Capítulo 8: Miércoles 20

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Quince días
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Ranma
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Siento como si me fuera a estallar la cabeza.

Me despierto y abro los ojos, cuando mis pupilas se contraen por la luz del sol aprieto los dientes y me doy la vuelta, ¿tanto bebí anoche? No tengo consciencia de ello, yo suelo controlar muy bien cuando tomo alcohol.

Recuerdo que cargué a la estúpida y empapada Akane hasta la habitación, y después... ¿qué pasó después?, ah, sí. Le dije que se quitara la ropa mojada y la muy tonta se quedó dormida, ¡dormida!¡y como duerme esa mujer!

—Mmmhh.

Un momento, ¿qué demonios ha sido eso?

Me incorporo del futón dándome cuenta de que me acosté a torso descubierto vistiendo tan solo con unos calzoncillos, me rasco la cabeza buscando la fuente del sonido pero no veo nada, estoy solo en el cuarto.

Suelto el aire que estaba aguantando, dándome cuenta de que me estoy volviendo paranoico, hasta que siento algo moverse bajo el grueso cobertor.

Eso sí que no puedo haberlo imaginado. De ninguna manera.

Lentamente y sintiendo como me invade el terror termino de alzar la colcha para descubrir el cuerpo de una chica, mejor dicho, de mi mujer.

Akane está durmiendo plácidamente, tan feliz que no parece saber dónde, o mejor dicho, con quién está. Ella también viste solo su ropa interior y el calor del futón (y el exceso de sake de la noche anterior) la mece de tal forma que parece imposible despertarla.

¿Qué mierda he hecho?

Piensa Ranma Saotome, ¡piensa!, ¿qué pasó la noche anterior?

Ella se durmió con su ropa mojada y yo... yo pensé que se iba a resfriar, así que la ayudé a desvestirse, ¿no fue así como ocurrió?, ¿y entonces qué hago en su cama?

Un momento, recuerdo que llegamos muy tarde y solo les quedaba una habitación, ¡sí!¡eso es!

Yo también me desvestí y me quedé dormido, debía ir más bebido de lo que pensaba.

Vuelvo a dirigirle una mirada fugaz, duerme de lado, con sus pechos tan apretados que bien pareciera que en cualquier momento fueran a escapar del sostén. Debería dejar de decirle que está plana... me sonrojo y sacudo la cabeza, dejo caer el cobertor mientras me doy un par de tortazos en las mejillas, intentando alejar los malos pensamientos.

Ella vuelve a moverse y esta vez choca contra mi costado, se acurruca junto a mi cuerpo de forma adorable y siento que mi cabeza acaba de convertirse en una tetera puesta a fuego vivo.

Debo. Salir. De. Aquí.

Ahora.

La retiro sin querer pensar en donde estoy poniendo las manos, si se despierta estoy muerto. ¿En qué momento se me ocurrió que dormir los dos en el mismo futón era una buena idea? ¿es que anoche me volví loco?. De repente una idea aún más preocupante llega a mi pensamiento.

No pasó nada entre nosotros... ¿verdad?, ¡No! ¡claro que no! Si fuera así me acordaría, ¡solo dormimos, nada más!. Intento tranquilizarme mientras me deslizo silenciosamente de la suave superficie, pero en cuanto Akane deja de sentir mi calor a su lado, reacciona.

Igual que en las películas de zombies cuando estos se levantan de la tumba, se alza de golpe con su encantadora melenita desordenada y se queda quieta, abriendo los ojos poco a poco, gira el cuello y entonces me ve.

Quince díasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora