Ojos Verdes

Capitulo 4

Me reia de mi misma, toda la mañana me había preocupado de cosas que no pasaron. A veces se me olvidaba que Arnold nunca haría comentarios que molestarán a una persona. Cualquiera pensaría que vivir lejos cambiaría el chico que era.

Baje las escaleras de la entrada y recordé lo enorme del campus, también que Arnold no me dijo dónde exactamente lo vería. A mi lado pasaron unos chicos cargando a un compañero que iba llorando -¡Hombre en llamas, hombre en llamas!- Gritaban mientras lo subían y bajaban.

Me preguntaba por qué no habían incendiado ya el instituto pero recordé que ya lo habían intentado y por eso parte de nuestro dinero fue a un sistema moderno de incendios. ¿Esperare de este lado? pensaba y veía los diversos locales ingeniados de la nada, parejas felices besándose. Parecía un festival y sólo promovido por un simple partido de baloncesto con la otra institución cerca de nuestra área.

Pude reconocer a la chica de rasgos asiáticos y cabello negro rechazando a un chico que estaba arrodillado -Phoebe-. Me dije y ella topo su vista conmigo. Por un momento pareció que sonrió al verme pero su grupo de amigas llegaron a "salvar la" del chico.
Espere a fuera de las escaleras, chicos del instituto rival estaban llegando y se mezclaban con los demás.
Escuche sollozos al costado de las escaleras y vi a una chica castaña llorando. Sentí la incomodidad de no saber si preguntar le o solo ignorar la como a los demás.

-Vamos levántate, no es el fin del mundo-. Me acerqué a ella y le di una palmada en su hombro.
-Me rechazo, ni siquiera lo conozco y me rechazo por ser bonita-. Me contesto entre lágrimas.
-Tal vez por eso te rechazo, no te conoce aún y si lo hiciera tal vez se enamoraría-. Le ofrecí mi mano y ella se levantó por si sola. Se secó las lagrimas -Tienes razón, el chico de ojos verdes será mío-. Con lo último dicho me congele, me sentía arrepentida y traicionada.

La chica se fue corriendo y me quede agachada con mis puños cerrados -¿qué es esto? ¿Un relevo?-. Me pregunté imaginándome a mi ahora en esa esquina sollozando.

Me levante y la intente buscar con la mirada pero se había perdido entre la multitud de jóvenes.
Recordé que ni siquiera me había agradecido, esto me pasa por intentar hacer algo bueno, me va mal a mi.
¡Genial!
Pasaron más de 20 minutos y no había rastro del chico rubio, me imaginé que era demasiado bueno que aceptara simplemente estar conmigo este día.
Después de todo soy la chica que le hizo bullying en la infancia.

Me preguntaba si era mejor regresar a casa o quedar me a mí posible humillación de estar sola.
Mi estómago gruño y suspire, era mejor ir por un bocadillo antes de irme.

Entre nuevamente para ir a la cafetería -¿Eres tú Anna?-. Me pregunto un joven más delgado y chico que yo, sostenía un corazón rojo y solo traía una toga con un antifaz de corazones.
-No-. Respondí y vi como se alejaba enojado -¿Quién demonios es Anna?-. El chico parecía furioso y simplemente continué caminando.

Por donde miraba había querubines invadiendo los pasillos. Llegue a la cafetería y pensé solamente en comprar algo de la máquina expendedora para evitar las comidas en forma de corazones. A ese punto ya estaba asqueada del salvaje amor que rodeaba el instituto.
Saque un billete y lo deposite en la máquina, escogí unas donas blancas y recogí mi cambio. Me senté en una de más mesas de la cafetería y abrí la bolsa de donas.

Del otro extremo del pasillo alcance a reconocer a Gerald y con él también estaba Arnold. Estaban sentados con el equipo de baloncesto y las animadoras los rodeaban.
Mordí una dona y suspire, mi visión trágica de las cosas habían acertado.

Las animadoras se veían contentas de estar con Arnold y la chica que había "ayudado" en las escaleras estaba sentada al lado de Arnold abrazándolo.
Sentí un impulso de maldad que me decía que preferiría dejar la llorando en lugar de ver la vivaracha como una rival al lado del amor de mi vida.
Termine de comer las donas y solo sentí la bolsa vacía.