Día tres.

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Abrió los ojos pausadamente y lanzó un largo suspiro. Domingo por la mañana, no había mucho qué hacer, los diseños que entregaría para la siguiente semana estaban hechos y no quedaba más que recorrer el techo con lentitud mientras seguía respirando con tranquilidad.
Un sonido la hizo respingarse, era la puerta de entrada, con un salto bajó las escaleras y fue a abrir.

—Hola... —murmuró rascando su nuca—. Yo, pasaba por aquí...

— ¿Y viniste a saludar?

Marinette soltó una risilla y sonrió—. Comienzo a creer que me estás buscando Agreste.

—Bueno, y ahora que descubriste mi plan, ¿puedo pasar? Traje croissants y café, es de la cafetería que está en este mismo edificio, ¿la conoces? Dicen que es muy buena.

La peliazul se movió del umbral de la puerta indicando que pasara, el mastodonte de dos metros y cabello rubio pasó junto a ella con una sensibilidad que cualquiera carecería, pero, para él era tan sencillo parecer increíblemente guapo en unos pantalones vaqueros y una playera ancha, traía sandalias y su cabello completamente alborotado.

—Pareces hombre de las cavernas con ese look, ¿pasaste por toda la ciudad en sandalias?

—Por supuesto —rio dejando la bolsa de comida en la pequeña mesa—. ¿Soy muy sensible sabes?, los hombres de las cavernas ya tenemos sentimientos.

— ¿Te importa si me doy una ducha? Regresaré en un minuto.

Y así fue, subió corriendo dejándole completamente solo, ni siquiera le dejó responder. Recargó su cuerpo sobre la mesa y observó los platos que se asomaban por la alacena. Puso dos platos y comenzó a jugar con unas servilletas. Con su poca habilidad para el origami, hizo una mariposa, y cuántas más le salieran, incluso un barco de papel, no tenía mucha habilidad con ello, pero, comenzaba a preocuparse por el hecho de que ya hacía 20 minutos de qué Marinette se fuera a bañar.

Lanzó un suspiro y subió la mirada en cuanto la chica bajaba por las escaleras, llevaba un vestido de flores corto, fruncido en las mangas y con forma de corazón en el pecho, le dió un vuelco al corazón.

—Ahora que lo pienso, acabas de herir mis sentimientos, parezco un vagabundo y tú... Te ves preciosa.

Suspiró para pensar en las muchas veces que se habrá visto hermosa, como aquél día en que la había rechazado, llevaba un pantalón ajustado con una blusa blanca ceñida al cuerpo, por encima traía su típica chaqueta de mezclilla, era la primera vez que no le había visto con coletas, sino con el cabello suelto revoloteando sobre sus hombros.

Ahora entendía porque Ladybug se había portado tan fríamente la misma noche, y seguramente nadie le había abrazado para decirle que todo estaría bien, la sangre le hervía de saber que él mismo le había hecho daño, a Marinette y a la chica de los puntos negros, que simplemente acababa en éso, siendo la misma persona.

Se sentía un completo idiota.

La mañana pasaba rápido, platicando de cientos de cosas y a veces de nada, se ponía roja con cada comentario atrevido que soltaba, e incluso soltaba una risotada por éstos también, después de todo, era nerviosismo, ¿o era él el que sentía éso?
Tal vez por éso sus comentarios eran tan malos.

Una vez más, se sentía un completo idiota.

—Entonces, ¿tienes listo lo que entregarás a mi padre el Jueves? —la chica lloriqueó un poco y se llevó las manos al rostro—. Quiero creer que eso es un no.

—No, no, no me malinterpretes —rio—. Tengo todo listo, es sólo que, estoy realmente nerviosa, quiero trabajar en la empresa de tu padre y deseo dar la mejor impresión de todas.

—El día que llegué, ¿le enseñaste los diseños a mi padre? —ella asintió—. Y dijo que eran buenos, ¿qué es lo que te preocupa? Saldrá todo bien.

Sus palabras la reconfortaron, después de todo él tenía razón, desde hace semanas que llevaba los diseños con el padre de Agreste para saber qué corregir o agregar, el mismo Gabriel Agreste le dijo que era buena en lo que hacía, no debía dudar en su genuino talento para lograr las cosas. Además, Adrien era seguramente uno de los jueces.

— ¿Serás juez para entonces?

— ¿Debería responder que no lo seré?

Marinette soltó un ligero bufido.

—Habrán personas que seguro creerán que yo estoy seduciendo a un juez para ganar.

—Bueno, creo yo que deberías primeramente seducirme y entonces consideraré que puedas ganar.

Marinette soltó una pequeña risa rodando los ojos, no quería precisamente ganar así, no le agradaría en lo absoluto. Negó con lentitud y lo vió con sinceridad.

—No quiero ganar así, quiero lograrlo porque me lo merezco.

Una ola abrasadora cubrió su cuerpo por completo y entonces un aura de ternura lo hizo pensar que la chica sí debía ganar, era buena en lo que hacía, tenía el corazón y determinación de lograrlo, no debía pensar lo contrario, le gustaba como era.

—Está bien, tienes razón, sólo preséntate y veremos qué tal te va.

—Bueno, creo que se está volviendo tarde...

Adrien frunció el ceño, tardó en comprender lo que quería decir y reaccionó.

—Sí, ya es muy tarde, creo que debería irme ya. Debes estar cansada de verme un buen rato.

La peliazul negó con una sonrisa, no podía mentir que le agradaba su presencia y más con que no había visto a Félix en un rato, le confortaba saber que alguien la apoyaba después de todo y de alguna manera sentía que le apoyaba en todos los sentidos. Adrien se puso de pie y movió la cabeza asintiendo, no sabía exactamente qué decir, así que dejó a su subconsciente hablar.

— ¿Salimos mañana? —se sobresaltó por la repentina invitación y entonces lo escuchó continuar—. Podría pasar por ti a la Universidad, y entonces... Hacemos lo que más gustes.

Por más que le gustaba la idea de salir con él... No tenía ninguna excusa de rechazar su invitación, movió sus ojos hacia el rubio y se ruborizó por completo, una mirada bastó para ponerla como en los viejos tiempos, sin duda seguía enamorada, y no podía seguir negando aquél sentimiento, así como el que Adrien tenía hacia ella.

—De acuerdo.

Una abrumadora soledad la adueñó en cuanto Adrien cruzó el umbral de la puerta despidiéndose de ella, se preguntaba a sí misma por qué seguía aceptando sus sentimientos por el chico, le daba miedo que finalmente no fuera real lo que estaba pasando y de alguna manera una parte de ella deseaba que así lo fuera. Soltó un largo suspiro y recostó su espalda contra la fría puerta, algo muy dentro de ella le decía que tal vez no era una buena idea intentarlo.

Semaine.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora