A pocos metros de su persona veía la espalda desnuda, la misma se contraía, tenía múltiples hematomas y veía caer el agua sobra la fina piel pálida, la piel se ponía de gallina y a través de los detalles podía notar cuán lastimada estaba su piel. La parte más corta de su cabello empezaba a notarse más, una capa oscura de cabellos casi blancos se notaban o creía que aquello era gracias a la luz de la mañana. Trataba de limpiarse la sangre seca pero apenas lo había logrado. Escuchaba su respiración pesada y veía como cada músculo tomaba una nueva tensión. Aún con la piel mojada deslizó la camiseta negra agujeareada y se giró dándose cuenta que le observaban. Tenía el cabello cubriéndole la frente, notaba mechones bastante claros y su rostro ya no tenía rastro de piel seca. Sus ojos se sentían fríos y lejanos, se acercó con lentitud y acarició su hombro.No se dijeron nada. Se retiró la chaqueta que ella misma le había dado y la camisa. Con la mirada puesta sobre su piel, analizando cada tatuaje, cada detalle, tenía lunares por doquier, tenía gruesas cicatrices y tatuajes con líneas choretas. Dejando de lado su ropa, esperó por ella, tomó del agua fría y mojó el trapo que había utilizado para limpiarse a sí misma. Lo deslizó sobre la piel de su acompañante. Pasaba el trapo húmedo por su cara principalmente, no le veía a los ojos, su mandíbula estaba tensa y una fina línea de humedad se notaba en su piel. Limpió su rostro con cuidado, donde estaba la piel seca, mostrando una roncha fresca de la posible herida de la noche anterior. Pasaba el trapo por su piel eliminando el rastro de la suciedad, la sangre seca y el sudor. Volvía a sumergir el trapo y repetía la acción. Limpió sus brazos, su pecho y su espalda, le respiró cerca de la piel y le ayudó a atarse el cabello. Compartían miradas fugaces y se hacían sentir cerca con pequeños roces de la piel. Al terminar le acercó su camisa y la chaqueta.
Había notado que estaba descalza, sus pies eran pálidos y delgaduchos, tenía una cicatriz en cada pie, una línea casi perfecta de piel curada. Pudo notar que tenía lunares y pequeñas marcas en su rostro, sus pestañas tenían las puntas casi blancas de lo claras que eran y su cabello, había notado algo peculiar en su cabello, era como sí la raíz fuera de blanco nieve y le causó curiosidad. Su acompañante son su dedo índice derecho tocó su nariz.
—Es mí secreto. —murmuró Hellen, muy cerca de su rostro, Kiran sonrió, le gustaba el contacto.
—Tu secreto dentro de unos días va a ser más que obvio. —susurró, a lo lejos, el cachorro mordía un palo echado en el piso.
Julia reposaba sobre Paula y ambas parecían estar en una perfecta posición para la comodidad mutua.
—Podría decir que son canas. —murmuró, Kiran capturó su mano que iba devuelta al agua.
—Estás fría. —se miraron a los ojos. —¿No son canas? —cuestionó, le había parecido extraño, Hellen era joven.
Hellen negó con su cabeza y se sentó a su lado, esperaba que sus pies se secaran con aquella humedad iba a tardar una eternidad pero no volvería a colocarse las botas o sus pies sufrirían.
—Es una larga historia. —ladeó su cabeza, parecía un niño pequeño, uno que había sido descubierto robando dulces.
—Cuéntame, tendremos un buen rato aquí. —se acercó a ella, le gustaba su calor corporal, sus manos estaban heladas, pero desprendía una calidez.
—Pero prométeme una cosa. —susurró, Kiran asintió y ella extendió su meñique. Kiran se echó a reír. Hellen levantó su ceja. —¿Sabes lo qué es? —Kiran asintió y extendió su meñique. —Bien, prométeme que me vas a creer y no le dirás nada a nadie.
Kiran ensanchó una sonrisa. —Esas son dos cosas.
Hellen le miró con detenimiento.
—¿Me lo prometes?
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METANOIA
Научная фантастикаmet·a·noi·a /ˌmedəˈnoiə/ noun Cambio en el sí mismo en la vida resultado de una penitencia o una conversión espiritual. "Lo que demandaban de las personas era metanoia, arrepentimiento, un cambio completo en el corazón." El mundo como lo solíamos...