Ira I

640 56 6
                                    

—donde están las facturas de los últimos meses?— grité por lo alto.

Era de saber que para que las cosas salieran bien en este lugar debo hacer las cosas yo, pero como tengo tanto trabajo no puedo andar encargándome de todo.

Salí de mi oficina y caminé por la tienda, allí se encontraban dos de los empleados.

—me pueden decir donde rayos han puesto las facturas?— me quedé obervando la situación ambos se miraron y luego el chico empezó a hablar.

—s...s...señor, las había puesto sobre su escritorio— dijo un tanto inseguro.

—me estás diciendo mentiroso?— clavé mis ojos sobre él y el chico ahora empezaba a ponerse un tanto tenso y podía ver gotas de sudor bajando por sus cienes.

—n-n-nooo no es eso, quizá es un mal entendido—dió un paso— puedo ir a revisar por usted.

Esto ya era el colmo, sentía que mi sangre empezaba a hervir.

—acaso crees que soy un inútil?— me paré firmemente a esperar una respuesta de su parte.

—señor... no quiero que me mal entienda simplemente quiero hacer mi trabajo bien— el chico nerviosamente respondía.

—entonces has bien tu trabajo , tienes 3 minutos para entregarme esos papeles y si no están en la palma de mi mano considérate despedido.

—tic tac tic tac... 2 minutos y 59 segundos....

Me divertía hacer esas cosas, las personas incompetentes debían recibir un castigo por eso, odiaba que no hicieran las cosas bien.

El chico salió disparado hacia mi oficina mientras yo observaba a la chica que estaba frente al mostrador observándome de una manera inquietante.

—que me ves o que?— le pregunté mientras clavaba mis ojos en ella.

—nada, solo observo la situación— dijo de manera pacífica y desinteresada.

Me molestó su actitud, acaso me estaba enfrentando?

—Y tu quién eres?— respondí ahora un poco más calmado.

—soy todo lo que crees que puedo ser...— dijo

Que dijo?... no estaba drogado ni nada por el estilo, que quiso decir?

—que?— confundido pregunté

—una empleada— dijo apartando su mirada de mi mientras observaba un inventario.

Acaso esta niña estaba burlándose de mi?

Me  acerque lo suficiente como para oler su perfume, era mucho más bajita que yo quizá medía algunos 1.67 así que debía inclinar mi cabeza hacia abajo para poder observarla mejor.

—te estás burlando de mi?— usé el tono más profundo que podía utilizar ante esta situación.

—cree que lo hago?— contestó aún sin mirarme a la cara.

—yo creo que si, y eso me está poniendo furioso— apreté mi mandíbula mientras esperaba su respuesta.

—creo que lo que usted está creyendo es solo producto de su imaginación—

—si que me estaba vacilando—

Y exploté...

—Aiishhh quien te crees que eres?... mírame a la cara cuando te hablo!— exigí

Levantó levemente la cabeza—ya le dije, solo soy una empleada— y continuó en lo suyo.

Le arrebaté los papeles de la mano y los lancé lejos.

—te crees mejor que yo solo porque utilizas ese tono pasivo y te haces lucir como la buena del cuento?... te victimizas, das pena!— dije furioso

—simplemente es mi manera de hablar, no soy la buena solo que usted está tan alterado que no puede distinguir las cosas y no soy una victima, como dije, soy una empleada— concluyó mientras caminaba y se acercaba a tomar los papeles del piso.

Pequeña mocosa, nunca nadie me había tratado así...

—Señor aquí están los papeles!— el chico apareció de la nada corriendo con los papeles en su mano.

—A...aq..aquí están— dijo mientras jadeaba y transpiraba sin parar.

—gracias, pero ya no los necesito— dije girando mi cabeza hacia el.

—pe...pero señor us— seguía hablando.

—te dije que no, ahora lárgate de mi vista!—

Volví a girarme hacia la chica.

—cual es tu nombre?— pregunté lo más pasivo que pude.

Ella me observó con pocos ánimos y contestó.

—shin seiying—

—que tiempo tienes trabajando aquí?— puse atención a sus palabras.

—3 meses—

Nunca la había visto, digo, nunca me había interesado en ver a mis empleados realmente, era agotador y tener que perder mi tiempo en eso tampoco era de mi agrado.

—y por qué trabajas aquí?— alce una de mis cejas esperando pacientemente por su respuesta.

—porque necesito el dinero para pagar mi universidad— respondió calmadamente.

—y con quién vives?— la observé

—sola— dijo secamente

—y tie...— no me dejó terminar mi pregunta

—acaso es un interrogatorio— firme y desganadamente respondió.

Me había quedado en shock, está chica tenía carácter, pero yo tenía aún más, si quiere jugar pues entonces jugaremos...

—no, pero te gustará saber que deberás contar los granos de café en la máquina espero que mañana me digas cuántos hay porque de lo contrario tendrás que contrar los granos de arroz de aquel saco de 40 libras— apunté victorioso.

La chica se quedó muda, simplemente caminó hacia la máquina y empezó a contar.

Creo que a partir de ahora venir al trabajo será más emocionante.

...

La ira ofusca la mente, pero hace transparente el corazón.

𝑳𝒐𝒔 𝒔𝒊𝒆𝒕𝒆 𝒑𝒆𝒄𝒂𝒅𝒐𝒔 𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒂𝒍𝒆𝒔 (𝒃𝒕𝒔)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora