Capítulo 12: Sábado 23 - Segunda Parte

476 39 23
                                    

.

~.~:~.~:~.~:~.~:~.~:~.~:~.~:~.~:~.~

Quince días

~.~:~.~:~.~:~.~:~.~:~.~:~.~:~.~:~.~

.

Ranma

.

.

—¿Entonces?

—¿Eh?

—¿No me sacarás a bailar? —cierro los ojos fuerte y me obligo a poner los pies en el suelo.

En frente de mi hay una chica que no conozco y me mira impaciente. Tiene el pelo teñido de un feo color rubio que no le hace ningún favor a su piel blanquecina, y lo más importante, no sé de que mierda habla.

¿En qué momento he conversado con ella? O mejor dicho, ¿cuando ha comenzado a hablar conmigo y se ha creído que estaba interesado? Llevo un buen rato respondiendo con asentimientos y monosílabos, a estas alturas podría haberle prometido bailar, conocer a mis padres y llevarla de vacaciones a Europa sin siquiera decir una palabra.

—No —contesto de mala gana, dando por zanjada la "conversación".

—Qué grosero —espeta sintiéndose herida por mi evidente desinterés.

Ni siquiera la veo marchar, estoy demasiado absorto. Apoyado contra una de las muchas barras de lo que es un gigantesco salón flotante observo a la multitud intentando recordar mi objetivo.

Diablos, fui yo quién propuso este estúpido plan.

Separarnos para poder vigilar y así dar con mi padre, en principio no sonaba mal, tres personas ven más que una sola, lo que no calculé fue que nuestra separación me iba a causar tanta ansiedad.

El nudo de la corbata me aprieta, lo deshago ligeramente y abro el primer botón de mi camisa. Aprovecho que uno de los camareros pasa delante de mí y tomo de su bandeja lo que espero y deseo que sea un vaso de agua. Tengo la garganta seca.

A quién quiero engañar, no estoy buscando a mi padre ni a los yakuzas, todos ellos han pasado al segundo lugar en mi lista de prioridades. Muevo mis ojos entre el gentío con la intención de dar con Akane, sólo saber que se encuentra bien (y sin compañía) será suficiente.

Es como dejar un caramelo a la salida de una escuela.

Lo que ha hecho U-chan es un golpe bajo. Bajísimo. Cuando nos quedamos a solas intenté obviar el hecho de haber metido a una chica en su casa, pero por supuesto no funcionó. Me sonsacó todo lo que pudo, a mi entender solo le faltó un foco potente, una cuerda y unos alicates para que terminara de cantar.

"Es muy guapa" —dijo observando mi reacción, y yo lo negué de plano, como si fuera un vergonzoso adolescente. Puede que fuese el karma, pero a mi amiga U-chan no se le ocurrió mejor modo de hacerme tragar mis palabras que vistiéndola así.

Mi cerebro se bloqueó ante la imagen que me devolvían mis ojos. Su piel pálida, su cabello negro, sus pechos turgentes apretados en ese vestido blanco que la hacían parecer una ninfa de cuento. Una hermosa novia.

Maldita sea mi jodida suerte. Estoy tan furioso que sería capaz de atravesar el casco de este barco de un solo puñetazo.

Me siento gilipollas.

Mi corazón no deja de palpitar acelerado, mis manos se abren y cierran crispadas, respiro sobresaltado. Es como si hubiera cogido una enfermedad, una gripe con la que debo luchar o me consumirá entero. Aunque mucho me temo que de nada me va a servir la convalecencia.

Quince díasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora