CUATRO

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Maratón 2/2

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Miraba la botella de cerveza que colgaba en mi mano con total interés, simplemente para evitar que alguien pensara que era una buena idea acercarse, realmente no tenía ganas de hablar esta noche.

El buen humor que se instaló en mi interior después de encontrar la mirada hermosa de Joaquín sobre mí durante el entrenamiento esta tarde, se había esfumado al momento en que entre a mi casa, pues una abofetada fue lo que me dio la bienvenida.

Abofetada que me hizo querer realmente llevar a cabo el plan que tengo desde que tengo 12 años; el cual consiste en una casa que parece abandonada al sur de la ciudad, la cual le pertenecía a mi abuelo materno, y que mis padres no sabían, había heredado desde que este murió.

Sí, la idea de irme era realmente lo que quería hacer, pero no era tan fácil. Mucho menos cuando tenías de padres a los míos, los cuales no tardarían ni una hora en encontrarme y hacerme regresar a ese puesto que me ha sido asignado desde que tengo memoria, junto con una persona que no conozco, y que dudo tener ganas de conocer algún día. Pero tampoco es como si eso les importara a mis padres.

Sin pensarlo más, bebí todo lo que me sobraba de la cerveza.

La fiesta de Roy había comenzado hace más de 2 horas, pero no había nada realmente interesante adentro, por lo que en cuanto Ren me mandó un mensaje diciendo que venía en camino y que me traía una sorpresa, no dude en salir a esperarla en la banqueta del vecindario, no era como si fuera peligroso, después de todo, todos en este lugar éramos tan malditamente ricos que los delincuentes estarían condenados si algo nos pasará.

Mire a ambos lados de la calle en busca de mi pequeña mejor amiga, pero nada.

Pasaron cinco segundos en cuanto un taxi entro a la calle de Roy, y de inmediato me puse de pie para recibir a Ren, el taxi se paró frente a mí, y antes de que pudiera hacer alguna mueca al notar que no venía sola, la puerta de mi lado fue abierta, y una emoción indescriptible me envolvió de inmediato.

Joaquín Bondoni Gress. Sí, sí Señores, mi futuro esposo estaba aquí.

La manera en que bajo del aquel taxi casi me hizo dejar de respirar, pero no puedo decir que estaba exactamente vivo después de ver lo que traía puesto.

Un crop top de leopardo, dejando ver su cintura a la perfección, unos pantalones holgados color rojo, pero no tan holgado como para no poder apreciar con detenimiento su trasero, un cinturón negro, botas negras y unos lentes negros sobre sus rizos revueltos eran lo que complementaban su oufift.

Y sí, yo ya estaba en las nubes cuando llegaron frente a mí.

—Ya te he dicho muchas veces que es incómodo que me mires de esa forma, Emiliano. —dijo Joaquín mirando la casa detrás de mí como si fuera la cosa más interesante del mundo, pero yo ya estaba perdido.

Era impresionante la manera en que el solo ver su rostro y tenerlo cerca me hacía olvidar por completo quien era, y a que había venido al mundo, poniéndome en la mente que definitivamente Dios me creo para apreciar el arte que era cada lunar en la piel de Joaquín.

—Sabía que esto pasaría. —dijo Ren a mi lado con gracia. —Te lo dije Joaquín. —dijo dirigiéndose a su hermano, y haciéndome fruncir levemente el ceño. —Harías más pendejo a Emilio de lo que ya está con esa ropa.

Y ahí, justamente ahí pude notar algo en el rostro del rey de mi corazón que me hizo sonreír ladino; algo llamado sonrojo.

Un sonrojo que solo había podido apreciar en aquella fiesta de Azul, cuando comencé a besar su cuello y luego mire sus lindos ojos, encontrándome con mi imagen favorita hasta el momento de Joaquín; un Joaquín Bondoni sonrojado. Nunca podría olvidar su sonrojo.

The king. || Emiliaco. [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora