CAPITULO 3

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          Estuvieron toda la tarde hablando. Silvia no había concurrido al hospital a ver al ex – socio de su marido. Llegó la noche y Mimí invitó a su madre a dormir en su casa. Le cocinaría y seguirían charlando toda la noche. 

          -No puedo quedarme. ¿Qué le digo a tu padre? – dijo preocupada y angustiada mientras se levantaba del sillón para irse. Mimí también se levantó y agarró a su madre por el hombro. La obligó a sentarse. Silvia se resistía. – Lo llamarás y le dirás que no te dejaron verlo y que tampoco te cruzaste con un familiar. Le dirás que te quedarás a dormir conmigo ¿ok?- Cuando Silvia atinó a responderle a su hija, Mimí le rogó que deje de ser tan sumisa. Que se hiciera valer. Luego de cinco minutos y luego de muchos consejos y ruegos de Mimí, Silvia tomó el teléfono y marcó el número de su esposo. Estaba nerviosa, pero cuando atendió le dijo la verdad. Ricardo no le gustó mucho la idea pero no puso reparos porque a pesar de estar viendo a su hija. Silvia le dijo la verdad. Se alegró al sentir que Ricardo no la regañaba.

          Ella prometió volver en algunas horas y el aceptó y hasta le permitió quedarse unos días más si ella quería. Hablaron por el término de cinco minutos. Al colgar, Silvia se mostró feliz. Mimí terminó pidiendo comida china. Comieron. Rieron y hablaron mucho. Mimí durante esa noche se había olvidado la causa de su angustia. Miraron televisión. Cerca de las dos de la mañana Silvia se fue a dormir. Mimí le había preparado su cuarto y su cama. Prefirió dormir en el sillón y dejar a su madre en la cama de dos plazas. Antes de irse a dormir, llamó a Celeste, la encargada de la tienda cuando ella no estaba que con tono somnoliente por la hora de la llamada escuchó como Mimí le decía que por la mañana no iba a ir a trabajar. En forma sintética le dijo que su madre había caído de visita y que la acompañaría a hacer un trámite. Cuando se asesoró que su madre dormía se dio el baño postergado. Se desnudó y se sumergió en la bañera. Ahí estuvo media hora. Dormitó durante unos minutos. Despertó. Se puso la bata y fue hacia el sillón en donde dormiría. Se secó el cabello. Se puso una tanga de algodón blanca y corpiño haciendo juego. Corrió las sábanas y se acostó. Puso el despertador para las ocho de la mañana. Cerró los ojos y se durmió al instante. Por la ventana que estaba entreabierta entraba una leve brisa que hacían que las cortinas parecieran embarazadas.

          A las tres horas Mimí se despertó exaltada. Sudaba. Se arrimó a la ventana y vio que estaba levantándose tormenta. Volvió la angustia. Se miró en el espejo y se notó pálida. Fue a la cocina envuelta en la bata. Se preparó un té de tilo. Mientras se calentaba el agua prendió la notebook. Revisó los mails ya que durante la tarde no había tenido tiempo en hacerlo. Estaba angustiada y feliz a la vez. No había ningún correo que le interesaba. Muchas propagandas y promociones. Miró el reloj y vio que eran las siete de la mañana. El sol ya estaba asomando y decidió empezar a preparar el desayuno para su mamá. Mientras se preparaba el café se dirigió a su cuarto. Vio que su madre todavía dormía y sin hacer ruido abrió el placard. Empezó a revisar que ropa iba a ponerse. Movió perchas y vestidos. Observó un jeans blanco. Otro azul. Se decidió por unas calzas negras. Empezó a vestirse. Junto a las calzas eligió ponerse una remera gris con la cara de John Lennon. Decidió no maquillarse. Solo se colocó una crema facial. Se hizo una cola de caballo. Se puso unas sandalias negras. A pesar de la tormenta que se avecinaba, Mimí decidió vestirse cómoda. Volvió a la cocina. Agarró una fuente. Sacó la cafetera y en una gran taza la llenó de café. Agarró tostadas. Mermelada de durazno. Manteca. También sirvió jugo de naranja. Colocó todo en la bandeja y se lo llevo al cuarto a su mamá. 

          -¡Permiso! – dijo Mimí sonriente. Estaba feliz de estar con su madre. Sabía que en pocas horas se iba pero no dejó deprimirse y decidió disfrutar al máximo de su madre. - ¡Buen día! – volvió a repetir. Silvia entreabrió los ojos y le sonrió. Se acomodó en la cama y recibió la bandeja.

DESTINOS CRUZADOSWhere stories live. Discover now