II

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Luego de unos días la idea de encontrar rostro para los labios de la sombra me atormentaba a cada hora. Con una acción tan minúscula mi cerebro se obsesionó contigo. Me distraía en todo momento analizando las posibilidades de  tus rasgos faciales: en el colegio, el bus, la calle, gracias a lo cuál un par de señales decidieron saludarme con unos golpes tontos. Me excitaba pensar que serías tú la próxima persona que se me acercaría caminando. Un día de invierno cuando la ausencia del profesor inicio otro de mis delirios respecto a tu cara decidí que debía buscarte, hacerte entender que deseaba probar esos labios una vez más. Saliendo del salón a causa de no sé qué razón relacionada con mis compañeros mi mano se acerca a la manilla de la puerta y yo absorto en mis pensamientos no noté la presencia del otro lado con la cual chocaría. Mi cabeza había decidido inclinarse hacia abajo en señal de disculpa por mi despiste mas unos Converse gastados se quedaron grabados antes de golpearnos la cabeza el uno con el otro. Un deja vu, esos zapatos eran conocidos , solo que no recordaba el lugar. Al alzar mi vista me encontré con un café que rememoraba una ocasión pasada. Sigo sin entender que poder tienen esos ojos para dejarme paralizado con solo una mirada rápida. Sonrió y me cedió el paso. Vi como entraba a mi salón mientras me alejaba por el pasillo camino a la azotea por un cigarrillo.

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