cara antes de soltar carcajadas a tus espaldas.

—¿Qué tanto miras? ¿Ya te enteraste que Jimin está enamorado de ti? —gritó Seokjin. 

Inmediatamente se escuchó un "uuuuhhhh" de parte de todos tus compañeros, incluso del resto de los chicos de ese grupo. Se escucharon jadeos de sorpresa, risas y más comentarios acerca de la bomba que acababa de estallar. El nombrado, que tenía una expresión burlona, nunca se imaginó que su amigo lo iba a exponer de esa manera. Cambió su cara a una sorprendida y le pegó a Seokjin en la cabeza, mientras que éste reía sin parar. Con las mejillas coloradas, te miró boquiabierto sin saber que decir.

Rodaste los ojos, porque creías que estaban bromeando, pero cuando viste a Jimin esconder su rostro entre sus manos, comenzaste a pensar que tal vez su amigo había dicho la verdad. Desviaste la mirada hacia a tu amiga, quien reía por lo bajo y te guiñaba el ojo. A ver, Jimin no era feo, de hecho, era considerado uno de los más atractivos de la escuela entera, y tú no eras inmune a su belleza. Pero era un tonto, un burlón que se creía el mejor cuando estaba con sus amiguitos. Eran populares y ellos se juntaban con otros populares. Tú no caías dentro de esa categoría. 

—¡Hey! ¿No dirás nada? —te confrontó Taehyung, otro de los payasos del grupo. 

Decidiste ignorarlos para no tener que lidiar con ellos. Tu amiga negó con la cabeza y decidió mostrarte algo de su teléfono.

—Déjala, estúpido —escuchaste a Jimin regañar por lo bajo. 

Las risas cesaron cuando el profesor apareció por la puerta y tú agradeciste que hubiera llegado, porque ya no soportabas ni un segundo más. Las dos horas de clase restantes pasaron mucho más rápidas que las anteriores, pues arte era una materia que disfrutabas y al parecer, todo lo bueno pasaba con rapidez. El timbre de salida sonó y con tu amiga se levantaron casi primeras para salir de la sala y dirigirse a sus casa.

Creíste que esa tonta broma quedaría en el olvido, hasta que escuchaste la voz de Jimin llamándote a tus espaldas. Te giraste para mirarlo con seriedad, no querías seguir escuchando sus tonterías.

—Lo siento por eso —se disculpó algo nervioso. —Mis amigos son unos tontos...

—Si era una broma, no fue graciosa —negaste con la cabeza.

—¿Y si no fuera una broma?

—Entonces hubiera sido gracioso.

—¿Por qué?

—Porque sería lo más ridículo del mundo. 

—¿Tú y yo seríamos ridículos?

—Claro. No combinamos. 

Tu amiga hizo una mueca, no quería participar en lo que sea que era conversación. Se despidió y dejó solos a Jimin y a ti afuera de la escuela. 

—Era verdad. 

—¿Huh?

—Que me gustas, de verdad —confesó de brazos cruzados. 

—Ahora que no tienes a los gorilas a tu lado para que se rían es bastante incómodo ¿No?

Comenzaste a caminar para tu casa, ya no querías seguir en esa conversación tan absurda. Ni siquiera sabías por qué se la habían agarrado contigo, tú nunca los molestabas. Jimin te siguió el paso, te diste cuenta porque era un poco mas alto que tú y la sombra de su cuerpo se proyectaba delante tuyo. 

—¿Qué debo hacer para que me creas? 

Pensabas ignorarlo y seguir tu camino, pero el chico se puso delante tuyo. 

—No esperes que te crea sabiendo que eres un payaso que vive bromeando. 

El chico te tomó del brazo y, de manera no tan brusca, te llevó hasta una calle vacía. Tus quejidos no fueron suficientes para que te suelte. Te apoyó contra la pared lateral de un edificio antiguo y se acercó demasiado para tu gusto. 

—No pretendo ser gracioso —te tomó de los hombros. 

Lo miraste con una ceja enarcada y, antes de que pudieras decir algo, estampó sus labios contra los tuyos, besándote por unos largos segundos. Lo separaste de ti y volviste a mirarlo con sorpresa.

—¿¡Estás loco!?

—Si. Por ti. —respondió, esta vez bromeando. Dejó ver su sonrisa burlona tan bonita y tú amagaste con irte.

—Déjame ir.

—¿Sigues sin creerme? ¿Debería besarte de nuevo? 

—Ni se te ocurra.

—Entonces dime que me darás una oportunidad.

—¿De verdad te gusto? 

El joven asintió reiteradas veces. —Pensaba decírtelo durante la fiesta de fin de año, pero el idiota de Seokjin lo arruinó. Ahora lo sabe toda la clase y, probablemente, todo el colegio. 

—Jimin, yo...

—Ahora tendrás que salir conmigo para no dejarme en ridículo frente a todos. 

Carcajeaste suavemente y te cruzaste de brazos. Tal vez deberías darle una oportunidad, no era un chico malo ¿Quién sabe? Podría llegar a ser la mejor relación amorosa de tu vida. 

—Está bien. —asentiste sonriente. —Aunque, te advierto que tengo un hermano mayor sin miedo de romperte las piernas en caso de que me lastimes. 

Jimin hizo una mueca y negó con la cabeza. 

—Te demostraré que no soy siempre el mismo tonto que cuando estoy con mis amigos. —volvió a besarte y esta vez cediste al beso. —Vamos, te acompañaré a tu casa. 

bts jimin ; historiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora