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1 mes después.

De nuevo aquí en la silla del hospital. La madre de Carlo está sentada a dos sillas de mí, dormida.

El doctor Salvatierra, sale de tu habitación con reportes en sus manos. Me levanto y me acerco.

—Tenemos novedades de el paciente.

—¿Que sucede, doctor?

—Ya despertó.—Esa fue la mejor noticia que e recibido en mi vida—Las enfermeras están haciendo un exámen. Si gustas puede entrar, pero evite presionar mucho al paciente. Puede que sufra de lagunas mentales.

—Gracias-El doctor sonríe y se retira.

—Señora-Le llamo y la nuevo hasta que despierta-Carlo a despertado.

Ella me mira. Sus ojos cristalizandose. Se levanta de la silla bruscamente y me abraza, mientras llora en mi hombro.

—El doctor dijo que podía pasar a verlo-Le dije sin romper el abrazo-Pero que evitará presionarlo.

Asiente con la cabeza y comienza a caminar a la habitación. Me siento en una silla y ella me voltea a ver, ceñuda.

—¿No vienes?-Inquiere.

—Entre usted primero y luego iré yo.

Asiente y yo me recuesto en la silla. De mi bolso saco una hija de papel y un bolígrafo negro.

Estaba esperando este momento.

Cruzo mis piernas una sobre otras y me afinco en ellas. Comienzo a escribir.

Despertaste. ¡Despertaste!.
No sabes lo feliz que estoy en este momento. Tú madre entro a verte y yo esperaré a que salga.
Juro, que cuando entre a esa habitación ¡Te abrazare muy pero muy fuer...! Bueno, tal vez no tan fuerte ya que estás herido, ¡Pero te abrazare!.
En este momento, mientras escribo esto, los ojos me esconcen, las lágrimas de felicidad llenan mis ojos y no puedo parar de sonreír.
Te amo.
Y cuando vuelva a ver tus ojos se llenará el vacío que tengo desde lo que te ocurrio.

—Vanessa. Ya puedes entrar—Dice su madre, feliz.

Tomo la carta y la doblo por la mitad. Me levanto de la silla y camino hacia la habitación y entro en ella lentamente.
Mi corazón comenzó a latir fuertemente al verlo de nuevo. Esta sentado en su camilla y tiene un libro en sus manos con la vista fija en el.

Cables están conectados a sus brazos. Una máquina emite pitidos representando los latidos de su corazón.

Las lágrimas ruedan por mis ojos y un sollozo se escapa de mi boca. Es en ese momento él baja el libro y me mira con esos ojos que tanto me encantan. Una sonrisa se dibuja en sus labios y yo camino hasta quedar al lado de su camilla. Dejo la carta sobre una mesita.

El ladea su cabeza y acerca una de sus mano a mis mejillas limpiando las lágrimas.

—Hola Vane B. ¿Me extrañaste?

Sonrío y asiento. Lo abrazo un tanto fuerte y el hace lo mismo. Frota de arriba a abajo su mano sobre mi espalda y yo susurro "Te quiero's" seguidamente.

Rompo el abrazo y colocó mis manos en su rostro.

—Me asustaste. Pensé...que no despertarias. Vine todos los días, lo juro, no quería dejarte solo yo...

—Lo sé. Sé que viniste todos los días. Escuché cuando me contabas de tu día. Escuchaba cuando me leías. Y escuchaba cuando dejabas una nueva carta en la mesa. Escuché todo.

"Escuché todo". ¿Cuando dijo todo se refería a... Todo?. ¿Hasta cuando le dije mis sentimientos el mes pasado?

La confusión me lleno y mi rostro lo reflejo ya que él sonrio.

Hizo una seña con la cabeza y me dijo:

—Ven—Con esfuerzo y mi ayuda dejo un espacio en la camilla—. siéntate.

Rodee la camilla y me senté a un lado de él. Con sus brazos rodeo mis hombros e hizo que recostara mi cabeza en su pecho.

—Cuando—Comenzo a hablar—viniste el primer día que me internaron...Todo lo que dijiste ¿Fue verdad?

¿Se lo decía?, Ya no había nada que perder, a fin de cuentas ya él ya lo sabía.

—Si. Todo lo que te dije es real.

—¿Todavía lo sientes?, ¿O... en los momentos en que estuve aquí dejaste de hacerlo?.

—Todavia lo siento.

Rió y sentí la vibración en su pecho.

—Queria escuchar eso. ¿Sabes?, Cuando me lo dijiste quería despertar, abrir los ojos, moverme, hacer algo, para que supieras que escuchaba tus palabras, para que supieras que me gustaron tus palabras. Solo quería levantarme, rodearte con mis brazos y besarte, demonios Venessa, no sabes cuánto quería hacerlo.

Mi corazón martillo contra mis costillas. La emoción, el miedo y la expectativa estaban presentes en mi, ¿Escuche bien?, ¿Es cierto lo que me está diciendo?, ¡Si!, ¡Si lo es!.

Una sonrisa se dibujó en mi rostro. Rodee su pecho con uno de mis brazos y cerré los ojos. Una de sus manos acaricia mi cabello y la otra tomo mi mano.

-Venessa...Lo que te quería decir el día que iba camino a tú casa era que...

—Disculpen si interrumpo algo, pero el doctor quiere hacerle unas revisiones al joven Carlo para asegurar que todo esté bien—Interrumpio una enfermera.

—Claro. No hay problema.—Digo y bajo de la camilla.

Camino un poco para salir de la habitación pero Carlo me detiene tomando mi muñeca.

—Hablaremos esto luego, ¿Ok?

—Ok.—Acepto y salgo de la habitación.

El Chico de Ojos Color Gris.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora