VI. Presente

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La luz se desvaneció y mis ojos se comenzaron a acostumbrar a la clara luz del día, todo seguía estando ahí. La madre con su hija de trenzas doradas y mofletes sonrosados , el viejo guarda dormido en la silla, y el gran cuadro. No podía volver a mirarlo, que todos los recuerdo volviesen a flote, no eso si que no. Así que cogí la mochila, el cuaderno y salí de la alegre sala.

Agnes me encontró vagabundeando por las salas contiguas con los ojos llorosos.

- Tía, te estaba buscando...-vio mi cara - ¿Qué te pasa?

- Nada, nada - dije mientras me pasaba las manos por la cara. No quería dar explicaciones. Lo único que quería era volver a casa y tirarme a la cama para llorar y desahogarme de mis penas.

- Pero, ¡qué mal mientes! Dímelo, no te preocupes.

- Déjame Agnes no estoy de humor.

- ¿ Pero qué mosca te ha picado? No hace ni dos minutos estabas bien y entras en esa sala y sales tarada.

Estallé:

- No, Agnes, no sabes nada. No sabes lo que me ha pasado, puede que para ti hayan pasado solo dos minutos pero para mi has pasado dos semanas, ¡me oyes! No puedes juzgarme. - y de repente eché a correr.

Nadie sabía lo que me había pasado, para ellos solo había pasado dos minutos. Pero para mi, habían pasado dos semanas, dos semanas en las que había viajado en el tiempo, había conocido a muchas personas, había vivido junto a la alta burguesía de la época victoriana, había conocido el amor... Me había enamorado sin remedio y luego me había separado de él. Eso había sido lo más duro que había hecho en mi vida. Era consciente de que no podíamos estar juntos, siempre lo había sido. Que ingenua había sido al pensar que podía pasar el resto de mis días junto a él, formar una familia y ver como nos crecían las canas juntos.

La profesora tocó su silbato y formamos una ordenada fila. Agnes parecía más relajada y hasta inició una agradable charla conmigo en el autobús. Mis pensamientos volaban lejos y no me centraba en la conversación. Mi cabeza estaba demasiado colapsada como para pensar.

Y sin darme cuenta pasaron los días, las semanas y todo volvió a su habitual rutina hasta que una mañana...

Me había como cualquiera mañana, había seguido mi habitual rutina, aunque bueno en el trayecto al instituto había tenido un pequeño drama: la vivaz Agnes había roto con su novio, Jason, y me estuvo lloriqueando durante todo el camino. Al parecer (por lo poco que escuché) Alice, una gran amiga nuestra, había intentado quitarle el novio a Agnes besándolo públicamente delante suyo, típicos rollos adolescentes que no me interesaban para nada.

Nos dirigimos a nuestra acogedora clase, nos esperaban dos duras horas hasta el primer recreo. Jason estaba en la puerta de clase y dirigió a Agnes una mirada de "tenemos que hablar" a los que esta giró orgullosamente la cabeza plantándolo con cara de memo.Me miró y yo levanté los hombros en señal de "la has cagado tú solito, no sé que puedo hacer por ti". Entré en clase y dejé los libros de literatura encima de la mesa. Nuestro profesor de literatura, el señor Williams entró con su habitual cara de sueño y se dispuso a abrir el libro cuando se vio interrumpido por el director del instituto seguido de una misteriosa figura.

- Bueno, siento interrumpir esta agradable clase - una bola de papel golpeó al señor Williams y comenzó una risita general. El director puso su más severa cara- Pero os anuncio la llegada de un nuevo compañero a vuestra clase. Espero que lo acojáis lo mejor que podáis para que se sienta como en casa. - A partir de aquí comenzó a soltar su típico rollo de principio de curso, un elaborado discurso que defendía el compañerismo, apoyaba a los más desfavorecidos y hacía reflexionar sobre la vida misma, a algunos, y sobarse, a otros que eran la gran mayoría.

Cuando acabó se giró para decir que la misteriosa figura pasara.

Los murmullos reinaron durante apenas dos segundos, unos especulaban que era chico, otros que era por el contrario chica. Se oían risillas por el fondo.

Todo se supo cuando entró, levanté la cabeza por el simple hecho que la curiosidad me podía, como a cualquier otro de clase.

Lo que vi me congeló la sangre, no podía ser. Pero ahí estaba con esa sonrisa, de pie en mi clase.

Bueno, aquí os dejo un nuevo capítulo de mi historia. Espero que os vaya gustando, he decidido que le voy a dar un nuevo enfoque, pero no os preocupéis la historia va ser la misma. Gracias por leer!!😇

Aunque el tiempo nos separeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora