III. Telas y confidencias

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Jeremy me tomó la mano y me condujo a través de las sucias y grises calles hasta un gran almacén que destacaba en medio de la gran homogeneidad de edificios. Entramos después de que un guardia vestido de forma semejante al del museo nos abriese la puerta.

Una infinidad de mostradores con objetos se alzaban a mi alrededor. Jeremy, se dirigió con paso decidido hacia la sección de señora, bajo los murmullos de una señora de avanzada edad, metida en un vestido color melocotón, bastante juvenil para su edad, y un sombrero pomposo con plumas de faisán.

- Discúlpeme, voy buscando algunas ropas para mi amiga.- dijo, un tanto cortado pero con mucha educación.

- Claro, faltaría más señor Tyson.- respondió la encargada, acto seguido me cogió de la mano y me arrastró al interior de un probador. Me dio infinidades de conjuntos que tuve que probarme, y tras dos largas horas me decidí a comprar un elegante vestido color burdeos de manga larga (bueno allí eran todos con manga larga, exceptuando los de fiesta) con botones y unas botas negras con cordones. Salí del probador, Jeremy me miró de arriba abajo con una mirada de aprobación. Pagó y subimos a la planta de arriba, la peluquería donde me hicieron un peinado bastante elegante, luego me colocaron un gracioso sombrero del mismo color que el vestido.

- Me gustaría pagarle lo que se ha gastado.- dije con sencillez.

- No ha sido ninguna molestia, señorita. - respondió - ¿Tiene algún lugar para dormir y pasar la noche?

No había pensado es eso hasta entonces.

- La verdad sea dicha, es que no. Igual lo mejor sería alojarme en algún hostal - dije pensado en el dinero que llevaba en el bolsillo lateral del vestido.

- ¿Sería demasiado inoportuno que le ofreciese alojarse en mi casa?

Me detuve. Una infinidad de preguntas me abordaron, ¿me estaba ofreciendo un lugar para cobijarme? ¿Por qué había hecho tanto por mi sin apenas conocernos?

- Si no es ninguna molestia...- lo había dicho, ¿en qué estaba pensando? Había aceptado la invitación de un completo desconocido, ¿quién era Jeremy Tyson? Lo cierto era que ese nombre seguía resonando en mi cabeza desde que lo había dicho, había oído ese nombre antes.

Habíamos llegado al parque donde hacia apenas dos horas me había cogido, Jeremy se sentó en el banco y me hizo un gesto para que tomara sitio a su lado. Me senté.

- Vale, si se va a alojar en mi casa, necesitamos un pretexto... Ya lo sé - dijo con la cara radiante de alegría - puede ser mi modelo, a ver estudio bellas artes en la universidad regional. No seria de extrañar que viniese a quedarse para que la pudiese retratar de diario. Decidido pues, ¿no?

Asentí. Jeremy paró un coche y me tendió la mano para que subiese. Dio una orden al cochero y comenzó en crujir de las ruedas. Me entró sueño y sin poderlo remediar acabé apoyada en el hombro de Jeremy. Me dio un respingo y me aparté apresuradamente de su hombro.

- Ya que se va a quedar en mi casa lo mejor será que nos conozcamos mejor. Me llamo Jeremy Tyson, tengo 16 años, pero la semana que viene cumplo 17. Me gusta leer los relatos del señor Doyle del periódico semanal y dormir en el pajar de mi casa. Una manía mía, mirar todo con perspectiva artística. Tengo la suposición que todo en esta vida es un gran paisaje que hay que retratar, solo hay que encontrar el momento preciso en el lugar adecuado.

Era mi turno.

- Me llamo Grace White, tengo 16 años. Me gusta bailar ballet por el pasillo de mi casa y hacer pasteles, que siempre se me queman. - Jeremy se rió y yo con él- Una manía, tener los interruptores de casa ala misma altura.- dije, un poco avergonzada.

El coche se detuvo delante de una imponente mansión con enredaderas y la puerta de madera de roble. Jeremy bajó y me ayudó a bajar, se lo agradecí porque aún no controlaba el vestido, y tocó la campaña que colgaba al lado de la puerta. Se oyó una voz que venía de lo lejos diciendo entre quejas: "Ya voy".

Una mujer abrió la puerta. Me fijé en ella, era una mujer con el pelo canoso recogido en un moño bien estirado, vestía un vestido negro y llevaba un delantal blanco encima.

- La señora Collins, el ama de casa -dijo Jeremy, mientras me conducía hacia el interior de la casa- Quiero que conozca a a mi familia.

El interior de la suntuosa mansión era, incluso más lujoso que el exterior. Estaba amueblado con muebles de la más exquisita madera de los cinco continentes. A ambos lados de la sala, que actuaba como recibidor, habían infinidad de puertas que comunicaban con otras estancias, una gran lámpara de araña colgaba del techo, proporcionándole un aire chic, y una gran escalinata, adornada con una alfombra, remataba la sala, uniendo ambos pisos de la mansión.

Jeremy abrió una puerta a mano derecha. Se oyó una voz.

- ¿Jeremy, ya has llegado?

Y allí estaba de pie mirándome con sus ojos saltones y una sonrisa torcida.

Aunque el tiempo nos separeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora