Día seis.

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—Buenos días —murmuró tocando la puerta lentamente mientras entraba con temor, entonces un salto en su corazón hizo que se quedara inmóvil por unos segundos. Adrien estaba ahí también.

—Te estábamos esperando Marinette —la chica asintió sentándose frente al Maestro Fu y junto al chico, sus manos sudaron por unos momentos—. Llamé a Adrien para que explicara algunas cosas.

—Descubrí que Marinette era Ladybug hace un tiempo y ahora que ella no lo va a ser más, creo que sería lo correcto que yo tampoco lo sea Chat Noir.

— ¿Cómo se enteraron..?

—Tikki nos avisó, y estoy orgulloso de ustedes...

Un vacío los acongojaba mientras se sentaban en la cafetería de la chica, ella había pedido y un té y Adrien un café con unas cuantas galletas. El rubio colocó su mano sobre la de la chica y sonrío apretujándola un poco.

— ¿Cómo te enteraste? —preguntó sin levantar la mirada de su té—. ¿Y por qué no dijiste nada?

—No quise hacerlo, porque no lo creí conveniente. Aunque tú me dijiste que querías decirme tu identidad, no creí que fuera lo mejor.

—Tanto tiempo queriéndolo y no quisiste cuando te lo pedí... —respondió por fin elevando la mirada—. Me siento un tanto vacía.

Adrien soltó una ligera carcajada.

—Tú siempre serás parte de la historia de Ladybug, y me alegra haber sido tu Chat Noir.

—Sigo sin creer que seas tú, te rechacé tantas veces...

—Tal vez entonces ahora me perdones por haberte rechazado —Marinette sonrió y elevó una ceja—. Fuimos rechazados y mira ahora, hasta dónde llegamos...

—Tal vez tengas razón, aunque me seguiré arrepintiendo por mucho tiempo mi decisión.

—No deberías, hicimos un buen trabajo durante mucho tiempo. Era hora de que alguien más tomara el lugar, tenía que dejarlo y que todos me recordaran como el Chat Noir más guapo.

—No sé cómo no me di cuenta antes —Adrien le guiñó un ojo—. Bueno, entonces, tengo que prepararme, tendré una cita en la noche para mi graduación. Nos vemos luego Adrien...

Marinette se levantó enseguida y lo dejó solo, tuvieron que pasar unos segundos para que comprendiera.

—Una cita...

El chico llevaba puesto un traje de color negro y un cobartín del mismo color, su cabello peinado hacia atrás, había aprendido de su viaje al extranjero de llevar un ramillete, con el tiempo que tenía ni siquiera había tenido tiempo de buscarlo, así que lo mejor que se le había ocurrido era comprar un ramo de flores.

Tocó la puerta repetidas veces, tardó al menos 2 minutos parado esperando.

Marinette abrió la puerta, estaba nerviosa, se había cambiado el peinado por lo menos tres veces, y decidió no llevar mucho maquillaje. Llevaba un vestido largo de tul color azul cielo, el pecho era corrugado con tirantes y terminación de corazón. Unos pequeños tacones blancos y su cabello estaba medio recogido.

—Te ves hermosa —murmuró Adrien con emoción, le ofreció las flores y desvió la mirada. No podía imaginar otra cosa más que la belleza con la que siempre había contada, su cabello era de una tonalidad poco probable y le gustaba, así como sus grandes ojos que parecía que siempre inspeccionaban a las personas, brillaban todo el tiempo, y podía repetírselo todo el tiempo que ella se lo dejara.

Todo el camino hacia el evento ella se la pasó hablando de lo nerviosa que se encontraba, de si debía cambiarse o mejor no presentar su proyecto. Adrien sólo la escuchó y descargó todo lo que debía decir, toda aquella frustración que no la hacía creer en ella misma. Se desplazó rápidamente y la acompañó hasta la puerta donde la detuvo y besó su frente con lentitud.

—Dejé que dijeras todo lo que sentías y es momento de que tires todo. Eres grandiosa, y te irá bien. Nunca dudes de ti. No debes impresionar a mi padre, sino, a ti misma.

—Yo realmente quiero el trabajo.

—Y lo lograrás, sólo cree en ti, porque yo lo hago.

El resto de la noche la observó desenvolverse con los diseñadores de la empresa de su padre. Comió, bailó y le sonrió a todos. Se le facilitaba ser tan encantadora, y le gustaba cada vez más.

—Estoy orgulloso —murmuró abrazándola—. Y siento que te han robado toda la noche, ¿quieres al menos bailar conmigo un momento?

Ella asintió sonriente. Y se acercó a él quien le ofrecía su mano para llevarla a la pista de baile donde se empezó a escuchar una tonada ligera y lenta. Llevó su mano izquierda a su espalda baja y la otra tomó con lentitud su otra mano. A la chica se le detenía el corazón, le emocionaba el hecho de que él era tan lindo y aquella mirada que le dedicaba, sí estaba orgulloso de ella.

—Si me ven bailar contigo creerán que... —Adrien se acercó a besarla, muy lentamente—. Que estoy contigo...

—Tal vez deberíamos estar juntos.

—Tal vez —sonrió torpemente mientras el chico se acercaba a ella nuevamente y besaba sus labios con suavidad. En realidad, no era un tal vez, él quería estar con ella. Sus labios se movieron al son de la música durante varios segundos, entonces la volteó a ver y sonrió—. O definitivamente.

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