Capítulo 11 - Sábado 23 - Primera Parte

446 36 11
                                    


~.~:~.~:~.~:~.~:~.~:~.~:~.~:~.~:~.~

Quince días

~.~:~.~:~.~:~.~:~.~:~.~:~.~:~.~:~.~

.

Akane

.

..

...

Amanece, y durante varios minutos me quedo mirando la salida del sol sobre el mar. Termino de abrir la ventana y permanezco sentada sobre el suave tatami de mi habitación, disfrutando del aroma marino que arroja el viento invernal.

No puedo evitar que un extraño revoltijo se instale en mi estómago cuando pienso que en apenas siete días celebraré mi boda. De repente ese momento me resulta cercano y distante a la vez.

Llevo una semana sin hablar con Shinnosuke ni con mis hermanas. Apoyo la cabeza sobre mis brazos y entrecierro los ojos para no ser deslumbrada por el cada vez más elevado astro.

Debería llamar a casa, pero cuanto más tiempo pasa más me cuesta hacerlo. Dejo caer distraída mi mano que va a parar a la fina cadena que ahora cuelga de mi cuello, tomo la moneda de plata entre mis dedos y jugueteo con ella, ¿sería tan malo si pienso en quedarme así solo un poco más?

Un hiatus en el tiempo. Una pausa durante la cual nadie habla, nadie actúa. Un momento en el que las voces se callan y finalmente me dejan pensar.

Cierro la ventana, hace frío.

Inevitablemente el tiempo vuelve a correr y tengo obligaciones. Hoy debemos encontrar a la "amiguita" de mi marido y avisarla de un posible ataque por parte de mi suegro, o quizás de la yakuza. No me apetece verle la cara, de veras que no.

Aún sostengo la moneda en mi mano derecha, no sé en qué momento he comenzado a apretarla con fuerza.

Sonrío al recordar como ese idiota, entre tímido y torpe me la regaló sin darle la menor importancia.

Pero para mí sí que importa, esta pequeña moneda es el primer regalo que recibo de su parte. Es la primera "joya" que me regala un chico. Es triste, pero ni siquiera tengo un anillo de pedida, mi anillo de matrimonio sería el primero para mí. Y no es que Shinnosuke no sea detallista, es que nunca va sobrado de dinero, todo lo que gana trabajando lo gasta en el tratamiento de su abuelo enfermo.

Es cruel compararle con una persona capaz de ganar medio millón en una sola tarde, y sin embargo... algo tan tonto como una moneda causa en mí una feliz y real sonrisa. Qué simple qué soy, qué estúpida.

La suelto abruptamente obligándome a volver en mí, debo terminar con esto, debo volver a mi vida cotidiana y despertar de este absurdo y ridículo sueño. Me doy un par de bofetadas en las mejillas a modo de recordatorio. Tengo regresar a casa, allí está mi vida real.

Me visto deprisa, cepillo mi corto cabello y me pongo unas gotas de perfume en el cuello y la muñeca. Afortunadamente la noche anterior encontramos un hotel con un magnífico onsen en el que me pasé al menos dos horas. Siento la piel suave y cierta calma interior que no puedo asociar a otra cosa que una buena cena y una merecida noche de descanso.

Empaco mis cosas y me echo la mochila al hombro, vamos allá. Abro la puerta y veo sobre el suelo un paquete en una bolsa de papel. Me agacho con cautela y la abro para descubrir un café y lo que creo que es un pedazo de bizcocho de té matcha.

Sonrío como una tonta sabiendo quién es el responsable. Levanto la bolsa y veo que dentro hay una pequeña nota transcrita con una letra horrible: "He ido a comprar los billetes de autobús, desayuna". Más parece una orden que una invitación, pero él es así; rudo, hiriente, grosero... tímido, protector, atento.

Quince díasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora