Día uno.

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Despertó en su escritorio con unas cuántas hojas pegadas a la cara, había estado toda la tarde y noche terminando los diseños que le presentaría a Gabriel Agreste en menos de una semana.

Estaba ansiosa, deseaba ese puesto desde que... Bueno, desde siempre.
Suspiró dirigiéndose hacia la ducha pensando en la mañana anterior.

Chat le había salvado sin intención de su novio, o su ahora no novio, ni siquiera, sabía en qué situación se encontraba, pero, ¿qué había hecho Chat ahí?
Nada sino, que buscando de comer. Aunque, ¿por qué habría de acercarse a la cafetería como Chat? ¿Por qué no con su verdadera identidad?

Exhaló otra vez, ¿y si Chat tenía razón?
Hace años que Hawkmoth no estaba, y no había otra razón para la cual seguir ocultando sus identidades.

Habían ganado... Y si era así, ¿por qué se sentía tan vacía?

—Tikki —la pequeña lady elevó la cabeza en cuanto Marinette salió de la ducha—. ¿Tú crees que deba conocer la identidad de Chat?

—Sería arriesgarse, pero, si sientes que es lo mejor. Sabes que yo te apoyo en todo Marinette.

— ¿Qué está pasando allá afuera? —Nino frunció el ceño al ver a varias personas corriendo, era una manada de gente gritando y tomando fotos—. Adrien, creo que alguien te está comiendo el mandado.

— ¿De qué estás hablando? —rió el rubio sentándose mejor para observar la misma escena que Nino—. ¿Qué estarán viendo?

No fue hasta que escuchó una ola de gritos diciendo el único nombre que le causaba estragos. Pagó y salió corriendo en dirección de los gritos.

— ¡Es ella! ¡Ladybug! —señalaba una niña hacia la Torre Eiffel.

— ¡Es Ladybug! —gritaba otro.

Arriba en lo alto de la Torre descansaba la chica, sonriente de escuchar a gente gritar su nombre una vez más.
Su traje rojo intenso con puntos negros, ahora llevaba el cabello suelto.

—No creí volverte a ver —sonrió ante la gutural voz—. My lady.

—Gato tonto... —respondió acercándose a él corriendo y fundirse en un abrazo—. He escuchado que te vieron saltando por los techos. Tenía que verte.

—My lady, quería saber de mí —sonrió—. ¿A caso ya estás dispuesta a amarme, por fin?

Ladybug soltó una carcajada y negó—. Bien, excelente, porque, hay una chica, que se está robando tu puesto.

— ¿Ah sí? —respondió enarcando una ceja. Chat fue ahora quien soltó una risotada.

—No hay chica que ocupe tu lugar bugaboo.

Chat la atrajo hacia sus brazos una vez más, extrañaba a la chica. Aspiró su olor, un olor muy peculiar, que le hacía recordar a alguien más.

—Quería proponerte algo —Chat alzó sus orejas un poco más—. Ahora comparto tu idea de conocer nuestras identidades.

El chico trastabilló un poco, no podía comprender por qué Ladybug le pedía algo así, aunque, era lo que había pedido todo el tiempo que fueron aliados, pero, ahora que lo escuchaba de ella.

— ¿Estás segura de éso? No habrá vuelta atrás —frunció el ceño—. No estoy seguro de que lo estés pensando bien my lady.

—Has pasado todo éste tiempo pidiéndome saber quién soy —Chat negó.

—Y por éso mismo te pido que lo pienses, no quiero comprometerte, es decir, quiero saber quién eres, y sólo quién sabe, podríamos llegar a ser amigos.

—Es que ya somos amigos Chat, pero, tal vez tengas razón, no me lo he pensado —soltó un largo suspiro antes de volver a sentarse—. Tengo la cabeza hecha un mohín, mi novio me ha terminado ayer y éste chico... Ha aparecido después de tanto tiempo y mueve el piso sobre del que estoy.

—Ése chico parece todo un don Juan —respondió intrigado por ella, se sentó justo a su lado y le dio un leve empujón—. Puedo escucharte bugaboo, por los viejos tiempos. Cuéntame qué sucede.

Semaine.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora