60. Borroso

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Estuvimos varios minutos mientras todos daban sus opiniones sobre si debía o no ir sola al lugar donde Marcos me había citado. Por una parte estaban Juan Carlos y Vale, ellos se negaban completamente a dejarme ir sola, les parecía demasiado peligroso, ya que nunca conocemos las reales intenciones detrás de Marcos. Mafe no quería que vaya sola, pero al mismo tiempo sentía miedo que si iba con más gente, a Marcos no le gustara y le hiciera daño a Calle por eso. Por otro lado, Andrea planeaba algo con su equipo, luego de hablar un buen rato y pensar, irrumpió el círculo que habíamos formado para dar opiniones sobre mi siguiente movimiento. 

—No vamos a dejar sola a María José— habló Andrea con un tono de voz alto para hacerse escuchar entre el bullicio —Vamos a llevarla hasta unas cuadras del lugar, desde ahí caminara, pero no estará sola porque ya estamos mandando a un francotirador para que le cubra las espaldas— explicó recibiendo la aprobación de todos los presentes en la reciente discusión.

Luego de conocer cuál era el plan, fui rápidamente al cuarto para cambiarme el pijama que tenía puesto. Mientras buscaba ropa, mi hermana se acercó a mí de forma silenciosa, sentándose en el borde de la cama más cerca a mí.

—Prometeme que te vas a cuidar— pidió con su voz temblorosa. 

Sonreí por su pedido tan tierno, Vale además de ser mi hermana era probablemente mi mejor compañía, era de las personas que más me entendía y estaba feliz de que el Universo me haya puesto a personas como ella en mi vida.

—Te lo prometo mi pulguita— deje la ropa que me iba a poner sobre la cama para abrazarla por un largo rato —No te vas a liberar fácil de mi, eso te lo juro Valentina Garzón— bromee mientras veía a papá entrar y abrazarnos a ambas.

—Las amo demasiado mis amorcitos— al escucharlo pude sentir su voz igual de inestable a la de Vale, me rompía un poco el corazón verlos así de tristes, así que solo me quedaba consolarlos, hacerles saber que todo estaría bien apesar de cualquier cosa.

—Todo va a estar bien, se los aseguro— dije una vez nos separamos, sacando a relucir mi fortaleza al mostrarme firme y confiada —Calle va a entrar por esa puerta sana y salva, no voy a dejar que le pase algo cuando aún no nos casamos— dije mostrando el anillo.

—Estoy muy orgulloso de la mujer que eres.

—Mamá también estaría orgullosa— dijo Vale entre lágrimas.

—También lo está de ti— le contesté limpiando sus lágrimas —Bueno, hora de hacer lo que hay que hacer— comente yéndome a cambiar.

Luego de cambiarme, baje junto a todos hasta el estacionamiento, donde la camioneta de Andrea nos esperaba. Subí en el lugar del copiloto, mientras que Juan Carlos, Vale y Mafe se subieron atrás en ese orden.

Un silencio sepulcral se había formado dentro del vehículo, solo se podía sentir el ruido de las llantas contra el asfalto y algún que otro motor cuando pasamos cerca de un carro en marcha.

Por las caras que todos traíamos, pude suponer que cada uno de nosotros estaba pensando en escenarios poco favorables. Yo por ejemplo, mi mejor escenario era Calle de mi mano, en dirección a este carro para devolvernos a nuestra casa y recuperar las horas que nos habían robado, mi peor escenario era volver sola, y no estaba dispuesta a eso.

Hace mucho había dejado de ser la niña que le teme a todo, deje de ser la que le temía a Marcos, poco a poco, con la ayuda de Calle y sobretodo con mi propia ayuda, había comenzado a superar las cosas que me hacían más daño. Yo traje el hilo y Calle la aguja, para que juntas comenzaramos a curarme las heridas que aún seguían abiertas, sin apuros y con cuidado. 

En ese momento me sentía valiente, con ganas de enfrentarme de una vez por todas a Marcos, de verlo donde tiene que estar y disfrutar de ello.

Estábamos llegando a una calle desolada, lejos del centro de la ciudad, lejos de todo el bullicio, lejos de más testigos. Si afinabas el oído, podías llegar a escuchar la brisa del mar, al parecer estábamos cerca de la costa. Según el gps estábamos cerca del lugar donde Marcos me había citado. En ese momento, mis manos comenzaron a sudar. Es cierto, yo ya no le temía a Marcos, pero eso no me daba la tranquilidad para asegurarme de que todo iba a salir bien. 

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