7.Abrela cuando

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Estados Unidos, 2016.

Calle

La vida aca se me había hecho monótona después de todo lo que viví en Colombia. Conocí una chica y también a un chico, lo intente, pero ninguno valió la pena, ninguno era suficientemente parecido a Poché, ninguno era destallista, ninguno tenía esas cosas raras que Poché aveces hacía, no comprendía su humor, no tenían ojos color verde aceituna, ninguno resaltaba del resto, ninguno era Poché y a Poché era a quien yo quería.

Estaba en clase y en lo único que podía pensar era en Poché, hoy la extrañaba más que todo este último año.
Aunque hablamos todos los días y siempre buscamos un espacio libre para poder llamarnos, no era lo mismo, no la podía tocar y eso me mataba.

Estaba deseosa de llegar a mi apartamento y poder abrir una de las tantas cartas que me dejó Poché la última vez que nos vimos, pero todavía me quedaban horas de clase, siempre las disfrutaba pero hoy me era imposible, por lo tanto decidí saltarme todas esas clases, porque iba a estar presente físicamente pero mi cabeza iba a estar en otro lado.

Subí a mi carro y comencé mi camino a casa mientras en la radio pasaban la canción "See you again", parecía que el Universo quería ponerme más sensible de lo que estaba.

Estacione el carro en el estacionamiento de mi apartamento y luego de saludar al portero me dirigí al ascensor. Los números pasaban y al fin llegue a mi piso. Entré a mi apartamento con un solo objetivo: la cajita negra que Poché me dió.
Cuando la tuve entre mis manos tome la carta que decía: "Abrela cuando me extrañes"

Dentro se ese sobre habían dos hojas unidas por un clip, ambas hojas, escritas a mano, tenían varias fotos de las dos. Comencé a leer.

"Yo también te extraño frutita.

Dentro de este sobre hay también una pulsera, es la pulsera que viste en aquel viaje que hicimos a Cartagena por un fin de semana, me dijiste que te encantaba y no la pudiste comprar porque ya era tarde y el lugar estaba cerrado, pero yo al otro día fui y la compré, quería decirte ese día lo que estaba sintiendo por ti pero me acobardé, en ese viaje y en todos los demás días que pasamos juntas me limité a mirarte y guardar cada detalle de nuestras salidas juntas en mi mente, podría relatarte a detalle cada una de nuestras "citas", pero hay una que me marcó, y me hizo dar cuenta de todo lo que sentía por ti, que aunque si eres mi amiga, mi corazón quería que fueras algo más.

¿Recuerdas aquella vez que te lleve a aquel campo lleno de girasoles y lleno de mariposas revoloteando al rededor nuestro? ¿Recuerdas que tú cerraste los ojos y extendiste tus brazos mientras girabas con una hermosa sonrisa dibujada en tu rostro? ¿Recuerdas que luego paraste y todas las mariposas se acercaban a ti por tu rico perfume?

Mientras dabas vueltas y estabas hundida en ti misma sin importar si tenías a alguien cerca te vi y me di cuenta que te quería en mi vida para siempre, te vi y supé que lo que sentía por ti era algo mucho más fuerte e intenso de lo que creía.

Ese día hicimos un picnic en ese campo, me contaste que tu flor favorita eran los girasoles, comimos sándwiches mientras el viento despeinaba nuestros cabellos, tú te cansaste de estar peinandote y decidiste hacerte un rodete, que por cierto, se te veía hermoso. Poco a poco fui acercandome, tratando de que no lo notarás, apoye mi cabeza en tu hombro y te tome la mano entrlazando nuestros dedos, y terminamos bailando al ritmo "The Night We Meet" y ahí confirme lo que había descubierto viendote, te quería conmigo siempre y aunque ahora no estemos juntas, aunque nos estemos extrañando, ya vamos a tener la oportunidad de volvernos a ver y tener más citas como esta, con la diferencia de que esta vez vamos a saber que estamos en una cita."

La carta tenía fotos de cada momento que ella relató en esa carta, había fotos de nuestro viaje a Cartagena, había fotos de mi dando vueltas en ese campo de girasoles, había fotos de nuestras manos tomadas, esas fotos me hacían viajar en el tiempo al igual que sus palabras, y aunque la seguía extrañando, ya no estaba triste, me había hecho sentir un poco más cerca de ella.

