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Hoy me había despertado de un humor, particularmente bueno.

¿Se preguntan por qué? Pues, hace unos días, Ike me ofreció unas rifas. Ya que nadie le compraba e incluso, lo ningunearon, le compre tres. Estaban baratos.

Y el destino me sonrió, puesto que conseguí ganar el primer puesto, ¿Pero saben la mejor parte? Que pensé que ganaría alguna estupidez, algo de comida, o un juguete. No fue así, de hecho, era mucho dinero.

Ya que, al parecer, no se trataba de rifas, eran boletos de lotería. No tenía idea de dónde los había obtenido Ike, pero gane, eso era lo importante. Ahora me encontraba con él, yendo a reclamar el dinero.

¿Qué haría con él? Tantas cosas pasaban por mi mente. Una de ellas era sin duda, mostrarle a Cartman que lo gane. El suele burlarse de nosotros cuando tiene algo. Sé que es inmaduro de mi parte, pero qué más da. Charlamos con el canadiense, del dinero, principalmente.

Hasta que llegamos al lugar indicado. Los encargados nos miraron raro. Claro, un niño de doce y una chica de diecisiete reclamando tanto dinero, si, era extraño. Nos preguntaron de dónde sacamos los tickets ganadores. El chico tuvo que sacar el recibo de cuando los compro. Rodee mis ojos, se estaban tomando mucho tiempo. Seguro sentían envidia de que dos niños hayan ganado semejante cantidad.

Aunque ahora que lo pienso bien, no tengo idea de cuánto dinero sea. El pelinegro solo dijo que era mucho.

—Ike —lo llame—. ¿Cuánto dinero ganamos?

—Como...un millón de dólares —contestó como si no fuera nada, yo abrí los ojos sorprendida—. A propósito, ¿Me prestas 100? Necesito para el cumpleaños de mi madre, quisiera comprarle algo grande, pero aun no me alcanza el dinero —agregó desanimado.

Yo no pude evitar reír.

—Ike, por dios, jamás te daría 100 —vi como sus ojos se llenaban de lágrimas—. Pero eso es porque te daré la mitad —reí—. Tu compraste el boleto, y yo te lo compre a ti. Por lo tanto, es cincuenta cincuenta.

Rápido, me abrazo y se puso a llorar. No tenía idea de que él era tan sensible, me dio mucha ternura.

—¡Muchas gracias, _____!

—No es nada, en serio —lo abrace también—. Es de ambos, supongo que somos ricos ahora, ¿No? —reí.

—Dios, ¿Qué haremos con tanto dinero? —consulto.

Las personas tras la caja estaban contando el dinero. Así que antes de que sigan, les pedimos que lo dividan a la mitad. Sus rostros no se veían contentos, la envidia se tanteaba.

—Bueno, yo les haré un buen regalo a mis padres. Y luego guardare el dinero, o supongo que les consultare que haré a ellos —sonreí. Aunque me puse a pensar en otra cosa para gastarlo—. ¿Sabes? Pensándolo bien...podría hacer algún viaje, digo, es jueves. Planifico algo para el fin de semana y quizá- -

—Aquí tienen —dijo con sequedad el cajero, quien nos otorgó el dinero correspondiente a cada uno.

Al final, el chico y yo nos separamos al llegar a su casa. Luego pensé en algo que les gustaría a mis papas.

Recordé que hace unos días, Roger se quejaba de que sus plumas eran de mala calidad. Mientras que mi padre es aficionado del ajedrez, y el otro día lo vi que estaba buscando unos de Star Wars, así que como sé que aún no se los compro, yo lo hare. Pero de plumas...no tenía la menor idea.

Recorrí el pueblo, hasta encontrar una tienda que se veía lujosa. Supuse que ahí venderían buenas plumas. Por otro lado, me encontraría con un hombre de Denver que me ofreció un ajedrez de colección, sellado en su caja original. Me apresure en comprar las plumas, y por suerte me asesoraron muy bien y rápido. Las guarde con cuidado en mi mochila. Y con prisa, fui directo a encontrarme con aquel hombre. El, estaba acompañado de su hijo. Mi sorpresa fue enorme al darme cuenta de que su hijo, no era nada más y nada menos que Frederick.

A Typical Anti Typical Love [South Park y Tu] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora