VI

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Llegué a mi mesa y me encontré con mi usual desorden, mi desorden personal que solo yo encontraba ordenado; ya varias veces la bibliotecaria me había reprendido por el desorden pero como solo yo la visitaba lo dejaba pasar diciendo que era la última vez que no lo ordenaba todo ella misma. Ya sentado analizando los detalles, ella se acercó, no sentí su presencia hasta tener esos lentes a solo un metro de mi espalda. "Hoy alguien mas nos visita" me dijo, pero no le hice caso, me era más urgente analizar las cosas y descubrir cuál era tu salón de clases. Pasadas unas horas llegue a la conclusión de que con los pocos detalles que poseía de ti solo tenía dos opciones: encontrarte por casualidad o acosarte en la entrada del colegio y seguirte hasta tu salón de clases. Ya cansado de tanto pensar empecé a organizar un poco mi desorden pero sin dejar que este fuese mi desorden. Afuera el tiempo anunciaba una tormenta que empezaba a asomarse con una pequeña llovizna. Tomé los libros de la biblioteca que tenía en la mesa y me dispuse a ponerlos en su lugar. La bibliotecaria me miró y le miré por un momento para notar algo diferente en ella; ella era mi confidente y mi consejera por lo que sabía de tu existencia y del sentimiento que me causabas: una sonrisa se posaba sobre sus mejillas. Lo cuál me sustrajo del ambiente y no note que había alguien más en la biblioteca además de nosotros.

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