Ahora tenía una pulsera que me hacía recordar a ella y a todo lo que significa la reaparición de ella en mi vida, desde este momento, mirar esa pulsera me va a dar la esperanza de volver a Colombia y poder repetir citas.

Decidí que era buen momento para llamarla, para contarle que había abierto otra carta y que había cumplido su objetivo: hacerme sentir mejor. En otra ocasión me dijo que había escrito todas esas cartas para poder estar presente siempre en mi vida, para estar cada vez que la necesitaba y hacerme sentir mejor, y vaya que si lo había logrado. También me contó que escribió todas esas cartas sin saber si me las iba a dar, porque ella no sabía si yo le iba a corresponder, me contó que valía la pena correr el riesgo y que eso lo había aprendido de mi, y cada que me lo repite me siento la persona más horrible del mundo, porque ella superó su miedo a amar y dejarse amar, pero yo no superé el miedo a mis padres.

—Hola— habló una Poche emocionada al otro lado de la pantalla.

—¿Ahora traes las puntas de tu cabello azul?— pregunte al ver que sus puntas ya no eran rosadas.

—Exacto, me lo hice ayer, ¿te gusta?— preguntó tomando un mechón de su pelo y acercandolo a la cámara.

—Me encantó, todo te queda divino— cuando dije eso ella hizo una mueca que no pude entender pero decidí ignorar eso.— Hoy te he extrañado demasiado ¿sabes?...— esperé una respuesta que no obtuve— Así  que abrí una de tus cartas y me has hecho sentir mejor, quería hacertelo saber— ella suspiró pesadamente, no entendía que estaba pasando.

—Me alegra que mis cartas te hagan sentir mejor.

—¿Pero?— pregunté con miedo.

—Pero no quiero atarte a mi Calle, siento que no te permites vivir por mi, me has contado que conociste a algunas personas pero que no te atraen lo suficiente, que no son yo, y aunque me gusta escuchar eso, se que te mereces estar bien el tiempo que estes en Estados Unidos, no me puedo permitir ser un ancla que no te deja salir de los meses que tuvimos aqui en Colombia— dijo triste.

—¿Qué estás queriendo decirme con esto?— mi corazón comenzaba a romperse.

—Que lo mejor es que dejemos de llamarnos y hablar todos los días.

—No quiero eso— dije con mi voz temblorosa delatando mi tristeza de escuchar eso.

—Yo tampoco, pero te va a hacer bien, no puedes estar en Estados Unidos viviendo en Colombia— ella tenía la voz en el mismo estado que yo.— Y no me siento bien cuando me doy cuenta que soy yo la que te estancó en Colombia.

—Yo quiero que seas mi ancla— solté y me limpie una lágrima al mismo
tiempo.

—Y yo quiero que seas libre Calle... adiós— luego de esas palabras corto la llamada.

En ese momento me sentí la persona más triste del mundo, si los corazones se escucharán cuando se rompen, definitivamente hubiera escuchado el mío. En el fondo de mi ser sabía que lo que Poché hizo era lo correcto, pero era algo que ninguna de las dos quería, y hasta hoy, ninguna de las dos se atrevía a decir.

Ella sabía de mis amoríos y yo de los de ella, eramos amigas, aunque nos gustabamos decidimos ser amigas, amigas que se contaban todo, y en ese todo estaban nuestros cuentos, y ninguna pudo encontrar a alguien especial y suficiente para llenar el vacío que ambas teníamos.

Estaba triste y para mi suerte y al mismo tiempo mala suerte, Poché también había escrito una carta para cuando esté triste y luego de un debate entre mi cabeza y mi corazón, entre el racionalismo y el sentimentalismo, decidí que sería buena idea leerla, tal vez sus palabras me harian bien.

Luego de leer la carta me dispuse a dormir escuchando la playlist que había hecho con las canciones que Poché había puesto en una de las tantas cartas con canciones que me dedicaba. Me dormí con la carta en mi pecho y me prometí que seguiría mi vida, pero de Poché nunca me olvidaría.
















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Gracias por leer.

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