Bienvenido al psiquiátrico del distrito Karma.
Se sútil con los pacientes. Mantén brazos y piernas lejos de las habitaciones, y no te acerques de más.
Dibujo de portada por: @nicklovessauce (twitter)
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Dust in the wind All we are is dust in the wind
¿Alguna vez viste a alguien morir? ¿Viste como la luz en los ojos de alguien se apagó, apesar de haber tratado y buscado una forma de ayudar?
Los ojos de Auron se quedaron estáticos ante la imagen que se presentaba frente a él, un cuerpo ya sin vida. Vio como ella cayó y como se rompió la cabeza, de un segundo a otro. Su mano yacia extendida hacia dirección de su mujer, con la esperanza de que ella la tomara y así fuera salvada. La gente no quiere ser salvada.
Y entonces, despertó. Sus ojos se abrieron y su pecho paró de latir, se sentía muerto. El frío dolor y sensación de irresponsabilidad le invadió una vez más. Su vista se dirigió hasta las fotos de su repisa, y su anillo de compromiso. Era su culpa, no pudo salvar a Mónica de ella misma.
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Ser psicologo o psiquiatra en su mayoria es difícil. Tienes una vida sosteniendo en tus manos y si algo pasa, eres y serás el culpable de no poder evitar lo sucedido. Auron alguna vez dijo que nunca hay que hacerse responsable por una muerte de la cual no tenias control absoluto. Pero él no podía seguir sus mismos consejos, nunca podría. Es tonto para hacerlo, quizá el psicologo del lugar necesitaba más terapia que alguien normal.
Las semanas pasaron, el trabajo poco a poco fue aliviandose y muchos de los pacientes fueron dados de alta, como Luzu; su favorito. Nunca tuvo favoritismo pero Luzu se ganó el título al mostrar una enorme mejoría en su salud mental y física. Era hora de descansar, lo merecía.
Sus manos tomaron la suave taza de café. Un bello día lluvioso en la tarde del 21 de agosto del año, sus ojos repasaban una y otra vez el periodico local, quien relataba la escapada de uno de los internos del hospital, Manuel Fernández. Suspiró pesadamente y bebió, cuando vuelva habrá más trabajo del que ya siempre tuvo. Era psiquiatra, no niñera de primaria, una risa salió de sus labios y entonces encendió su celular, hace ya una semana que no va al trabajo. Es que, era la cosa más cansada que podía existir, necesitaba un descanso eterno.
Una sombra se atravesó frente suya, tomando asiento. Apagó su teléfono y alzó la vista, Luzu yacia frente suya con una sonrisa brillante y exepcional. Rápidamente prestó toda la atención posible a su nuevo acompañante.
