Día cinco.

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La chica soltó un suspiro reparador, había sido un largo día, un extremadamente largo día. Pero, le alegraba que todo acabara con Félix, ya no podía seguir insistiendo en algo que sabía no llegaría más lejos.

Estaba sumamente confundida por todo y por todos, sólo deseaba acabar la semana y entonces se tomaría más en serio lo que pensaba que le deparaba el destino. Y estaba segura de algo, tenía que dejar ir a Ladybug.

—Tikki —la pequeña lady volteó a verla y sonrió atendiendo a su nombre—. Creo que es momento.

Unas cuantas lagrimas salieron de sus ojos y la abrazó con sus diminutos brazos y entendía de cierta manera lo que quería decirle su dueña, ya era momento de dejar que alguien más aprendiera a ser Ladybug para ella poder continuar con su vida. Una ola de resentimiento la consumió por completo y se recostó en la silla, tenía que hablar con Chat Noir y decirle lo importante que era para ella aquella decisión, así como revelar su identidad con él.

Escuchó la puerta sonar, una, dos y hasta tres veces. Se apresuró a bajar las escaleras de su habitación y abrió. El rubio la abrazó de inmediato.

Su calor la consumió por completo, es cierto que ya no le había visto desde el incidente, al menos se encontraba bien.

—Quería ver si estabas bien —o simplemente quería verla, en la pelea, era decidido, pero, verla herida, le hacía hervir los nervios, aún sabiendo que ella era Ladybug, debía guardar la compostura.

—Estoy bien, también me alegra ver que estés bien —aspiró lentamente y subió la mirada para verle—. Ya puedes soltarme.

—Lo siento, es sólo que... —se ruborizó—. ¿Puedo pasar?

Marinette asintió dejándole pasar, le observó pasear por el diminuto lugar para finalmente sentarse sobre el sofá con la más grande delicadeza, la volteó a ver y sonrió.

— ¿Estabas preocupado? —comentó casi en un susurro.

— ¡Mucho! Es decir, estaba loco —un loco que no hizo daño a nadie, ni luchó con todas sus fuerzas para hacer precisamente éso, dañar. Le daba lástima y regocijo el saber que finalmente sus sentimientos eran sinceros—. No puedo creer que él haya sido tu novio.

—Bueno, no tenía muchas opciones, te habías ido, me rechazaste... Y... —Marinette frunció el ceño y finalmente se sentó junto a él—­. No estoy diciendo que fuera tu culpa.

—Pero, es que sí lo fue —sonrió de la manera más doliente posible, no podía creer que años atrás era una muy diferente situación—. No he llegado a disculparme completamente acerca de lo que pasó.

—No deberías, simplemente no sentías lo mismo que yo —asintió, entonces Adrien tomó su mano izquierda.

—Pero, ahora lo siento —confesó apretujando su mano—. Y, no sabes cuántas ganas me dan de besar tus labios cada que te veo, abrazarte. Odio completamente sentir esto ahora mismo, pudo haber sido antes. Las cosas serían completamente diferente ahora.

La chica asintió una vez más, sus cejas se movieron constantemente, tenía que procesar la información que acababa de darle y debía contestar.

—No creo que debas odiarlo, es decir... Las cosas que vivimos nos hicieron crecer y llegar, aquí.

—Pero, pude haberte evitado...

La peliazul lo calló con su mano y negó, se estaba culpando por no sentir lo mismo que ella, y no pensaba que fuera lo correcto, simplemente no era el momento, y por fin lo entendía, por fin podía olvidarle.

El problema es que no lo quería hacer.

—Aún me gustas, si éso sirve de algo.

—Sirve de mucho —murmuró acercándose a ella para tomar su mejilla y acercarse a besarla, no duró más que unos segundos y aún así le pareció un momento interminable—. Mañana es el gran día, y me gustaría que fueras mi acompañante.

Sus ojos parpadearon con rapidez.

— ¿Yo? ¿Y si después te avergüenza que tu padre sepa que vas conmigo? ¿Y si no logro el trabajo? ¿O no le gusta lo que hice?

—Ya hemos tenido esta conversación —tomó su barbilla y sonrió lentamente—. Y quedamos en que todo saldrá excelente, puedo asegurártelo...

Semaine.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora