doce meses

agosto

Sol. Solo podía ver luz.

Tan rápido como me hundí

fue como salí a la superficie.

Nos mirabas desde lejos,

pero yo y él sabíamos que en el fondo,

estábamos solos en nuestra burbuja.

Me llamaste una noche llorando,

borracho

(de nuevo)

y dijiste que estabas arrepentido por haberme hecho daño.

Y que te perdonara.

Tonto, tonto.

Ya estabas perdonado.

Querías volver a unirme y juntar cada pedazo que habías roto,

pero estaban juntos de nuevo.

Y cuando te dije que fue gracias a vos,

me ensordeciste con tu alegría.

Me preguntaste que habías hecho;

yo te dije

que me habías llevado hasta donde estaba mi mayor esperanza.

Me preguntaste si me refería a él.

Solo una afirmación fue suficiente como para entender que tenías el corazón roto.

Lloraste en el teléfono.

Por un momento,

lamenté haberte sido tan sincera.

Pero nunca esas palabras estuvieron de más. La verdad es, tal vez, lo que más me curó.