5. El fracasado, la becaria y el breakdancer

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Los secretos son solo de una persona: eso suele ser lo primero que se suele pensar cuando empiezas a tenerlos. Pero si la primera vez que empiezas a tenerlos los compartes, esos secretos ya nunca podrán ser de tu propiedad, si no de aquellos con los que tienes la suerte de guardarlos.

Zack, Mila y Rolando eran tres personas muy diferentes entre sí, y su principal objetivo no era otro si no el de destapar a la luz pública cada uno de mis secretos. De mis secretos más inofensivos, de esos que no compartes pero tampoco te imprortaría compartir. De los que, de hecho, te dan ese papel que todos quieren, esa continua aparición en la televisión, esos carteles en todos los rascacielos de las ciudades anunciando colonias, o tu propia estrella en el paseo más conocido del mundo. Son secretos que valen oro porque te acercan a la gente. Y Johnma sabía a la perfección lo que era acercarse a la gente: ganar más que el otro, pero sobre todo, ganar más que tú mismo.

Por eso me daba tanto miedo y tanto asco su forma de pensar, aunque muchas veces lo ocultase tras esa falsa sonrisa. No le quedaba otra opción que explicarme detalladamente sus secretos, lo que a nadie se atrevía a detallar, salvo si detectaba la mínima disconformidad, o lo que es lo mismo, la mecha que puede llegar a explotar en una persona. Yo era la bomba, y a Johnma no le convenía estar cerca si decidía explotar, pero tampoco le convenía dejarme apartada. La bomba debía dejarla tranquila y, si hacía falta, dejar también a un lado su falsedad e ir directo con ella. Así es como aprendí a conocer a Johnma totalmente.

Decidí hablar con ellos, uno por uno, para ver si mi agente había contratado a unos ineptos o si por el contrario eran tan profesionales como parecía ser.

Al primero que cité fue a Zack, un hombre de edad mediana, algo intimidado por mi presencia, bien vestido, con pintas de intelectual. A mi lado estaba Mayra, pues estábamos en el sótano de su casa, y se había propuesto hacer de ayudante de la inspectora a cargo, que era yo.

- ¿Entonces vamos a grabar después...? - preguntó Zack. - Mila y Rolando están fuera esperando. Hemos traído la cámara, porque pensábamos...

- SIlencio. Grabaremos si contestas con la verdad y nada más que la verdad. - respondió Mayra.

- No estamos en un juicio, Mayra. - dije yo.

- Pero si habías dicho que esto iba a ser como un interrogatorio.

- Eso, sigue hablando delante del interrogado como si no estuviera. Escúchame Zack, quiero un resumen de tu currículum y lo quiero ya.

- ¿Un currículum?

- ¿Eres director de cine, no?

- Profesor de cine.

- ¿Pero has dirigido alguna vez?

- Sí, claro. Con veinte hice un largometraje. Y unos años después me contrataron como ayudante de dirección en otra productora.

Yo me quedé esperando a que dijese algo más.

- ¿Y lo de ser profesor...?

- Después me echaron de esa productora, estudié para ser profesor y ahora trabajo en la universidad y en esta productora. A tiempo parcial cada cosa. Pero me da para vivir.

Miré a Mayra, incrédula, y poco después llamé a Mila, la reportera.

- Pues tengo 24 años y... bueno, digamos que estoy empezando en esto.

- ¿Empezando? ¿Desde hace cuánto que estás en Los Ángeles Times?

- El mes pasado firme el contrato.

- ¿Trabajas en la redacción? ¿O quizás en publicidad? - se aventuró Mayra.

- Firmé el contrato de becaria, me refiero...

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⏰ Última actualización: Apr 09, 2021 ⏰

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Él, mi estrella de Hollywood.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora