Capítulo III (1ra Persona David)

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     Estaba volviendo a la ciudad, la radio no funcionaba y necesitaba saber qué ocurría.

     La imagen de John siendo atacado de manera tan cruel resonaba en mi mente y mi cuerpo amenazaba en sucumbir al dolor de perder a mi compañero de profesión, vocación y oficio. Pero mi instinto profesional iba a hacer lo posible para que nada se extendiera más allá de las fronteras y perjudicase a otros individuos.

     Mientras con una mano tomaba el volante, con la otra, sostenía el micrófono de la radio insistiendo en comunicarme con mis superiores, sin embargo, no tuve éxito.

     Pisé el acelerador y conduje rápidamente por las calles abandonadas de Racom.

     Todo tiene un aspecto lúgubre y macabro, como si la vida jamás hubiese estado allí, rebosante en cada habitante alegre de ese pequeño pueblo en el cual había nacido.

     Ver tal soledad en un lugar normalmente inquieto y transitado, me hizo reflexionar sobre la gravedad del asunto.

     Debía actuar por mis propios medios, tomar mi trabajo en serio y protejer cada una de las personas vivas que alguna vez se pavoneaban por la ciudad haciendo sus compras o con prisa hacia su labor.

     Me adentré en una ruta que jamás tomaba, la cual se veía peor que todas las demás, pero era la única capaz de arrastrarme a otras tierras que, tal vez, aún no les había llegado la expansión pandémica de la situación.

     Poco sé de biología, pero basando mi razonamiento en ciertas películas sobre zombies y pandemias, puedo asegurar que son enfermedades letales de diseminación rápida e incluso instantánea.

     Luego de un rato esquivando pozos, autos y otro tipo de obstáculos, visualizo una persona parada en medio de la ruta.

     Venía a 150km/h, la persona estaba relativamente cerca y no se movía de su lugar.

     A los lados de la calle había profundas zanjas, por lo que tuve que pisar el freno al máximo para no atropellar a aquel ser.

     Dejo de mirar al frente y observo el velocímetro descender con rapidez, cuando este llega a 0km/h, exhalo un largo suspiro que había contenido por miedo de a pasarle por encima a alguien.

     Reordeno mis pensamientos y observo a la mujer que casi pasaba por encima, tenía un aspecto muy descuidado y demacrado, tal como el hombre que atacó a mi compañero.

     Ante la duda, cargué mi revólver, bajé del vehículo y apuntándole a la chica espeté:

—¡POLICÍA! Ponga las manos arriba e identifíquese.

War, Love and Zombies.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora