Antonella
El día de comenzar a trabajar con el FBI había llegado. Mis nervios estaban dispuestos a destruirme, porque no me habían dejado dormir. Revise por sexta vez mi vestimenta y no sabía porque lo hacía... Así me vestía en Francia. ¿Qué me hacía dudar ahora?
Serví el desayuno y en minutos, estaba Alessa sentada disfrutando su comida. Perfectamente vestida y peinada, a veces era ella quien me daba las lecciones a mí.
— Estarás con la abuela, promete portarte bien – Bese mi dedo y lo estiré.
— Lo prometo, ma – Hizo lo mismo y unió nuestros dedos.
A sus seis años, esa fue su manera de dejarme claro que si hacíamos una promesa uniendo los dedos, jamás la romperíamos. Mientras desayunábamos y conversábamos sobre lo mucho que le gustó su «nueva pero temporaria habitación», llamaron a la puerta.
Alessa vio a través de la pantalla que estaba al lado de la puerta y era mi madre. Abrió con toda emoción y salió disparada a abrazarla. ¡Ave María, esta niña! Ambas entraron abrazadas y con una sonrisa que no les cabía en el rostro.
— Ve a buscar tu bolso, ya nos vamos.
Se fue corriendo a su habitación mientras que mi mamá se acercaba para hablarme.
— Tu padre está nervioso esperándote... Con decirte que ni quiso desayunar.
— ¿Y que él no desayune? – Alce la ceja – Papá está mucho más nervioso que yo.
— Está en su auto esperándote, yo he traído el mío para irme con Alessa.
Tomé mi cartera, la placa y el arma. Me los puse en la cinturilla y con un beso, me despedí de mamá. Lo cubrí bien con el abrigo para poder despedirme de Alessa. Ella sabía muy bien que lo llevaba, pero no me gustaba estar portando el arma en casa y mucho menos en presencia de ella.
— Te amo, mamá – Me dio un largo beso – Te veo más tarde.
— Yo te amo más a ti, y por favor... Hazle caso a la abuela.
Rodó los ojos pero me sonrió. Salí de ahí con el corazón guindando de un hilo pero con felicidad, nostalgia y nervios mezclados. Mi padre me esperaba impaciente en su auto, solo lograba ver sus dedos golpear el volante siguiendo alguna melodía.
— ¿Nervios, Antoine?
— La niña ya no quiere llamarme papá, entiendo... Como ya casi tiene 30 y es madre, pues no me llaman como es.
— ¡Ay, pa! – Le di un beso en la frente – Si eres chillón.
— Tus besos siempre me reconfortan, princesa.
Manejaba hacía la central y llevaba su mano agarrada a la mía, sabía que estaba nervioso. Mi padre «a pesar de mis malas decisiones» nunca me había desamparado, ni en mis días más oscuros cuando odiaba a la humanidad.
Siempre he tenido buena relación con mis padres, pero con el aún más. El disfrutaba ser papá, para el siempre había sido esa su mejor profesión. Y con solo verlo a él, me dolía en el alma darme cuenta que Alessa jamás tendría algo así. Que jamás tendría a su padre cuidándola y celándola de chicos como yo tuve al mío.
— Papá... ¿Crees que hice mal? ¿Crees que cometí un error al separar a Alessa de su padre?
Frenó en seco. Bajo sus lentes Ray-Ban y me dio su clásica mirada. Sus ojos azules brillaban, y su rostro estaba totalmente tenso y serio.
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To the woman I always loved
Romance10 razones.... 10 cartas... 15 años... 1 motivó para no rendirse. Antonella Lasserne, una belleza ante quien la viera. Huyó a los 15 años de Washington, dejando todo lo que quería. Su familia, sus amigos, su primer y único amor... Y llevando solo vi...