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"Eres un cuento de hadas... Espero no huyas lejos de mi..."

"Fargan"

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"Fargan"

Se escuchó la suave voz de su hermana, moviendo bruscamente al castaño para salvarlo de aquel trance.
Ella era una niña hermosa, de cabello castaño como el caramelo y ojos grandes como naranjas, y sus mejillas tan lindas como un durazno.
Fargan solo tenía diez años entonces, y era ayudante del teatro de su pueblito, deseaba ser parte de él algún día, deseaba con fuerza formar parte del teatro alguna vez.

Su hermanita era un ángel, una pequeña niña de cinco años.
El castaño sonrió tiernamente y tomó la mano de su hermana para comenzar ir a casa.

—Anda ya, tenemos que irnos porque mamá puede enojarse... Verás ya que es reina del drama.

La pequeña rió.
—¿En serio?,no seas pesado, tú eres la reina.

Fargan torció la boca un poco, destacando así una mueca de molestia. Chasqueo los dedos, y luego cargó a la menor.

—¡Si, soy la reina, ahora vámonos en camino!

—...—

El fuego consumió su hogar. Consumió su vida, devoró cada lugar de su cuerpo y mente. Con los ojos llorosos, veía en su cama como frente suya todo caía despedazado.
Un fuerte sonido se escuchó, y sintió como era jalado de los brazos al exterior, miró las brillantes estrellas, y un cielo azul despejado, hundido en oscuridad.
Sus pulmones se llenaron de aire limpio, y nuevamente fue dejado en una superficie plana, el suelo.

Estaba en shock. No podía parpadear, moverse, hablar, estaba atómico. Parece que fuego había quemado sus palabras he ideas también porque no sabía que pasaba con exactitud.

Poco a poco, el fuego fue apagado, cesado. Bomberos y vecinos se acercaron al lugar, preguntándose si al menos las dos mujeres faltantes estaban bien, con vida.

—No hay más sobrevivientes...

Fue ahí entonces el momento en el que Fargan pudo reaccionar.
Sus grandes ojos marrones no paraban de buscar la silueta de su madre, o los cabellos de su hermana. ¿dónde demonios estaban?
Sus piernas respondieron, y comenzaron a caminar hacia la inexistente casa.

—M-Ma... Mamaá...

Se tiró al suelo, cerrando los ojos fuertemente, y pegando un grito al cielo arrepentido por lo que no fue su culpa.

Estaba temblando, su cuerpo presentaba grandes temperaturas y constantes espasmos, estaba convulsionando. Las enfermeras habían lo que podían para calmarlo pero parecía ser inútil todo ese trabajo.

Distrito Karma.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora