TREINTA Y TRES

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Dos meses después

Madrid, España.

🔴

Muchos son despertados de maneras más normales, de eso estoy completamente seguro. A varios los despierta su madre gritando por la casa, diciéndoles miles de cosas que deben hacer durante el día. Otros, se despiertan por los gritos de sus hermanos peleándose o llorando. Otros se despiertan por el ruido de los carros pasar por su casa, y muchos otros, se despiertan por su molesta alarma.

Sí, hay muchas maneras de despertar, y esta es la mía; la guitarra de Emilio, junto con su voz.  

"Y es que al fin,
Si te casas con un loco...
Vas a ver,
qué es la magia poco a poco

No podrás distinguir
Entre besos y palabras
Un te quiero no me alcanza
Dame todo, di que sí"

Canta, y simplemente atino a sonreír, aun sin abrir los ojos. Sé perfectamente que está sentado sobre el piso, viéndome con una sonrisa boba. Siempre hace eso desde que pudo comprar su guitarra. Desde ese día, todas mis mañanas comienzan así, con él despertándome de esta manera. Y aunque antes realmente odiaba que me despertaran, el hecho que lo haga él, es todo lo que amo en mi vida desde hace dos meses.

"Y si bailamos, tan solo bailamos...
Y si tus pies nuestra historia escribieran,
Como si fuera este el final de un cuento
Y nadie más en el mundo existiera.

Y si bailamos, tan solo bailamos,
Al ritmo y paso que tú prefieras...
Voy a rogarle sin descanso al tiempo
Que esta canción dure mi vida entera...

Que esta canción dure mi vida entera"

La voz de Emilio por las mañanas siempre es más grave, por lo que al momento de cantar, hace que mi corazón lata con gravedad, pues es realmente increíble. Su voz es lo más hermoso que puedo escuchar. Su voz es lo único que quiero escuchar antes de abrir los ojos. 

Escucho como deja su guitarra sobre su base, y sonrió aún más, sé lo que viene. En un segundo, siento su cuerpo sobre el mío, mientras sus labios acarician mi rostro con suavidad. Reprimo una pequeña risa que quiere salir cuando sus rizos acarician mi mejilla, están más largos que nunca, y hacen cosquillas. Sus labios comienzan a dejar pequeños besos por mis mejillas, y suelto un suspiro, mientras mis manos van directamente a su cuello, abrazándolo, todavía sin abrir los ojos.

Emilio sonríe contra mi piel, para después dejarse caer completamente sobre mí, abrazándome por la cintura, sacándome una pequeña risa. Amo despertar así.

—Buenos día, Rey. —susurra contra mi oído.

—Buenos días, guapo. —respondo casi ronroneando, mientras sus manos acarician mi silueta con suavidad. —Gracias por despertarme.

—Sinceramente todavía es temprano. —dice, para después bajar una de sus manos hasta mis muslos, para acariciar, sacándome un suspiro. —No vamos tarde a ningún lado.

Sonrió, y al fin abro los ojos, encontrándome con una cabellera rizada completamente despeinada sobre mi pecho, que no me deja ver ni siquiera sus ojos, por lo que rio, y como siempre, le quito el cabello de la frente para poder mirar aquellos ojitos que me miran con fascinación. Lo miro igual, porque todo en él lo es.

—Nunca tienes suficiente, ¿verdad? —pregunto coqueto, mientras mis manos acarician su espalda desnuda.

Amo también que nunca duerma con camisa, es más fácil por las mañanas de esa manera. Noto la manera en que sus pupilas se dilatan un poco más, y eso me dice más que su negación con la cabeza.

The king. || Emiliaco. [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora