11 - Como una pesadilla

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Los meses pasaron rápidamente, parecía que todo era de color de rosa e iba viento en popa.

Jotaro y Jime iban y venían juntos de la escuela; los fines de semana, incluso, tuvieron sus primeras citas: fueron a comer comida chatarra, visitaron una feria y conocieron un acuario, donde a Jotaro se le veía bastante interesado.

Holy estaba que derramaba felicidad, ya era notorio que sus pequeños estaban en una relación, incluso los había sorprendido alguna vez dándose un beso en el jardín.

Aquellos encuentros íntimos y secretos eran cada vez más constantes. En cualquier cuarto se veían entrada la madrugada, para besarse y toquetearse, tratando de aplacar aquellos deseos carnales que pegan fuerte en la adolescencia.

Así fueron los días, y estaban dispuestos a disfrutar juntos las vacaciones que se aproximaban. Incluso tenían planes de visitar más acuarios, y después recorrer algún mar cercano, idea de Jotaro.

Prometían ser unas vacaciones espectaculares.

Un día de aquellos, mientras Jotaro y Jime veían una película con Holy en la sala, compartiendo palomitas, el teléfono resonó. Holy fue a contestar rápidamente, dejando a los chicos inmersos en la película.

—¿Sí? ¿Diga? Residencia Kujo.

—Holy, me alegra escucharte...

—¡Judy! ¡Igualmente! ¿Todo bien en el extranjero?

—Pues, no realmente, tengo un problema, Holy...

—¿Qué sucede?

Holy tardó un rato más al teléfono, escuchando con atención y sintiendo angustia en su pecho. Se encontraba en silencio, hasta que mencionó, después de un rato:

—Le diré, tú tranquila, y no te preocupes, yo me encargo de todo... cuídate. Estamos en contacto.

Holy colgó lentamente y se quedó ahí, respirando con lentitud; luego observó a su hijo y a Jime, ella recargada en un brazo de Jotaro, que reposaba sobre el sillón, mientras comían palomitas.

Necesitaba valor para decir lo que tenía que anunciar, así que inhaló aire y se acercó a los chicos, lentamente. Apagó el televisor y los observó con angustia.

—¿Tía Holy? ¿Todo está bien? —preguntó Jime, frunciendo el ceño.

Jotaro observó a su madre e inmediatamente se dio cuenta de que algo no estaba nada bien, así que esperó a que hablara.

—Cariño —comenzó Holy, alzando sus manos para tomar las de Jime, ella se las tendió sin pensarlo.

—Tía Holy, ¿qué pasa?

—Es tu padre, pequeña. Me habló tu madre y... bueno, él está en el hospital...

—¡¿Qué?! ¡¿Qué le pasó?!

—Su corazón no está nada bien, y está delicado. Tu madre quiere que le llames... quizá tengas que...

—Entiendo, tía Holy, no te preocupes... eh... gracias por avisarme —contestó Jime, apretando las manos de Holy para correr al teléfono después.

Jotaro observó a Jime correr; notaba la angustia de ella, y no esperaba menos, su padre estaba enfermo y muy grave, al parecer.

Holy y Jotaro esperaron en la sala a que Jime terminara de hablar con Judy. Mientras tanto, Holy observaba el rostro de su hijo, notaba cierta angustia en él, aunque se sabe bien que Jotaro siempre mantiene la calma en situaciones delicadas; más bien era una mirada que ya se imaginaba lo que venía.

Mi Mejor Recuerdo. Jotaro Kujo x LectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora