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Sí cualquier alfa que la viera en ese estado, short ajustado y un poco corto, sudadera grande, tenis estilo choclo, dos colitas formadas en su pelo color menta descansando en sus respectivos hombros, la definiría como una candidata perfecta para formar una familia.

En la universidad en la que se encontraba los y las omegas tenían como propósito conseguir un alfa. Eran muy pocos los omegas que salian de la universidad sin un lazo, y los que lo hacían, decían que era más difícil encontrar pareja después, ya que la edad perfecta, para que un omega establezca una vida de acuerdo a los estereotipos de la sociedad, era entre los 18 y 25 años.

YoonJi, a sus 20 años de edad, se encontraba en pleno estudio para ser enfermera, por supuesto que tenía más que dos o tres pretendientes muchos alfas y betas estaban tras de ella, sin embargo, a ella no le gustaba ninguno de los y las que le mandaban flores y cartas intentando cortejarla. No, a ella le gustaba cierta alfa de especial carácter, coqueta con todos y todas los omegas que le pusieran enfrente, risueña y traviesa, con apariencia de niña buena, pero, siendo todo lo contrario. Y era nada más, y nada menos que Park Jimin.

Para mala suerte de YoonJi, Jimin la ignoraba en su totalidad, en algunas ocasiones le hacía caras o la trataba como una niña tonta. ¿Por qué la trataba así?, ¿que no, sí encajaba en todos los estereotipos, todos la querrían? Esto era muy confuso para YoonJi, ya que la única alfa de toda la universidad de Seúl que no le hacía caso era la única alfa que la volvía una colegiala enamorada.

YoonJi conoció a Jimin en una fiesta organizada por la Facultad de medicina, ahí chocó con ella, como todo un cliché, sin embargo, lo último que Jimin hizo fue tomarla de la cadera y disculparse, al contrario, dejó que se cayera y pasó de ella como si no existiera. Desde ese momento, a YoonJi le intrigó esta peculiar forma de ser, y así, Park Jimin se convirtió en el amor platónico de Min YoonJi.