Sera se encontraba afuera en la playa contemplando el desastre que habíaocasionado el día en el que tuvo la ruptura, tocaba la arena, los árboles muertos yrespiraba el sabor a muerte que se balanceaba en la atmósfera del lugar, lonecesitaba, necesitaba abrazar a quien era ahora y amarla, necesitaba perdonarsepor todo lo que no había hecho y por lo que había hecho también. Sera necesitabaliberación, pero todo es un proceso, poco a poco iba a lograrlo o al menos eso era loque guardaba un pequeño rayo de esperanza albergado en su maltratado corazón.Será se sintió como Entropía se había sentido hacía poco tiempo, ella era entropíatambién y eso la puso un poco triste, lo que Sera aún no quería abrazar era el hechode que todo caos es arte. Sera se inclinó y volvió a apreciar toda la destrucción quehabía provocado y rio con su voz empapada de una amarga tristeza, pero esoestaba bien, después de todo el corazón necesita desmoronarse para volver anacer.
—Encontré todas estas conchas —exclamó el niño pequeño.
Mientras Sera intentaba amarse, él estaba recogiendo conchas en la playa, notó sutristeza, sí, pero sabía que en ese momento lo mejor era guardar silencio. Habíamomentos en los que debía hablarle a Sera, decirle que todo iba a estar bien y queél la quería, pero había momentos en los que el corazón de Sera estaba trabajandode forma muy peculiar, y durante ese proceso lo mejor que podía hacer era callar ydarle una sonrisa cálida para ayudarle al corazón de Sera a sanarse.
Tera estaba flotando en su habitación, los cabellos volaban al igual que ella en unadelicada danza que derrochaba elegancia, los pies en punta, sus cabellos enperfecta sintonía y el mundo de nubes que albergaba su habitación revoloteando,ese día en particular Tera estaba cayendo en una espiral de interrogantes acercadel amor, la relación que mantenía Entropía con el fuego salvaje se habíaacurrucado vehementemente en la mente de Tera, como un niño pequeño seacurruca en el seno de su madre «¿Por qué buscamos el amor?» «¿acaso es unanecesidad?» «¿de verdad amamos alguna vez?» «¿o lo que sentimos es el reflejode una soledad inminente y el miedo a ella?». Tera se preguntaba también cómopodían amarse dos seres sin tocarse, Tera pensó que debían estar locos, pero noera así, estaban enamorados.
Entropía y Kahár estaban en la sala de estar, cada uno en un sillón separado. Kahárcontinuaba haciendo fogatas en sus brazos para que las cenizas cayeran sobre elcuerpo de Entropía y Entropía hacía un poco de viento para tener el mínimocontacto con el señor del fuego. Sus auras no soportaban la idea de correr peligro,era frustrante para ambos, llevaban unas cuantas semanas desde que suscorazones comenzaron a latir como uno sólo, sin embargo, no poder tocarse porquela isla, la casa y quién sabe, quizá los mundos se destruirían como una monarquíase destruye ante una poderosa rebelión. Era agobiante. Entropía amaba al señor delfuego, tan fuerte como las quemaduras que le quedaban en la piel luego de que él latocaba con sus cenizas, tan puro como las gotas de lluvia que caían sobre la casa,tan caliente como su corazón y tan salvaje como el fuego que no tiene control, eseamor tan fuerte era una realidad, pero la impotencia que perseguía a Entropía erasencillamente terrorífica, pensar que el amor de su vida nunca iba poder agarrarla entre sus brazos y besarla, eso hacía que su cuerpo se retorciera desde adentro, ygritara en forma de tormentas y que sus lágrimas se transformaran en ciclones¿cómo puede doler tanto algo que te hace feliz?
Kathryn había salido de su cuarto y se preparaba para servir el café en la casacomo era habitual, Entropía se levantó de su sillón para dirigirse hacia la segundaplanta de la casa y luego tocó a la puerta de Kuno, Kuno abrió la puerta con uncuidado melifluo y se sorprendió un poco al enterarse de que era Entropía la queestaba frente a ella.
—¿puedo ayudarla en algo señorita? —cuestionó Kuno.
—Tengo un problema, y tal vez tú puedas ayudarme.
—¿Sí?
—Estoy confundida —exclamó.
Su voz se sintió como copos de nieve sobre la piel de Kuno, su voz se sintió como elabrazo de ángel y Kuno intentó controlarse y se preguntó de nuevo ¿qué tenía lamujer de tormentas?
—¿Respecto a su novio? —cuestionó Kuno de forma directa.
—Sí, yo no sé si pueda soportar el tenerlo y no tenerlo a la vez.
—Me gustaría decirle qué hacer, en serio me gustaría, pero lo cierto es que sucorazón nunca se lo va a perdonar si deja a otra persona escoger por usted.Tenemos una habitación en la planta baja de la casa puedo llevarla si gusta, le harábien, le ayudará a pensar.
Entropía se encontraba un poco confundida y azotada por las palabras que Kunohabía dejado caer sobre ella, sin embargo, no mostró ningún tipo de expresión, sólosiguió a Kuno bajando las escaleras, pasando frente a Kahár y notando el signo deinterrogación en su mirada e ignorándolo totalmente para encaminarse a lashabitaciones. Entropía suspiró en cuanto vio el letrero de la habitación que teníafrente a ella con un columpio como diseño.
—¿Quiere café señor? —preguntó Kathryn a Kahár.La cara del señor del fuego se había transformado en una enorme carga depreocupación y estrés, no sabía qué era lo que estaba sucediendo con su amada yeso le ponía los pelos —o en su caso el fuego— de punta.
—Oui, oui —respondió sin tan siquiera mirar a Kathryn.Mientras Kathryn servía el café, Stohr se acercó a beber agua y le brindó unasonrisa honesta a su madre.
—¿Cómo vas con el tatuaje? —cuestionó Kathryn.
—Bastante bien —mintió Stohr.
El tatuaje estaba saliéndose de las manos de Stohr y el control sobre lo másimportante en la casa estaba a punto de esfumarse, pero sus ganas de complacer a la mejor hechicera que había conocido eran mayores y eso le impedía decir laverdad, Kathryn sin embargo logró escuchar su corazón en ese instante, acelerado,preocupado, no, intrigado, no, no estaba segura ya que nunca había escuchado elcorazón de su hijo latir de esa forma, sacudió su cabeza y echó esos pensamientoslejos.
Tera salió de su habitación en el momento en el que Kathryn servía una taza decafé a Kahár.
—Al fin sales de tu habitación —le dijo Kathryn mirándola.
—Sí, iré al sótano —expresó Tera.
—No —replicó Kathryn—, sabes que no puedes ir.
Tera se sentía intrigada por lo que había encontrado allí abajo la última vez que fue,había ocultado de nuevo los huevos y el grimorio con magia, pero las dudas nodejaban de acecharla, ¿a quién pertenecía el grimorio? ¿y esos huevos de qué eranexactamente? Quería averiguarlo, quería saber, pero no le podía preguntar a sumadre porque sabía que había algo que ella no quería revelar. Tera regresó a sucuarto en donde se sentía segura, en donde la gravedad no existía, en donde podíapensar, pensar y pensar.
—¿Por qué se supone que estamos aquí? —dijo el abuelo de mala gana.
—Kara me llamó esta mañana, me preguntó si Jasha podía quedarse acá en la casapor unos días —respondió Kathryn.
Estaban en la habitación de Kathryn, ella, el abuelo, Stohr, Sera, Tera y Kuno.Kathryn los había convocado para hablar de algo importante.
—No sé si sea una buena idea —habló Kuno mirando a Sera.
Sera sintió una amargura vacilante que le sonrió a su corazón y miró a Kuno con unpoco de resentimiento.
—¿Qué vas a hacer? —preguntó el abuelo.
—Decirle que sí.
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La Casa al Final del Mundo
FantasyDentro de la mente de un pequeño humano se encuentra una isla al final del mundo, dentro de esa isla se encuentra una casa mágica, conformada por cientos de universos, edificada y protegida con la sangre de los ángeles, y nacida del corazón de una h...