Capítulo 16

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Maratón 3/5

Antonella

A las 6:00 sonó la alarma, sacándome del sueño que disfrutaba. Alessandro dormía plácidamente a mi lado, como si nada estuviera ocurriendo. Tenerlo así de cerca calentaba mi corazón, y me hacía olvidar todo lo malo.

Mi celular sonó y leí Chandler muy bien reflejado en la pantalla. Dios... Muy temprano para hablar con el jefe. Me salí de la cama y atendí la llamada.

— Antonella.

— Sí, jefe.

— A ti es a la única a la que detesto cuando me llama así – Solté una risa – He aterrizado en Washington. Un café a las 9:00 contigo y con D'Giacomo.

— ¿Lugar?

— Te la envió por un mensaje... E intenta que el vaya de los mejores ánimos, tenemos mucho que hablar.

Respiré hondo porque sabía que lo que Chandler diría, no sería bueno. Prepare café y el olor hizo que Alessandro se levantará. Su cabello estaba despeinado y la camisa entreabierta, se veía guapísimo.

— Buenos días – Me dedico una sonrisa.

— ¿Dormiste bien?

— Más que bien.

Sentí el calor en mis mejillas pero la sonrisa se me escapó de solo escucharlo. Se sirvió una taza de té y se sentó a mi lado.

— Chandler llamo... Quiere tomarse un café con nosotros a las 9:00 y hablar.

— ¿Dijo por que vernos en otro lugar y no en la central?

— Solo me dijo que fueras de los mejores ánimos... Alessandro, si esto es sobre tus padres – Me interrumpió.

— Yo ya tomé mi decisión sobre ellos y nadie me hará cambiarla, lo siento.

Mejor no opinaba, al final del día... Eran sus padres, no los míos. Salimos del hotel y me dejo en casa, pero no dijo nada en todo el camino. Y tampoco lo obligaría.

Mi hermano había llevado a Alessa a la escuela así que sólo debía de preocuparme por buscarla. Me di una larga ducha, arregle mi cabello y me vestí un poco más abrigada. Washington estaba frío, más de lo que esperaba.

Recibí un mensaje de mi padre pidiéndome vernos luego de buscar a Alessa en la escuela, tal vez quería que lo actualizara con respecto a este tema. Encendí la Jeep y salí de casa directo a la cafetería con Chandler y Alessandro.

Alessandro

Antonella y Chandler me esperaban ya en una esquina de la cafetería. Sostenían unas carpetas pero las dejaron a un lado al verme llegar, lo que vendría no sería bueno para mí.

— Alessandro – Chocó puños conmigo.

Chandler era de nuestra edad o por pocos años mayor, y podía decir que lo admiraba. No todos siendo tan jóvenes llegaban a un puesto como en el que el estaba.

— Decidí hacer esto aquí por órdenes de arriba... En la Interpol han confirmado qué hay un infiltrado en la central de la FBI.

— ¿Cómo lo comprobaste?

— Intercedieron el teléfono del hombre que capturaste en Fort Lauderdale y tenía un mensaje que provenía de la central.

No me sorprendía en lo absoluto. No podía confiar en nadie allí, y no era la primera vez que me sucedía. Por el cochino dinero, hasta la persona más honesta se puede convertir en un corrupto.

— Eso lo discutiremos después... Hoy he venido con un problema más urgente.

— ¿Tiene que ver con mi familia? – Pregunté sin rodeos.

Me pasó una carpeta, tenía Clasificado, solo para uso de la Interpol. Estampado en grande.

— Se ha comprobado que tus padres están involucrados... Ya tienen orden de captura.

El mundo se me sacudió pero también se me desmoronó por completo. Siempre había pensado que mi padre era un súper héroe, por ser abogado... Y mi madre una heroína, por ser maestra. Pero era una mentira. Una patética y asquerosa mentira.

— ¿Saben donde están ellos? Porque aún no han regresado a Washington.

— Están escondiéndose en Madrid, en una casa de cuidados para ancianos... Pero tu padre hizo una llamada sin saber qué teníamos su celular interferido y así hemos dado con su locación.

La carpeta contenía imágenes de mis padres. Entrando y saliendo de lugares donde habían capturado a hombres que trabajaban para El Turco. Grandes movimientos de dinero, y más cosas que los implicaban.

— Alessandro, lo intenté todo pero... No podrás quedarte con Hannah mientras estemos en este proceso.

— ¿Por qué? Soy su hermano mayor, puedo hacerme cargo de ella.

— Lo sé, pero para el juzgado tu hermana puede ser pieza clave en esto... Y creen que viviendo contigo, puede ser objetivo fácil para tus padres o los socios de tus padres.

Mi hermana no merecía en lo absoluto toda esta mierda. No merecía sufrir tanto a tan poca edad. Nadie lo merecía.

— Las dos opciones que me ofrecieron son... Vivirá con una familia que el gobierno elija, o algún familiar que creas que pueda hacerse cargo de ella. 

— Mis abuelos son los únicos... Y viven en Bellevue. 

— Piénsalo y me dejas saber, Alessandro. Me he trasladado a Washington, la Interpol me ha pedido trabajar más de cerca debido al avance que hemos dado.

Y para agregar un poco más de emoción a toda esta mierda que nos estaba sucediendo, Antonella le comentó lo que vivimos ayer con los hombres que nos seguían.

— Asignaré seguridad extra, irán a donde vayan. ¿Algo más que deba saber?

— Eso sería todo, Chandler.

— Entonces me retiro... Tengo que acomodarme en la central y tengo unas reuniones con los de arriba. No asistan mañana, así planeo saber quien es el soplón. Los mantendré al tanto.

Ambos asentimos y tras un apretón de manos, salió de la cafetería. El silencio se hacía presente y ninguno de los dos decía nada. Antonella me conocía lo suficiente como para saber que yo hablaría cuando todos estos sentimientos se me fueran.

— ¿Crees poder acompañarme a Bellevue? Necesito hablar con mis abuelos antes de toda esta loca movida.

— Alessandro... ¿Es lo correcto?

— Antonella, en estos momentos no se que es correcto y que no – Apreté los puños – Pero se que te necesito más que nunca a mi lado, eres la única que está rescatándome de no caer en el puto infierno.

Tal vez no era correcto ir y hablar con mis abuelos antes que Chandler, porque la noticia la debían de dar ellos y no yo... Pero mis abuelos no estaban al tanto de los negocios sucios de mis padres, y no quería que murieran de un infarto por una llamada telefónica.

— Estoy contigo – Tomó mi mano y me sonrió.

Ordene desayuno, para bajar un poco las emociones que me estaban nublando la vista. Antonella estaba perdida en sus pensamientos y no quería presionarla más, ya me había ayudado lo suficiente... Pero si algo tenía claro, es que sin ella a mi lado en estos momentos tan difíciles... Estaría perdido.

— Compraré los tickets para irnos esta noche y poder volver mañana en la tarde. ¿Está bien para ti?

— Sí, solo me dejas saber a qué hora irás por mí.

Nos terminamos el desayuno y cada quien tomó por su lado. Debía de resolver todo este asunto, acomodar toda la mierda en mi cabeza y volver a poner mi vida en orden. Pero más allá del asunto de mis padres, mi hermana, el soplón en la central y el mafioso que quiere matarme... Debía de intentar entender y acomodar mis sentimientos por Antonella.

To the woman I always lovedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora