Capitulo 1

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Desperté con las mejillas manchadas de tinta y parte de la manga de mi suéter.

Otra vez tuve ese sueño: Los chicos de la primaria 118 viajamos a San Lorenzo en busca de los padres de Arnold...Un sueño un tanto extraño mezclado con realidad y futurismo.

Mi mente parece querer jugar una broma cada noche con ese sueño, uno donde quiero confesarle mis sentimientos al chico de cabellos dorados y el me evita. Aun por más extraño que sea me hubiese gustado que ese sueño fuera una realidad. Confesando mis sentimientos una vez más y siendo correspondida, él viniendo a vivir aquí con sus padres y tener el final feliz de una película. Sin embargo eso no sucedió, fue cierto lo de ir a San Lorenzo pero no tuve el valor de confesarme, no de nuevo y no así.

Todos fuimos a San Lorenzo, seguimos pistas y su mapa para llegar a la gente de ojos verdes. Sin duda fue una aventura después de superar la traición de nuestro supuesto guia y Arnold salvando a sus padres del sueño eterno pero, no fue con mi con mi colgante, fue con la pieza de oro que rescatamos.

Cada día me despierto con el remordimiento de no poder confesarle lo que sentía. Sus abuelos se tomaron unas vacaciones después de la decisión de su nieto, ese viaje a San Lorenzo seria el ultimo en el que todos nosotros convivimos con Arnold. Después de que sus padres despertaran y nos contarán cómo terminaron enamorándose de la gente de Ojos Verdes y su cultura; Arnold tomó una decisión que nadie esperaba.

-Me quedaré a vivir aquí en San Lorenzo con mis padres, quiero aprender más historias y su forma de vida-. Es lo que Arnold dijo frente a todos, sus padres no se veían convencidos de su decision pero lo comprendieron y abrazaron -Donde tu quieras estar, nosotros estaremos-. Sus padres amaban estar con su hijo pero Arnold comprendía que la gente de los Ojos Verdes ya era parte de su familia también. Cuando sus Abuelos se enteraron se negaron a seguir en la casa de huéspedes e hicieron sus maletas para ir con su nieto. Claro está que Phil quería unas vacaciones desde hace mucho.

Todo nuestro salon estaba a punto de partir de regreso a casa, se despedían de Arnold haciéndole prometer que nos visitaría y escribiría. Gerald Lloro mientras se despedían con un juego de manos -Viejo, el barrio no será el mismo sin ti, tienes que venir de vez en cuando-.

Phoebe le dio un abrazo fuerte y se sonaba la nariz -Aprenderás en primera mano una cultura que no han descifrado del todo, aprende mucho Arnold-. Phoebe fue interrumpida por Ronda quien sacaba de su bolsa un sprite para cabello - Odio este clima pero yo me marcho y tu te quedas, asì tu cabello estará a salvo un tiempo.- Los demás se seguían despidiendo uno por uno y mi mejor amiga se acercaba a mi dándome uno de sus pañuelos -Helga...- Me susurro esperando algo de mi parte.

Yo tenía mis brazos cruzados y miraba para otro lado, todos habían terminado de despedirse menos yo. Arnold se acercó a mí y me estiro su mano -Helga, será una tregua, ya no te molestare con mi presencia un tiempo-. Dijo con una sonrisa y Phoebe me miraba intrigada.

-Al fin me dejaras descansar, quédate con esos raritos de ojos verdes cabeza de balón-. Gruñí sin tomar su mano -Lo que tu digas, Helga-. Arnold bajo su mano y se dio la vuelta para ir con los demás -Ar...-.Phoebe estiró su mano intentando decir algo a Arnold y la detuve susurrandole -Phobs, es hora de dejar esto-. Ella asintió con la cabeza y acercó con su mano un pañuelo a mi mejilla, secando lágrimas que había estado conteniendo.

Nos fuimos de ahí, la mayoría hablaba de las experiencias que tuvieron aparte; sin embargo yo solo tenia sueño, no tenía ganas de hablar, pensar y sentía que algo dentro se había quebrado dentro de mi.
-Los visitaré, no me olviden-. Fueron las últimas palabras que nos dijo al marcharnos pero; Año tras año esperando en vano, los primeros días no quería comer, salir a jugar o dar una vuelta por el barrio.
Viendo cómo la Doctora corazón se bufaba de mi cuando hablaba de que él terminar una relación no era el fin del mundo pero la mía ni siquiera empezó.
-¡Oh no!-. Vi la manga de mi suéter manchada de tinta y me apresure a revisar las hojas revueltas en mi escritorio.
Muchas estaban manchadas con tinta y sudor, las volví a acomodar en orden y tiré las que ya no podrían ser útiles.
Tome en mis manos una hoja que estaba llena de lo que había escrito antes de quedarme dormida encima.
>>Recordar cuánto cambiamos todos me hace ponerme nostálgica, yo ahora solo vivo con Miriam, mis padres se divorciaron y fue para mejor, se ve más llena de vida Miriam, tiene un trabajo de secretaria que le encanta y se volvió una mejor madre.
Bob por otra parte ni siquiera llama y después de que bajara la venta de bippers cambió a una tienda de Televisores por qué según el "en ninguna casa faltara el mejor amigo del hombre, una TV", su casa en un basurero y solo lo arregla cuando va mi hermana.
Yo prefiero comer fuera cuando me toca ir a visitar lo o ir a la WWE y hacer apuestas para que él pague lo que consume.
No es un buen padre pero puedo decir que lo intenta.
El hombre bajito de la casa de huéspedes se casó con la mujer alta y se mudaron, hace poco me enteré de que compraron una casa para derribar la y hacer la desde los cimientos. Supongo que fue algo simbólico pues ya tienen gemelos en camino.
Me pregunto si ambos tendrán el mismo tamaño del otro o un gemelo será más alto...
Antes creíamos que nada nos separaría pero muchos se mudaron a otras partes o como Ronda, se fueron a cursar un colegio privado y de prestigio.
Phoebe y yo ya no somos amigas, no lo se. Ella está rodeada de amigos ahora.
¿Y tú?, ¿cómo has estado?, ¿qué has hecho?, ¿cuando...volverás?
Att: Helga G. Pataki
Doble la hoja y la metí en un sobre, escribí mi dirección y el nombre de Arnold.<<
Me levante del escritorio con el sobre en mano, alrededor de mi cuarto habían varias cajas con diferentes fechas escritas.
-Ahí estás caja 2xxx, toma tu alimento-.
Puse el sobre encima de la caja, todas las cajas tenían cartas escritas para Arnold.
Sonó mi alarma justamente a las 5:00 am, ya estaba más que despierta y baje las escaleras para desayunar con Miriam y mi hermana.
Desde que Bob no está todos los días parecen noche de chicas.
-Ya es hora de irnos panquecito-. Me grito Olga detrás de la barra de la cocina.
-¿Otra vez con tinta en la cara?, en lugar de panquecito te dire pulpito-. Bostece y me limpie la cara con una servilleta -¿Miriam ya se fue?-. Pregunté.
-Ya, hoy tenia que preparar todo para la reunión con sus jefes y se llevó el carro, tendrás que ir en metro a clases- puso en mi lado de la barra un plato con panquecitos envueltos en jalea y un café.
Olga se había ofrecido a ayudar unos meses en casa para que nuestra madre pudiera Ascender de puesto sin preocuparse por cosas que hacer en casa y aparte quería aprender a ser buena ama de casa para cuando tuviera hijos.
-Olga esta vez te salieron estupendos, deberías vender los como "panquecitos amarra hombres"- me reí mientras terminaba de comer el último de mi plato. -Vamos hermanita, solo necesitas amarrar a un hombre con tus encantos-.
-Y algo más como cloroformo-. Me moví de la cocina, tome una mochila pequeña donde iban papeles importantes y uno que otro libro de bolsillo.
Me despedí de Olga y salí a la calle -Amarrar a un hombre ¿habría alguien que se dejaría "amarrar"?- decía a mi misma mientras caminaba a la estación del metro.
A pesar de ser muy temprano las calles tienen a gente moviéndose de un lado a otro.
-¡Mueve tu asquerosa chatarra! ¿No ves qué hay personas que queremos ir a trabajar?-. -¿estás tonto?, los simios no deben manejar, el semáforo está en rojo ¿no ves? O ¿no te enseñaron colores en la primaria?- Escuchar eso en la mañana me hace sentir armoniosa, me recuerda a Bob y sus interminables peleas cuando se ofrecía a llevarme.
Baje las escaleras de la estación del metro. Ahora vivo en otro lugar al norte y aún así tengo que viajar al instituto al otro extremo de la ciudad de Hillwood; donde las colegiaturas son más baratas.
Cualquiera pensaría que todos los que una vez convivimos iríamos al mismo lugar a estudiar después de la primaria y secundaria pero solo unos pocos lo recuerdan. Pase las barras del metro con mi targeta y busque el carril que debía tomar.
¿Si Arnold me viera ahora me reconocería?, no soy la misma niña con problemas de antes.
-Tienes que escribir todo lo que sientes y mandar lo, solo así podrás olvidarte de él Helga-. Recordar las palabras de mi terapeuta todos los días...
Tenía 11 años cuando fui a regañadientes a la terapeuta de mi ciudad. Había dejado de comer y mis padres me notaron y notaron que estaba pasando algo mal a lo que Bob nombró "adolescencia".
La única persona que sabía por que estaba así era Phoebe pero ni ella podía ayudar me. Después de un año de evitar el contacto con cualquiera ella se rindió y solo siguió con su vida, como todos.
Me dijo que había perdido los más importante de mi, me recordó que una vez yo estaba así al creer que había tomado una posición de desamor y que ella no soportaría verme triste y no poder hacer que algo cambiara mi ánimo.
Llegue a la línea morada y espere la llegada del metro.
La gente se apilaba detrás de las líneas esperando impacientes por entrar.
Había aplicado no hace mucho para ser aprendiz de periodista, ganar un poco de dinero e irme haciendo de experiencia cuando no tuviera clases.
A estas alturas me sigo preguntando qué haré con mi vida.
Llego el metro y abrió las puertas, subí al cuarto andén y la gente se iba acumulando ocupando mi espacio personal e invadiéndolo.
Mi reflejo en las ventanas del andén me hacían pensar ¿cambié mucho?, ¿Arnold cambiaría?.
Ahora tengo mi cabello suelto y una diadema hecha con una cinta rosa, era lo que había visto en las revistas de Olga y ella me había rogado que usara.
Ya no tengo un fleco como el de Olga así que a pesar de traer una diadema y ser hermanas, muchas cosas nos distinguen.
Llego mi hora de bajar del andén y entre empujones logré bajar -odio el metro- me dije sacudiendo mi ropa para evitar que se arrugara.
-Disculpa, ¿es la línea naranja la que va al 9 instituto de Hillwood?-. Escuche la pregunta sin apartar la vista de mi ropa.
-Ahora es la morada, estás en la correcta-. Conteste y camine en dirección a la salida de la estación.
Escuche que una viejita me agradeció y seguí en lo mío.
Metida en mis pensamientos llegue en 10 minutos al instituto, camine por su enorme campo lleno de pandillas o grupos de estudiantes.
En la entrada se apoderaban las porristas y los jugadores de Basquet gritando algunas frases de apoyo o incitando a los demás a ir a apoyar el partido.
Entre ellos estaba un chico alto y de cuerpo musculoso con un peinado parecido al de un militar.
Gerald era quien resaltaba, un jugador prodigio quien una vez fue novio de Phoebe hace años y la relación acabó por qué él se unió al equipo de Básquet y al mirar su cualidades comenzó a aceptar cualquier alago e incluso coquetear con más chicas.
Phobs le hablo sobre su forma irrespetuosa de actuar y el solo lo tomo como un insulto de su parte y celos tóxicos.
Subí las escaleras tomando uno de sus volantes >> ¡Partido contra el 4 instituto de Hillwood!
Preséntate y apoya nuestro equipo.
Finalizando habrán actividades para celebrar el 14 de febrero.
Rifa para tomarse una foto con el ganador del equipo, Gerald Johanssen (solo chicas)<<
Ya no somos niños y parece que cada año que pasan más se interesan por esas tonterías como el 14 de febrero, solo dulces, marketing y corazones rotos.
Llegue a mi casillero y saqué una carpeta rosa.
-Brainy deja de hacer eso-. Cerré mi casillero y detrás de el estaba un chico alto con una chaqueta mostaza y anteojos.
Después de que Phoebe dejara de hablarme, Brainy se volvió un amigo.
Sigue siendo un poco raro pero ya no somos niños y su faceta de acosador se calmó.
Le gustan bastantes las historietas y cuando vamos a almorzar me da una a leer. Ambos leemos aún que no sé si a notado que en esos momentos solo pienso en otras cosas no en súper héroes que súper hacen cosas y súper las resuelven.

Ojos VerdesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora