Antonella
El sonido del celular me saco del sueño que estaba disfrutando. Lo tomé del taburete y lo primero que vi fue la foto de Alessa. ¡Dios, olvidé llamarla!
— Cariño – Susurré.
Salí de la cama, alejándome de Alessandro. Aún estaba oscuro, chequee la hora y eran las 5am.
— Mamá, olvidaste llamar y me preocupé. ¿Es muy temprano?
— Jamás lo es para ti, Alessa.
— Ya voy a dormir, mamá. Los abuelos me ayudaron a desempacar y acomodar.
La tristeza era notable en su voz... Se cuánto le entristecía que yo estuviera lejos.
— Prometo estar pronto en casa... Te amo.
— Yo más a ti, mamá. Cuídate.
Terminó la llamada. Un ruido me saco de mis pensamientos, caminé a donde estaba Alessandro y ya estaba prácticamente vestido.
— Debería de irme – Hizo una mueca rara – Disculpa lo de ayer.
— No pidas disculpas...
— Te veo en unas horas.
No dijo más nada y se retiró. Había escuchado la conversación, solo eso lo haría cambiar de actitud tan rápido. La frustración albergaba en mi cuerpo.
Tomé una larga ducha, y tras elegir un outfit para trabajar y darme cuenta que no iba a un desfile de modas, bajé a tomar desayuno.
— ¿Mala noche? – Preguntó Jorge al verme pelear con el dispensador de cereal.
— Algo así – Mencioné.
Nos servimos del buffet y tomamos el desayuno juntos. Me conocía muy bien, sabía que algo no andaba tan bien como creíamos.
— Suéltalo, Lasserne.
— Tengo miedo – Solté.
— ¿Alessa? – Asentí inmediatamente.
— Si realmente los padres de Alessandro están involucrados en esto y saben que yo estoy en este caso... Todo empeorará.
Si sabían que Alessa estaba vivía, irían tras ella. Lo sabía muy bien. Por alguna razón, que jamás supimos, ella siempre había sido una amenaza para ellos.
— Sabes que la Interpol jamás permitirá que le pongan un dedo encima a Alessa... No sufrirás otra perdida.
— No perdí a Alaia por los padres de Alessandro, tu sabes muy bien la razón.
— Sí, la se muy bien... Y creo que ya es hora de que dejes de culparte por eso.
Jorge había sido mi compañero por años, y el sabía mis más sucios secretos como también mi vida entera. A él le confiaba cosas que a más nadie podía.
A los veinte minutos, Alessandro se nos unió. Solo ordenó un café pero no decía mucho, lo necesario nada más. Estaba impecable con su traje perfectamente planchado, sus zapatos relucientes y perfectamente peinado. El reloj de oro en la mano izquierda y una pulsera que si no me equivocaba, era azabache negro.
— Hora de irnos – Anunció Jorge.
En el auto, aparecía nuestro verdadero uniforme. Arma en el lado derecho y la placa justo al lado de ella. Donde pueda ser vista, pero donde también podamos ocultarla.
Un gran edificio se impuso ante nosotros, y desde la entrada al sótano, la seguridad se hizo presente. Tras el chequeo y revisión a nuestras armas, entramos. Un guapísimo alto de cabello extremadamente rubio, y ojos grises se nos acercó.
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To the woman I always loved
Romance10 razones.... 10 cartas... 15 años... 1 motivó para no rendirse. Antonella Lasserne, una belleza ante quien la viera. Huyó a los 15 años de Washington, dejando todo lo que quería. Su familia, sus amigos, su primer y único amor... Y llevando solo vi...