Tres.

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Me miraste. Fue una mirada fugaz, casi imperceptible podría decir. Pero yo la noté. ¿Debería emocionarme? No, que locura, sólo compartiste miradas con un compañero de clase. Aún así... querida Nora, ¿eso que vi fue una lágrima? La eliminaste antes de que lograra llegar hasta la mitad de tu pálida mejilla.

Tus ojos otoñales, ese día, no me transmitían paz, ¿por qué estaban tan apagados?. La biología de tu ser era simplemente curiosa. De seguro estabas consciente de eso... ¿o quizás ni siquiera tenías el interés de brindarte un mínimo de atención?

Me parecía curioso que siempre llevaras el cabello desordenado y la ropa un poco arrugada, tus medias ni siquiera eran iguales. No te interesaba encajar con las demás chicas. Tú mi querida Nora, eras diferente a todas. Y odiaba ver el dolor surcar por tus ojos y cambiar toda expresión de paz en tu hermoso rostro.

Jamás logré entender el porqué nunca pediste ayuda.

La chica de los ojos color otoñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora