Capítulo IV

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El Túnel era una comunidad de personas de todas las edades que habían sido víctimas de la injusticia social actual instaurada en el mundo, un hombre llamado Oscar Compi, un científico que había participado en muchas investigaciones a manos del gobierno para solventar la problemática, años atrás de la catástrofe de algún modo sabía lo que se avecinaba.

No habría que tener un dedo extra de frente para reconocerlo, se veía el cinismo y la manera en la que estaban tratando las cosas era inhumano, solo querían una manera drástica de despoblar el mundo y lo despoblarían según su criterio, países con hambruna y subdesarrollo serían los primeros en sufrir las bajas, los primeros en no recibir ayuda y los primeros en casi desaparecer, como sí una bacteria respetara algún tipo de documento de identidad como sería el pasaporte o sí la necesidad humana se resumía en eso, en el exterminio total.

"Vivir o morir, tú decides" Había escuchado eso un centenar de ocasiones, sus ojos cansados en medio de la noche, se cuestionaba qué había hecho mal o hasta donde podía llegar su maldad. Se sentía un monstruo, un monstruo capaz de asesinar niños y bebés.

La supervivencia de la humanidad en el planeta, a medio y largo plazo, está condicionada por la manera en que el ser humano decida vivir y convivir. Sí la guerra es tu mejor opción, no creas que muertes no habrán. Óscar había renunciado mentalmente a su labor y decidió juntarse con otros médicos que había hecho quejas, construyeron fortalezas, las equipararon de semillas y con pequeños grupos armados (como guerrillas) conversaron hasta llegar a un acuerdo, salvarían al mundo en pequeños grupos, habían creado distintas sociedades y unas con otras se comunicarían cuando fueran necesario.

Óscar fue asesinado, meses después de declarar que existía una cura a manos de una doctora muy famosa, fue asesinado, así como él, la desaparición de un grupo gigantesco de médicos, científicos y enfermero hizo un saludo, el mundo había perdido la esperanza pero Óscar junto a su grupo habían regalado la vida.

El Túnel era la vida, habían niños y bebés allí, que crecerían con sus padres y vivirían bajo tierra hasta que fuese necesario. Los grupos armados no eran un pelotón como una armada como la rusa o inclusive la inglesa pero Óscar había dejado claro que el ser humano era capaz de hacer cosas increíbles si se los proponía.

Kiran estaba mirando a Hellen de frente, compartían una cama individual y sus respiraciones se mezclaban en ocasiones, el cachorro dormía plácidamente bajo la cama gracias a los medicamentos que le habían dado. Kiran miraba a Hellen dormir, se sentía inmersa en sus pensamientos y la necesidad de concluir algo con certeza le perseguía. No sabía porqué pero llevó su mano hasta el pecho de Hellen, había una cicatriz, la piel estaba rosada y la cicatriz estaba gruesa, bastante gruesa, una textura peculiar para recordar bajo su tacto.

Hellen poco a poco abrió sus ojos y se encontró con los ojos fijos de Kiran y su dedo acariciando su cicatriz.

—Así como a ti, me torturaron. —Kiran se asustó un poco, casi pega un grito pero Hellen colocó su mano sobre su boca y negó levemente con su cabeza. —Shhh. —susurró.

—¿Por qué te torturaron? —Kiran, seguía acariciando sus cicatrices, le hacía pensar en todo el dolor que recordaba y le hacía cerrar sus ojos como sí pudiera sentir el dolor que Hellen había vivido.

—Porque oculté a un niño, no lo asesiné. —le miró con miedo, tenía miedo de que le mirara con miedo.

—¿Asesinabas niños?

Hellen asintió cerrando sus ojos mientras Kiran pasaba sus dedos con cuidado sobre su cuello, pasó sus uñas y Hellen abrió sus ojos de impacto, tomó la muñeca de Kiran y la acercó tanto que creyó que le daría un cabezazo. Estaba respirando con violencia.

METANOIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora